Ante el estancamiento militar en Ucrania, Putin prepara a Rusia para una “guerra eterna” contra Occidente
Una noche de finales de diciembre, mientras los moscovitas paseaban por las iluminadas calles de la capital rusa en previsión de las fiestas de fin de año, un grupo de viejos amigos se reunió a cenar en el departamento de un alto funcionario del Estado.
Algunos de los invitados presentes, incluyendo a integrantes de la élite cultural y política rusa, brindaron por Año Nuevo. Expresaron sus esperanzas de un 2023 en paz y con vuelta a la normalidad.
A medida que avanzaba la noche, un hombre que apenas necesitaba presentación se levantó para brindar, sosteniendo su copa en la mano.
Era Dmitry Peskov. “Supongo que esperan que diga algo”, dijo el portavoz de Vladimir Putin desde hace mucho tiempo, según refirió a The Guardian una de las dos personas que relataron aquella velada a este medio. Las dos hablaron por separado, y bajo condiciones de anonimato.
“Las cosas se pondrán mucho más difíciles. Esto llevará mucho, mucho tiempo”, continuó Peskov.
Su brindis ensombreció el ambiente de la velada entre los invitados, muchos de los cuales han dicho en privado que se oponen a la guerra en Ucrania. “Fue incómodo escuchar su brindis. Quedaba claro que nos advertía que la guerra seguirá con nosotros y que debemos prepararnos para el largo camino”, dijo uno de los invitados.
Más de un año después del inicio de una operación militar en Ucrania que debía concluir en pocas semanas -según la planificación de las FFAA-, el gobierno de Vladimir Putin está poniendo a la sociedad rusa en pie de guerra contra Occidente y atrincherándose a la espera de un conflicto de varios años.
En el Lejano Oriente ruso, en la república de Buriatia, Putin habló largo y tendido ante los trabajadores de una fábrica de la industria aeronáutica. Una vez más, la retórica del presidente de la Federación presentó la situación trabada en Ucrania como una batalla existencial, un combate de vida o muerte por la supervivencia de Rusia.
“Para nosotros, no se trata de una tarea geopolítica, sino de la supervivencia del Estado ruso, de crear las condiciones para el futuro desarrollo del país y de nuestros hijos”, dijo Putin.
Según el analista político Maxim Trudolyubov, este discurso siguió un patrón común a todos los últimos discursos presidenciales. En cada uno de ellos se advierte cómo la predilección del jefe del Kremlin se inclina por aquellos tópicos y lugares comunes que giran alrededor de esa idea fuerza que varios observadores llaman 'Guerra eterna contra Occidente“.
“Putin prácticamente ha dejado de referirse a objetivos concretos en Ucrania. Tampoco propone ninguna visión de cómo podría ser una futura victoria. La guerra no tiene un principio claro ni un final previsible”, resumió Trudolyubov.
El mes pasado, Putin pronunció su discurso anual sobre 'El estado de la nación'. El líder ruso aprovechó para enumerar miuchos de los muchísimos agravios inflgidos al pueblo ruso por Occidente, para enfatizar que el Kremlin estaba al frente de una lucha por la supervivencia nacional, y que para concluiro que Rusia al final ganaría.
Apenas velado, el mensaje comunicado a la población, según Trudolyubov, consistía en informar que en Ucrania habría guerra por largo tiempo y en advertir que la ciudadanía debía aprender a convivir con un conflcto militar prolongado.
El combativo discurso de febrero fue descrito con consternacicón por gobiernos, diplomáticos y funcionarios occidentales. Consideraban que el líder ruso reafirmaba la guerra y que para una retirada de las tropas de rusia en Ucrania dejaba un margen demasiado estrecho.
Desde Moscú, un diplomático occidental aseveró que el discurso de Putin está guiado por un solo objetivo: la preparación del público ruso para “una guerra eterna”.
