Carlos Dada, director de “El Faro”: “El desmantelamiento de la democracia en El Salvador por su presidente Nayib Bukele es absoluto”
Era muy difícil suponer que en un pequeño país de Centroamérica arrasado por guerras civiles y por la violencia de las pandillas iba a nacer uno de los periódicos de más calidad e influencia en la región. Pero sucedió hace ya 23 años, se llama El Faro y en sus páginas digitales se han publicado algunas de las mejores crónicas de la historia del periodismo en América Latina. Carlos Dada es su fundador y de nuevo ahora su director, lleva unos meses fuera de su país y ve con asombro y rabia cómo el presidente Nayib Bukele, elegido con un gran apoyo popular hace poco más de dos años, está desmontando la frágil democracia salvadoreña a golpe de tuits y sospechosas ocurrencias como la implantación del bitcoin como moneda de curso legal.
¿Quién es en realidad Nayib Bukele?
Es el actual presidente de El Salvador, uno de los presidentes más jóvenes de América Latina, tiene 40 años y es además el presidente con más aceptación popular de toda la región. Es un presidente de origen de clase alta, su padre era un hombre con suficientes recursos como para mantener a sus hijos con altos estándares de vida y un día decidió entrar en política. Fue alcalde de dos ciudades, su segunda alcaldía fue en San Salvador, la capital de El Salvador y se caracterizó por ser un político que conectaba con las nuevas generaciones y en ese sentido rompía con el discurso de los dos partidos que gobernaron El Salvador desde el fin de nuestra guerra en el 92. Bukele irrumpe como una voz fresca que ya no trae aquel discurso de guerra fría y que conecta con unas generaciones que ni vivieron ni les interesa la guerra y ahí radica parte de su éxito.
¿Y qué ha pasado en estos dos años de presidencia?
Pues que el joven con aire fresco se ha convertido en un autócrata, ha concentrado buena parte del poder político y público en El Salvador, ha violentado la Constitución, ha dado un golpe al poder judicial, ha desmantelado toda nuestra institucionalidad democrática y ha traído de regreso a los militares a nuestra vida política, lo cual es gravísimo, y ahora persigue a sus críticos desde esa institucionalidad del Estado que controla.
¿En esa persecución se incluye también a la prensa?
Es uno de sus principales objetivos. Con su llegada al poder dejó en la intrascendencia al resto del sistema político salvadoreño, no tiene una oposición considerable en el país, no hay sociedad civil organizada y por tanto sus críticos o sus obstáculos para concentrar todo el poder están hoy principalmente en la prensa independiente, en alguna parte de la academia que todavía se resiste y en unas pocas organizaciones de la sociedad civil. Entonces sí, la prensa es una de sus prioridades.
Bukele no hubiera podido avanzar en su concentración de poder si no hubiera tenido en Estados Unidos, que es nuestra principal esfera de influencia, a Donald Trump
Bukele es muy activo en Twitter, un poco a imagen de Trump ¿Se le puede conectar con ese estilo de populismo?
Absolutamente. Bukele no hubiera podido avanzar en su concentración de poder si no hubiera tenido en Estados Unidos, que es nuestra principal esfera de influencia, a Donald Trump y al embajador que mandó a El Salvador. Desde su embajada se consintieron y aplaudieron todos los actos de desmantelamiento de la democracia. Porque la agenda de Trump para Centroamérica no incluía democracia ni lucha anticorrupción, implicaba simplemente detener a todos los migrantes y a cambio de eso despreocuparse por lo que pasase en cada país. Nos mandó a un embajador, Ronald Johnson, que básicamente se tomaba fotos familiares con Bukele una semana después de que el presidente hubiera irrumpido en el Congreso con soldados armados. El estilo Trump conectó muy bien con Bukele, que a pesar de presidir un país pobre hizo su campaña a través de redes sociales. No tuvo mítines políticos y además la prensa tradicional no le dio espacio, eso es un mérito a su favor. A partir de ahí descubrió que las redes eran un vehículo efectivo para comunicarse con las nuevas generaciones y los nuevos electores.
¿Y el salto en el vacío del bitcoin?
