El bicentenario de Costa Rica: no todo verdor perecerá
Un país 'diferente' en el contexto centroamericano. Costa Rica ha proyectado una imagen básicamente admirable, de rasgos positivos frente a rasgos negativos de los otros países de América Latina en general, y de los vecinos ístmicos en especial. Esta Suiza de los trópicos, este Uruguay del Caribe y el Pacífico ponderó como secreto privado de sus virtudes públicas la “tiquicia pura”, gentilicio de los ticos y ticas nacidos en el país, con predominancia “europea” de la población que hoy alcanza los 5,048 millones de habitantes. Una Costa Rica ‘imaginada’ que suponía que la pobreza no existía porque era cualidad compartida, un modo de vida, tradición, folklore bien expresado en “conchería”, el modo coloquial de los campesinos . Y que contaba con elite unificada por la expansión de la agroexportación cafetalera, ‘grano de oro’ de la unión nacional. Una arcadia, utopía pastoral de campesinos dignos y humildes que opacaba realidades de pobreza generalizada y desigualdad profunda. De la que, decían las élites costarricenses, nada había de que preocuparse porque no derivó hacia la construcción de una sociedad autoritaria, represiva política y culturalmente, y esclavizante económicamente.
Este año 2021 Costa Rica celebra su Bicentenario. El 15 de septiembre conmemora los 200 años de cuando se declaró independiente de España. Independencia colectiva, formando parte de República Federal de Centroamérica junto con Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. En 2048 celebrará su Independencia individual, como República singular.
El actual presidente Carlos Alvarado Quesada estableció como meta programática de su administración la descarbonización total para 2050. Un objetivo de “cero neto” en el territorio ‘tica’ de 51.100 km2, enclavado en una región montañosa, accidentada y volcánica del istmo sureño.
Con más de 95.000 especies bilógicas, Costa Rica está entre los 20 países de mayor diversidad. A pesar de que en las décadas de 1970 y 1980 sufrió una de las tasas mundiales de más alta de deforestación, hoy sin embargo grandes áreas de sus selvas tropicales están en proceso de efectiva recuperación.
Representante del Partido Acción Ciudadana (PAC), de tendencia socialdemócrata, Alvarado llegó al poder en abril de 2018, en un proceso electoral con alta abstención y con los partidos tradicionales esta vez sin protagonismo. Tanto los de centro derecha -entre ellos de Liberación Nacional (PLN) y Unidad Social Cristiana (PUSC), que en otras oportunidades accedieron a la presidencia- como sus opositores -el Frente Amplio (FA) y Movimiento Libertario (ML) - . Alvarado tuvo como rival a un auténtico contrincante, Fabricio Alvarado Muñoz, candidato por el evangelista Restauración Nacional consiguió el apoyo de gran parte de la población humilde y sin oportunidades más los seguidores de las iglesias pentecostales que desde los templos dieron una impronta diferente a la imagen del país que a partir de la segunda República después de la Guerra Civil de 1948, cuyo general victorioso José Figueres Ferrer en la Ceremonia del Mazazo disolvió el ejército, contó con una ponderada tradición democrática, que la reconocida ensayista y novelista Yolanda Ureamuno Unge calificó “demoperfectocracia” .
Y que en esta última elección presentó una clara polarización en cuyo telón de fondo está presente el descontento respecto a las opciones políticas conocidas. Una pérdida de la confianza ya manifiesta frente a las reformas neoliberales de los ’90 implementadas durante la primera presidencia de Oscar Arias Sánchez (1986-1990), autor de la consigna “ni una segunda Cuba ni un nuevo Vietnam”. Un Plan que constituía un significativo avance en la construcción de la paz regional porque beneficiaba a toda Centroamérica y no únicamente la micro-región canalera, pero a la vez significaba una fuerte presión para revertir el proceso socialista en Nicaragua y, paralelamente, persuadir a EEUU de retirar el apoyo económico y militar a los contrarrevolucionarios nicaragüenses, acantonados tras las rayas fronterizas de los países vecinos.
