Helicobacter pylori, un riesgo latente que vive en nuestras entrañas
La Helicobacter pylori es una bacteria gramnegativa del tipo bacilo con forma helicoidal que vive en el estómago de los animales, principalmente mamíferos cercanos al ser humano. Su principal característica es la de poder usar su forma de hélice para entrar como un sacacorchos en la mucosa intestinal, donde se queda pegada viviendo como parásita. Se sabe además que precisa muy poco oxígeno para subsistir, así como que tiene la capacidad de fabricar ureasa, un enzima capaz de descomponer la urea en amoníaco y CO2.
De este modo el amoníaco formado es capaz de neutralizar parcialmente los ácidos de los jugos gástricos alrededor de la bacteria, permitiéndole vivir en un entorno tan hostil. Pero a su vez el amoníaco provoca lesiones en el epitelio intestinal que pueden acabar creando úlceras de estómago y duodeno, cuando el sistema no es capaz de cicatrizar las heridas con la misma rapidez que las produce la bacteria.
Qué afecciones puede causar
Se considera que Helicobacter pylori es la causante del 90% de las úlceras de estómago, también se cree que Helicobacter pylori pueda ser una de las causas de los cánceres gástricos, así como del linfoma de tejido linfoide asociado a mucosa (MALT), un tipo de cáncer linfático.
Aunque no existen por el momento pruebas concluyentes a este respecto, la OMS considera a Helicobacter pylori como probablemente cancerígena. No obstante, no todas las cepas, de las casi 400 que se conocen, tienen la misma virulencia ni actúan igual sobre todas las personas. En la mayoría de afectados jamás se producen síntomas y pueden convivir con la bacteria toda la vida sin saberlo. Son lo que se conoce como infectados asintomáticos.
Por qué se recomienda el tratamiento aunque no haya úlcera
Los digestólogos destacan que Helicobacter pylori es un huésped muy frecuente en los seres humanos, pues se estima que entre el 50% y el 70% de la población mundial, dependiendo de la zona, está infectada por este patógeno. En el caso de adultos jóvenes la tasa de infectados puede ser de un 20% en los países desarrollados, mientras que los países en vías de desarrollo supera el 50% y en ocasiones alcanza el 90%. Se puede transmitir por vía oral o fecal. Se ha aislado la bacteria en la saliva y la placa dental de individuos infectados, de lo que se infiere que también se puede transmitir por los besos. La extensión del tratamiento a los individuos asintomáticos busca eliminar las posibilidades de transmisión.
J.S.
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