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FOCO ECONÓMICO

Un Presidente que fanfarronea con “el mejor gobierno de la historia” al que los números dejan en evidencia

Javier Milei durante la apertura de la 143 asamblea legislativa en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación en Buenos Aires

Alejandro Rebossio

2 de marzo de 2025 00:13 h

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Festejar que jugaste el mejor partido de los anales del basquet cuando terminó el primer cuarto y estás arriba. Eso es lo que hizo Javier Milei este sábado, en un discurso ante la Asamblea Legislativa semivacía, al autoproclamarse como presidente del “mejor gobierno de la historia”. Pero lleva un año y faltan tres. ¿En qué se basa?

“La convertibilidad era el programa de estabilización más exitoso de nuestra historia... hasta ahora”, se jactó el Javo para criticar de paso al Mingo, Domingo Cavallo, que terminó con la hiperinflación del 1.343% de 1990 durante su gestión del Ministerio de Economía de 1991 a 1996. Milei, irritado por la crítica de Cavallo a la sobrevaluación del peso, acaba de echar a la hija del exministro Sonia Cavallo del cargo de embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Eso sí, tuvo el mérito de bajar el índice de precios al consumidor (IPC) del 211% en 2023 al 117% en 2024 y va camino de reducirla aún más en 2025, salvo que un día se dispare el dólar atrasado. El Peluca aclaró que él no necesitó, como el gobierno de Carlos Menem, confiscar los ahorros con un plan Bonex como en 1989.

Milei alardeó de que, pese al fuerte ajuste fiscal que aplicó, la economía creció 5% “punta contra punta”, es decir, diciembre de 2024 comparado con el mismo mes de 2023. Pero no es así como se mide. A lo largo de 2024, el PBI se contrajo 1,8% y hacia fines de año repuntó hasta expandirse 5,5% en diciembre. Un rebote mucho mayor de lo esperado, es cierto, para que lloren los keynesianos, como él dice. Claro que el último mes del año pasado se comparó con el parate vivido en el último de 2023, cuando la economía venía hundida por el gobierno anterior, el proceso electoral con promesas de dolarización del candidato libertario y por la tajante devaluación del peso con que Milei inauguró su gobierno. La realidad es que una baja rápida de un nivel alto de inflación, como la lograda, termina siendo expansiva, pese a que los ajustes fiscales son recesivos. Para 2025, la Unión Industrial Argentina (UIA) prevé un crecimiento del 3%, puro arrastre de 2024, ningún impulso propiamente dicho del nuevo año. Pero claro que al jefe de Estado en deconstrucción no le importa el mensaje de los empresarios manufactureros. En este aspecto sensible es lo contrario a su idolatrado Donald Trump.

“Si ingresa un producto de mejor calidad y quiebra una empresa, los consumidores pueden gastar más en otros sectores de la economía”, soltó Milei. El problema es que gastan en sectores de otras economías, no en la propia. “Basta de la mentira proteccionista, curro entre la política y los empresarios prebendarios”, tachó el libertario, que también insistió con un acuerdo de libre comercio con el mismo EE.UU. que acaba de imponerle aranceles al acero y el aluminio. Repitió que para ello hay que reformar el Mercosur o abandonarlo. Vaya contraste de sus palabras violentas contra la oposición con las de concordia que del otro lado del río de la Plata pronunció Yamandú Orsi al asumir como presidente de Uruguay, rodeado de sus pares de Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala y Alemania.

A esa oposición ahora Milei le pide que apruebe un acuerdo que todavía no firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige liberar el cepo cambiario para prestar US$15.000 millones como quiere el “Coloso”, como el Presidente llama a su ministro de Economía, Luis Caputo. Si no, mandará sólo 3.000 millones para cubrir pagos de intereses de 2025. Milei prometió otra vez salir del cepo, pero no quiere hacerlo antes de las elecciones legislativas de octubre próximo, a ver si reflota la inflación y las pierde. Pero ambas alternativas de financiamiento son trascendidos de la negociación. Todavía no se sabe el monto del crédito ni sus condicionamientos, pero el Presidente pretende que el Congreso le apruebe el futuro pacto. Habrá que ver qué proyecto de ley envía al Legislativo, pero la regla que estableció en el anterior gobierno el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, es que primero se pacta con el Fondo y después ese convenio reciba su ratificación parlamentaria. No al revés. ¿O querrá Milei un cheque en blanco para negociar con el organismo? ¿O sólo busca confrontar con opositores a los que pretende tachar de irresponsables?

El jefe del Estado en deconstrucción no sólo arremetió con lo que él llama clase política sino contra los “empresarios prebendarios”, no sólo los industriales sino contra el Grupo Clarín, por la pesificación de deudas en dólares que decidió el gobierno de Eduardo Duhalde en 2002. A contramano de lo que escribíamos este viernes en elDiarioAR de que el establishment descuenta que el conglomerado de Héctor Magnetto tuvo la venia del Gobierno para quedarse con Telefónica de Argentina, Milei parece que lo mantendrá cortito hasta que le apruebe la adquisición. ¿Será que teme que un día Clarín se le dé vuelta como le sucedió a Menem y Néstor Kirchner?

Milei volvió a prometer eliminar el 90% de los impuestos, inclusive las retenciones, en una nueva exageración de números. Para que ello no suponga un déficit fiscal, anticipó más recorte “severo” de gastos. Incluso propuso acotar impuestos coparticipables y que cada provincia después recaude como pueda. Insistió con la flexibilización laboral, como la que intentó decretar pero la Justicia le frenó, pero ahora lo avizora por si gana las legislativas. Prometió privatizaciones de empresas y que seguirá muerta la obra pública porque para él genera impuestos para financiarla y no empleos para construirla.

En su discurso también dijo verdades: que logró el primer superávit fiscal financiero (después del pago de intereses de la deuda) sin recurrir al default en 123 años, que volvió el crédito hipotecario, que se eliminaron algunos impuestos (PAIS) y aranceles y se redujeron otros, incluido Bienes Personales, que pagan las clases media alta y alta. En cambió, mintió cuando dijo que fue el blanqueo más exitoso de la historia, pero se registró un décimo de los capitalesque con Mauricio Macri en 2016/2017. También cuando contó que sacó a 10 millones de argentinos de la pobreza. Recuperó a aquellos a los que él mismo había hundido en el inicio de gobierno, pero el panorama social está ahora como lo dejó Alberto Fernández. O cuando destacó que los alquileres se abarataron, pero subieron más que la inflación. Habló de una “revolución de los aviones recargada” porque en enero pasado se batió el récord de 4,5 millones de pasajeros, pero olvidó mencionar que ese máximo se basa en la salida de turistas al exterior por el peso sobrevaluado o el dólar barato, o los precios adelantados, como dice Caputo. En fin, el problema que padeció el propio Cavallo en 2001, cuando volvió de ministro de Economía de Fernando de la Rúa, no quiso devaluar sino compensar a los sectores productivos con planes de competitividad, en un país con menos impuestos y Estado que los actuales, pero que aun así fracasó.

AR

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