Arias recibió el Premio Nobel de la Paz en 1987, pero esto no impidió ni ralentizó las movilizaciones de sindicatos, empleados públicos, ecologistas, feministas, pequeños empresarios, docentes, estudiantes y amas de casa en oposición a las medidas de reducción del estado de conquistas sociales establecidas en su Constitución de 1949, que a su vez había favorecido sonados casos de corrupción política que pusieron en crisis el sistema bipartidista. Los mismos grupos organizados en los Comités Patrióticos se reafirmaron frente al Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana, Centroamérica y EEUU (CAFTA).
Al descontento político se sumaba el deterioro de las condiciones sociales: ha seguido aumentando la desigualdad desde hace más de dos décadas, con incremento del desempleo y el empleo precario durante las dos últimas gestiones de gobierno, anteriores a la administración actual. En el período de Laura Chinchilla (2010-2014), la primera mujer presidenta del país, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), la institución estatal proveedora de atención médica y de la mayor parte de las jubilaciones y pensiones, sufrió la peor crisis financiera de su historia, y la población angustiosa incertidumbre sobre el futuro de la provisión de salud. Durante la presidencia de Luis Guillermo Solís (2014-2018), Costa Rica se mantuvo estancada en sus máximos históricos en materia de pobreza. A pesar de que el país ha generado, como parte del modelo de desarrollo prevaleciente, un polo tecnológico exportador dinámico, principalmente constituido por empresas transnacionales, es escaso el encadenamiento entre ese sector exportador y el resto del sistema productivo nacional.
La victoria de Alvarado resultó poco común para un candidato de centro izquierda en una época de creciente populismo de derecha mundial según Joseph Stiglitz, Premio Nobel en Economía, que concluyó que Costa Rica era un faro de la ilustración por su compromiso con la razón, el discurso racional, la ciencia y la libertad. Sin embargo, el problema de la promesa democrática sin sustento económico se torna crítico en el escenario de severo déficit fiscal que debió enfrentar desde que asumió Alvarado, a la que se sumó - igual que el resto de los países del planeta- la pandemia del Covid. El efecto de la crisis sanitaria no solo demoró sino que agravó el desarrollo económico y social del país que acudió a más endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional.
Sombras, pero también esperanza en cuanto hace al programa de vacunación en este panorama. Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en Costa Rica más del 50% de la población (2,5 millones de habitantes) ya recibió la primera dosis, mientras que 851.000 tienen su esquema completo de vacunación, un 17% del país. Desde marzo de 2020, se registran 414.745 infectados y 5.108 muertes en el total de sus 5.048 millones de habitantes.
Muy poco antes de la impredecible emergencia sanitaria, el presidente sostenía en febrero de 2020 “Nuestro enfoque es predicar con el ejemplo. Como dijo Mandela, ‘Siempre parece imposible hasta que se hace’. La conservación es uno de los factores clave que los científicos señalan como relevante para proteger la biodiversidad y también para abordar la crisis climática. Pero trabajar solo, no es tan efectivo”.
En marzo 2021 el presidente de EEUU, Joe Biden, invitó a 40 líderes mundiales a participar en la cumbre virtual sobre el clima, entre los que contaban Vladimir Putin de Rusia, Xi Jinping de China, Iván Duque de Colombia, Jair Bolsonaro de Brasil, Alberto Fernández de Argentina, Andrés Manuel López Obrador de México, Sebastián Piñera de Chile – llevada a cabo el 22 y 23 de abril. El encuentro marcó el retorno de Washington a la primera línea de la lucha contra el cambio climático, después de que Donald Trump abandonara el Acuerdo de París, que data de 2015 y que una sus principales impulsoras fue la costarricense Christiana Figures, entonces secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, Biden no convocó a Carlos Alvarado frustrando, en esa ocasión, su declarada intención de liderazgo ambiental. En junio, la III Cumbre extraordinaria del Sistema de Integración Latinoamericana (SICA) y España, cuya presidencia ejerce Alvarado, pidió a la ONU que Centroamérica -incluida Costa Rica- sea declarada vulnerable al clima.
AGB
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