Este diplomático señaló que no era fácil anticipar si el presidente ruso aceptaría la eventualidad de una derrota. Por una razón: no parece que Putin sepa “en qué consiste perder”, qué hace un país o un gobernante en esa situación: por eso no ha sometido a examen la índole del conflicto,
Esta persona dijo que Putin no parecía estar reconsiderando el conflicto a pesar de la gravedad de los reveses y de las bajas abrumadoras que las FFAA rusas han padecido el último año. Este diplomático recordó que el jefe del Kremlin había sido un agente del KGB. Los servicios secretos están entrenados para perseguir, sin cuestionar, las metas que se les proponen: recalcular los objetivos les es por completo anti natural.
Según los servicios de inteligencia occidentales, es Putin en persona quien toma las decisiones operativas y tácticas que guian la guerra de Ucrania. Algunas fuentes occidentales han observado que ahora el presidente ya no menciona nunca en sus intervenciones públicas cuál es la situación rusa en el frente de Ucrania.
Según un estudio de los discursos del presidente realizado por el medio ruso Verstka, Putin mencionó por última vez los combates en Ucrania el 15 de enero, afirmando que la dinámica de su ejército era “positiva”.
Estas omisiones reflejan la incómoda aceptación del Kremlin de que es incapaz de cambiar el curso de la guerra en el campo de batalla, argumentó Vladimir Gelman, profesor de Política rusa en la Universidad de Helsinki.
“Es más fácil no hablar de los esfuerzos bélicos cuando tu ejército no progresa”, añadió Gelman. “Pero la reducción no es una opción para Putin; eso significaría admitir la derrota”.
En un principio, los dirigentes rusos esperaban que el conflicto durara sólo unas semanas antes de declarar la victoria, según los planes captados por los servicios de inteligencia occidentales al comienzo de la guerra.
Durante el invierno, analistas militares occidentales y funcionarios ucranianos advirtieron repetidamente de que Rusia, tras reclutar a 300 mil hombres el pasado otoño, organizaría un nuevo gran ataque.
Pero la ofensiva de Moscú a lo largo de un arco de 260 kilómetros en el este de Ucrania, que comenzó en febrero, ha reportado al país ganancias mínimas a un costo asombroso. Funcionarios occidentales han calculado que ha habido hasta 200 mil muertos y heridos en el bando ruso.
“Rusia simplemente no tiene la capacidad militar para una gran ofensiva”, dijo el experto militar estadounidense Rob Lee.
Según Lee, menos del 10% del ejército ruso que está ahora en suelo ucraniano cuenta con la competencia militar necesaria para paticipar con eficacia en maniobras ofensivas. La mayoría de las tropas está compuesta por conscriptos si formación militar suficiente.
“Las fuerzas rusas pueden lograr lentamente algunas victorias de desgaste, pero no son idóneas para penetrar las líneas defensivas ucranianas y así cambiar el curso de la guerra”.
Para mejorar las perspectivas militares a largo plazo, el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ha propuesto aumentar los efectivos de las FFAA, de 1,15 millones de combatientes a 1,5 millones.
“Vemos que el Ejército ruso se está preparando para una larga guerra. Putin apuesta a que Rusia sea una fuente inagotable de recursos, que finalmente superen a los de Ucrania a medida que Occidente se canse de ayudar a Kiev”, afirmó Lee.
A pesar de los reveses sufridos en el campo de batalla ucraniana, el Kremlin ha capeado cualquier posible reacción contra la guerra en el frente interno, aplastando los restos de la sociedad civil rusa y reorganizando el país en el proceso.
“Muchos en el país han aceptado plenamente que esta guerra no va a desaparecer y creen que tienen que aprender a vivir bajo esta realidad”, dijo Andrei Kolesnikov, investigador de la Fundación Carnegie que ha estudiado desde el comienzo de la guerra el comportamiento de la opinión pública rusa.
Kolesnikov afirmó que la capacidad y la voluntad de la población de Rusia para adaptarse a la nueva realidad han resultado ser mucho mayores de lo que muchos observadores esperaban.
Cuando Putin ordenó en septiembre la conscripción de 300 mil reservistas , los sociólogos observaron un repunte sin precedentes del miedo y la ansiedad, con hombres preocupados por ir a luchar y madres y esposas preocupadas por sus maridos, padres e hijos.
Sin embargo, al cabo de varios meses, el temor disminuyó, según Kolesnikov.
