De supermercado a importador del mundo: la política aperturista reconfigura las góndolas de alimentos
“¿Te acordás de que nos enojábamos cuando nos catalogaban como el supermercado del mundo? Siempre se puede estar peor, ¡ahora somos el importador del mundo!”, reflexiona una clienta del Disco de calle Naón en pleno barrio porteño de Belgrano. Detrás de ella, brilla en la góndola de pastas secas la marca italiana Barilla en todas sus formas: spaghetti, fideos largos de sémola, penne rigate integrales y algunas otras variedades de De Cecco y Garofalo, también italianas. En el medio, las tradicionales Don Vicente, Matarazzo y Luchetti a un precio significativamente menor (hasta siete veces más baratas por la misma cantidad de producto). “Yo sigo comprando las de acá, porque la diferencia de precio es fenomenal”, dice la señora, y agrega que para el pan lactal, se da “algún gustito”, porque la diferencia no es tanta.
En diciembre, las importaciones de alimentos básicos y elaborados para los hogares –los Barilla, la yerba Canarias, limones y el dulce de leche Conaprole que hoy se ven en las góndolas de los principales supermercados– se incrementaron un 50,9% interanual. Si se contabiliza también el ingreso de alimentos para la industria, el guarismo asciende a 82% el último mes del año.
En el informe elaborado por el Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA) en base a datos del Indec, se destaca que el aumento de importaciones alimenticias se agudizó a partir de agosto de este año, unos seis meses después de que el Gobierno oficializó la apertura de importaciones de productos de la canasta básica.
Esta semana, la dupla Luis Caputo y Federico Sturzenegger fue por más: realizó cambios en el Código Alimentario Argentino para otorgar facilidades administrativas para la importación y exportación de alimentos. Junto con otros beneficios como la quita del impuesto PAIS y un dólar cada vez más planchado (a partir de febrero se devaluará a un ritmo de 1% mensual), el fenómeno sólo se profundizará.
Los ganadores (de siempre)
Del lado del haber se encuentran las grandes cadenas de supermercados, asiduos visitantes de la Secretaría de Comercio en épocas de administración del comercio exterior. Detrás quedaron aquellos tiempos en que las relaciones públicas negociaban el cumplimiento de acuerdos de precios por la entrada de productos importados.
En diálogo con elDiarioAR, las principales cadenas aplauden la medida: “No porque sea lo que nos de la mayor rentabilidad, pero nos permite posicionarnos mejor frente a los hábitos de consumo de nuestros clientes”.
Dentro de los beneficios, resaltan la posibilidad de ingresar productos en los que la oferta estaba altamente concentrada. El referente de una de las cadenas no tiene pruritos para justificarse y mostrarse empoderado: “Los productores de azúcar tucumanos lloran porque conseguimos el producto a mucho menor precio que lo que tuvimos que comprarlo durante años en los que ellos no tuvieron competencia”.
Pero no todo es color de rosas, aún para este sector: “Venimos de una caída de ventas de 14,5% en 2024 a nivel general. Así que contentos, contentos no estamos”, confiesa en diálogo con este diario. “Sabíamos que este proceso iba a ser de ajuste del consumo, porque veníamos de un modelo muy apalancado en la demanda, pero la dinámica ha cambiado y hay que adaptarse”.
“Este festival de importaciones se debe a que es más barato importar que comprar domésticamente, y quienes se ajustan son los pequeños productores; dos años seguidos de esta situación te llevan a la quiebra
La razón que da el Gobierno para aplicar estas medidas es la búsqueda de una baja en el precio de los alimentos. Si bien los números acompañan modestamente –la categoría cerró el 2024 con un aumento de 94,7% interanual, por debajo del 117,8% de la inflación general de Indec–, se atribuye menos esa baja de precios a la entrada de importados que a la recesión económica que planchó al consumo. Lo dicen hasta los propios supermercados, que además admiten que algunos de los productos están más baratos para lograr un posicionamiento en el mercado.
“En términos generales los precios más bajos que se pueden conseguir en la importación no se trasladan a los consumidores. Aunque lo importe regalado, el consumo es inelástico”, asegura el ingeniero Javier Preciado Patiño, miembro del IDAA y exsubsecretario de Mercados Agropecuarios en la gestión anterior. En el informe, observa por ejemplo que la importación de limones aumentó 591% interanual, y remata con tono anecdótico: “Ayer me los quisieron cobrar a $6.000 el kilo, así que mucho efecto precio yo no veo”.
Algo empatados
Las alimenticias consultadas por elDiarioAR aseguran aún no estar preocupadas por el ingreso de importados. “Somos una marca muy posicionada y con productos con los que logísticamente se complica entrar”, aseguraron desde una elaboradora de lácteos, que conoció el dulce de leche uruguayo Conaprole “por consultas periodísticas”. Una elaboradora de panificados y snacks, a su vez, acompaña la sensación de seguir el tema de cerca, pero no como una amenaza, “porque la verdad es que tenemos espalda, la gente nos conoce y nos elige”.
En efecto, fuentes de Carrefour aseguraron que, en el último año, sumaron 130 productos importados a su oferta, pero aclaran: “Es una porción muy pequeña en la oferta que nuestros clientes encuentran en nuestras sucursales”. En otra de las cadenas aseguran que solo 400 de los 50.000 productos que se ofrecen son importados.
Para 2025, sin embargo, las cadenas prometen profundizar el ingreso de productos extranjeros: “La nueva medida nos ayuda a ganar velocidad y nos motiva a seguir apostando al desarrollo de importados”, aseguran.
Más pequeños, más afectados
“Este festival de importaciones se debe a que es más barato importar que comprar domésticamente, y quienes se ajustan son los pequeños productores”, asegura Patiño. “Hasta ahora no se ve un impacto tan grave porque una gran mayoría sigue a pesar de perder dinero, pero dos años seguidos de esta situación te llevan a la quiebra”.
Juan José Ramos, viñatero de San Juan, alerta sobre lo que puede pasar cuando en un mes se levante la cosecha de la uva en Cuyo. “Nos están ofreciendo el mismo precio del año pasado, a pesar de que los costos aumentaron más de 100%”, señala. La herramienta persuasiva de los compradores es decir que tienen la opción de traer mosto de Chile a menor precio.
“El drama que va a vivir la producción es ese –advierte Patiño–. Daño que se va a gravar en este 2025, con el plan de planchar aún más el dólar, con la quita del impuesto PAIS, y otras regulaciones que vayan sacando. Ya lo dijo el presidente: se abre la economía y si no sos competitivo, perdés”.
Mientras las góndolas siguen engordando con etiquetas extranjeras, en el fondo del pasillo los productores miran un futuro más incierto que nunca porque la inflación está a la baja, pero aún los salarios no recuperan lo perdido. Y en el supermercado del mundo, hoy cada vez menos apuestan a producir.
NR/MC
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