Ha sido su primera gran derrota política. La gente no entiende qué es eso, yo no tengo muy claro qué es el bitcoin. Tengo claras algunas cosas, tengo claro que el bitcoin ya era utilizado por cualquier ciudadano del mundo con absoluta libertad. Entonces no entendemos por qué a nosotros se nos impone como una ley: no es que tengamos la opción de usarlo, estamos obligados a usarlo por ley. No entendemos por qué la necedad de introducir una criptomoneda de curso legal en un país en el que entre el 60 y el 70 por ciento de la población ni siquiera tiene cuenta bancaria, donde la mayoría de las transacciones comerciales se hacen con efectivo en los mercados o en los pueblos y ahora los están obligando a recibir bitcoins. No entendemos por qué esta obligatoriedad, por qué convertirla en una moneda de curso legal, aunque tenemos la sospecha de que hay algunas razones detrás que no tienen que ver con modernizar la economía. Por ejemplo, el Gobierno ha emitido una cartera digital a través de la cual tú manejas tus bitcoins, que funciona con fondos públicos pero no puede ser auditada y que, además, te pide extrañamente acceso a la cámara de tu teléfono. Este Gobierno ha cerrado todo el acceso a la información pública, desconocemos los contratos para hacer el bitcoin, quiénes son los dueños de los cajeros que han sido instalados en nuestras ciudades, cajeros que te permiten convertir tus bitcoins a dólares y sacarlos, desconocemos cuáles son las comisiones, tenemos simplemente que creer lo que el presidente nos dice, ya no hay acceso a la información pública en El Salvador.
¿El bitcoin se ha instalado de manera efectiva en la vida cotidiana de los salvadoreños?
Todavía no, porque aún no hemos aprendido a utilizarlo y no sé si eso va a pasar alguna vez. El Gobierno regala 30 dólares a cada persona que baje la aplicación, se lo regala en bitcoins. Lo que hemos visto en las últimas semanas son colas de gente no haciendo transacciones en bitcoins, sino frente a los cajeros para extraer esos 30 dólares y utilizarlos en su vida diaria. Treinta dólares que no es que se los regale el presidente Bukele, que han sido financiados con fondos públicos. Esta es la manera que el presidente encontró para impulsar el uso del bitcoin entre una población que no lo entendía. Es muy curioso, es exactamente la misma cifra que Nicolás Maduro ofreció a los venezolanos si se bajaban la aplicación para su criptomoneda que en aquel entonces era el Petro y que fue un fracaso. Ahora El Salvador ha introducido el bitcoin, pero nosotros publicamos que la intención es la creación de una criptomoneda propia.
¿En qué situación está un periódico tan independiente como El Faro frente al Gobierno de El Salvador?
Nosotros siempre hemos visto el periodismo como un oficio que se sitúa frente al poder y no junto a él y con esto quiero decir que parte de nuestra obligación es exigirle que rinda cuentas, nunca hemos sido buenos amigos de los gobiernos de mi país y hemos tenido la enemistad declarada de algunos, pero ninguno controlaba tanto el Estado como este, nunca habíamos estado sometidos a tal acoso, a tal persecución como lo estamos ahora con el Gobierno de Nayib Bukele.
Las pandillas, las maras, han sido uno de los más graves problemas de El Salvador en los últimos 30 años ¿Qué está sucediendo durante este Gobierno con las maras?
Las pandillas son consideradas las principales responsables de los crímenes en un país que ha sido calificado como uno de los más violentos del mundo. El Gobierno de Bukele ha reducido en más de un 70 por ciento la tasa de homicidios, él se lo adjudica al éxito de su plan de control territorial en el que ha involucrado al Ejército desplegándolo por todo el territorio, pero nosotros hemos documentado que en realidad se trata una vez más de un pacto del Gobierno con las pandillas para que reduzcan su violencia, sus guerras por territorios a cambio de beneficios carcelarios y otros puntos de negociación que todavía no terminamos de encontrar. Lo que sí hemos documentado es que las negociaciones existen.
¿Está en peligro la democracia en El Salvador?
Creo que ya pasamos eso, el desmantelamiento de la democracia es absoluto y la división de poderes ya no existe. Te lo digo de esta manera, nuestra democracia nació en 1992 con la firma de los acuerdos de paz y se construyó sobre dos pilares: mantener al Ejército lejos de la vida política después de décadas de regímenes militares y dirimir todas nuestras diferencias dentro de las instituciones del Estado. Bukele rompió con eso el día que entró en el Congreso con soldados armados. A partir de entonces tenemos un Ejército que responde al presidente y no a la Constitución. A partir de entonces Bukele ha desmantelado tanto toda la institucionalidad que hoy controla todos los poderes del Estado, la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema y lo ha hecho inconstitucionalmente. Destituyó a magistrados de la sala de lo Constitucional y sin cumplir con ningún procedimiento impuso a cinco nuevos magistrados que como ya había sucedido en Nicaragua en su primera resolución lo que hicieron fue avalar la reelección. El presidente controla hoy la Fiscalía, la Policía, el Ejército, la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia y ahora todo el sistema de jueces. La democracia, que es un sistema de pesos y contrapesos, ya no tiene contrapesos en El Salvador.