“La campaña de propaganda ha tenido éxito a pesar de las dudas iniciales de la gente”, dijo una fuente cercana a los responsables de los medios de comunicación del Kremlin, refiriéndose a las primeras protestas contra la guerra, que provocaron más de 15 mil detenciones en todo el país en las primeras semanas tras la invasión.
“El Gobierno ha conseguido reunir a la población en torno a la bandera. La forma en que se enmarcó el conflicto ayudó a la gente a aceptarlo”, añadió la fuente.
Se ha desplegado todo el poder del Estado para difundir e imponer el mensaje de que la guerra es necesaria para la propia identidad y supervivencia de Rusia.
La televisión nacional ha pasado de emitir entretenimiento ligero a emitir agresivas tertulias políticas.
Mientras tanto, las escuelas han recibido instrucciones de añadir formación militar básica e impartir lecciones 'patrióticas' que buscan justificar la guerra en Ucrania. La retórica estatal, incluidos los llamamientos de Putin a deshacerse de “la escoria y los traidores”, han provocado una oleada de denuncias donde colegas y amigos se acusan entre sí.
“El país se ha vuelto loco”, dijo Aleksei, un ex profesor de Historia en un internado de élite de las afueras de Moscú. Renunció recientemente tras un desacuerdo con la dirección sobre el nuevo plan de estudios “patriótico”. “Tuve que dejar de conversar con colegas y amigos. Vivimos realidades distintas”, afirmó.
Aunque cientos de miles de rusos han sido silenciados o han huido del país, un ruidoso grupo de partidarios de la guerra ha abrazado el nuevo rumbo patriótico.
Ellos también han señalado los crecientes costos del conflicto, pero piden una mayor participación pública, al tiempo que describen cada vez más la guerra como una batalla global con Europa y Estados Unidos.
A mediados de marzo se organizó en Moscú un evento del Movimiento Rusófilo Internacional. En esta asociación, que cuenta con el sostén del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, la mayoría de sus socios activos son activistas de grupúsculos extremistas occidentales y fanáticos de las teorías más conspirativas. El mensaje que pudieron oír era sombrío. “No es neozamismo lo que tenemos delante, es nazismo puro y duro, como el que se extiende a un número cada vez mayor de países europeos”, dijo a los rusófilos reunidos en la capital rusa el canciller Sergei Lavrov.
Konstantin Malofeev, un oligarca conservador que fue sancionado por EEUU en 2014 por “amenazar a Ucrania y financiar el separatismo en la región oriental de Donetsk”, les dijo: “Desde que el Ejército Rojo puso fin a la Segunda Guerra Mundial con la derrota de Berlín, nunca vimos tanto odio contra nuestros soldados. Pusimos fin a esa Guerra y ahora nosotros, los vencedores, nos enfrentamos al hecho de que el infierno se ha levantado de nuevo contra nosotros”.
En el Congreso Rusófilo moscovita fueron pocas, sin embargo, las alusiones directas a la situación en el frente de Ucrania. Al margen de los actos y actividades programadas, algunos hablaron del difícil avance de Rusia en el terreno y de los costos de la guerra.
“Todavía no entienden todos en este país lo que vamos a tener que pagar para ganar esta guerra”, dijo Alexander Dugin, filósofo radical ruso y destacado partidario de la guerra. “La gente de nuestro país tiene que pagar con su vida el amor por Rusia. Es algo grave, para lo que no estábamos preparados”.
La hija de Dugin, Darya Dugina, murió el año pasado en un atentado terrorista con coche bomba cuyo destinatario podría haber sido el ideólogo. Putin ha hablado en varias ocasiones sobre el atentado que mató a Dugina. Gracias a un video subido por el Kremlin, el nombre de la joven asesinada podía leerse en un documento de trabajo que Putin tenía en sus manos durante una reciente reunión del Consejo de Seguridad. .
“Ya pasó un año, y no creo que la gente de este país esté entendiendo todo lo que pasa”, añadió Dugin.
“Por supuesto, el Presidente cuenta con el pleno apoyo de la población. Pero el mensaje todavía no ha llegado plenamente a los corazones y las almas de todo nuestro pueblo (...) algunas personas han despertado, otras no. A pesar del año de guerra, esto va muy despacio”.
Traducción de Santiago Armando
AGB
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