Para qué sirve la democracia en una población empobrecida y sometida a urgencias vitales como sobrevivir en comunidades controladas por pandillas, en comunidades donde no llega el Estado
Y a pesar de todo Bukele sigue teniendo un nivel muy alto de aceptación popular...
Ha bajado un poco, sobre todo con el bitcoin, pero sigue siendo el presidente más popular de toda América Latina. Creo que esto debería ser un caso de estudio para todos aquellos interesados en la democracia, la legitimidad del poder y otra serie de conceptos que damos por hecho cuando son democracias funcionales. Debemos repensar algunas cosas. Primero para qué sirve la democracia en una población empobrecida y sometida a urgencias vitales como sobrevivir en comunidades controladas por pandillas, en comunidades donde no llega el Estado ¿Qué es para ellos la democracia? Si la democracia no ha sido capaz de resolver sus problemas vitales, la democracia no sirve para nada. Y esto es lo que ha pasado en El Salvador y lo que pasa en Centroamérica. Hay una encuesta que se hace en Chile que es el Latinobarómetro que mide la salud de la democracia en toda América Latina. El Salvador está en el último lugar. Es la población que menos cree en la democracia.
Estamos viendo en los últimos meses, muy singularmente en Centroamérica, que muchas personas, sobre todo del ámbito de los medios, tienen que irse de su país por sufrir detenciones o amenazas ¿Está pasando eso en El Salvador?
Primero aprovecho para hablar del drama de los nicaragüenses. Decenas y decenas de periodistas y escritores nicaragüenses exiliándose, aquí está Sergio Ramírez. Académicos, pensadores, empresarios, los que no están presos en Nicaragua están huyendo porque ya no se puede vivir allí, te arriesgas a que te metan en la cárcel y te torturen. En El Salvador hay un exilio silencioso, está empezando ese nuevo exilio y se están yendo centenares de salvadoreños por causas distintas a la emigración normal. Esto ya es un exilio político. Si ya no tienes garantías constitucionales, en el momento en el que el presidente te declara su enemigo tirará toda la institucionalidad del Estado contra ti y no tendrás ninguna defensa posible, ninguna, ya no podrás confiar en la justicia, ni apelar una sentencia que te parezca equivocada. Ya no tendrás defensa alguna y vas a terminar también en una prisión controlada por el presidente Bukele.
¿Cambiará algo la situación la presidencia de Biden?
A mí Biden me recuerda mucho a Jimmy Carter. Llegan al poder aferrados a recuperar la autoridad moral de su país y eso implica una política exterior de principios. Biden entró diciendo que su política exterior, particularmente para Centroamérica, iba a estar fundamentada en la consolidación democrática y la lucha contra la corrupción. Pero se toparon con la realidad, no han parado en un centímetro la agenda de desmantelamiento de la democracia de Bukele. En realidad, Centroamérica no es un tema de política exterior para Estados Unidos. En el fondo, la principal preocupación con respecto a Centroamérica que tienen son los migrantes que llegan a la frontera de México con Estados Unidos. Esto es un problema de política interna que los lleva a ganar o perder elecciones y eso lo determina todo.
Es uno de los factores con los que se chocó Biden. Si no tiene presidentes en Centroamérica con los que pueda sostener un diálogo no va a poder negociar cómo frenar esos migrantes y ahora se ve obligado a sostener un diálogo con presidentes que son exactamente lo contrario a esos principios fundamentales. Y luego hay un factor externo que es el que yo llamo el ratón en el salón, basta con mencionar la palabra China para que en Estados Unidos todos se suban en una silla y griten. Dices China y todo cambia, les asusta mucho. Bukele ha sido muy hábil, cada vez que los Estados Unidos lo reprenden o se alejan un poco lo que hace es acercarse a China. Todo lo que Estados Unidos le pidió a Bukele no se cumplió. El desmantelamiento de la democracia y los escándalos de corrupción son cada vez más dramáticos y por eso estamos en el momento de mayor alejamiento.
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