Los ultras apartados por Francisco contraatacan para recuperar poder en el futuro cónclave

El portavoz vaticano, Matteo Bruni, sonríe micrófono en mano. Es la cuarta o quinta vez que le hacen la misma pregunta en los últimos días. ¿Qué pasa con el cardenal Becciu? ¿Podrá participar en el cónclave y votar para elegir al nuevo Papa? Con su voz pausada esquiva la cuestión calcando las palabras de las ocasiones anteriores: “Ahora estamos para hablar del funeral del Papa. Del cónclave se hablará después”. Los restos del papa Francisco ya reposan en Santa María la Mayor, después de un funeral celebrado ante más de 250.000 fieles. El día después ya se adivina, acaba un pontificado y, sin solución de continuidad, comienzan las luchas para elegir al sucesor de Bergoglio. Una sucesión que se dilucidará en el cónclave, pero para la que ya llevan tiempo trabajando algunos prelados perteneciente al bloque más conservador de la Iglesia católica.
Son los mismos que, durante años, consideraron a Francisco un Papa inválido, para ser la cabeza católica e intentaron que Joseph Ratzinger diera marcha atrás a su decisión de renunciar porque, entonces, y a pesar de que su nombre no aparecía en los titulares, ya era patente en los pasillos vaticanos que el obispo Bergoglio tenía todas las probabilidades para ser el elegido. En el cónclave donde emergió Benedicto XVI obtuvo muchos apoyos y, a posteriori, se ha conocido que el prelado argentino pidió que sus partidarios dejaran de votarle. Él mismo apoyaba a Ratzinger. Su momento no había llegado.
Tras el fallecimiento del Papa emérito, la estrategia viró por completo: ya no se trataba de deslegitimar a Bergoglio, sino de buscar a un sucesor que devolviera lo que consideraban el orden a la Iglesia después de lo que han vivido como un tiempo de “ruptura” con la ortodoxia.
Personajes como el cardenal Gerdhar Müller, con el cuerpo inerte de Francisco aún en la basílica de San Pedro, ya hablaban de un posible cisma si no se volvía a la ortodoxia, estrategia a la que se han sumado otros influyentes purpurados, como el neoyorquino Timothy Dolan, o los siempre solícitos a criticar a Bergoglio Robert Sarah o Raymond Burke.
Varios de estos purpurados han visto cómo salían de sus puestos de poder en la Curia vaticana durante el papado de Franscisco, pero no se han conformado. Desde Müller que saltó de la cabeza de la Prefectura para la doctrina de la fe o Angelo Becciu del Óbolo de San Pedro por su escándalo de corrupción por el que tiene un sentencia provisional.
Especialmente este último, punta de lanza de los movimientos de los grupos cercanos al MAGA que, crecidos tras la elección de Donald Trump y la muerte del que podría considerarse un opositor directo (el papa Francisco), buscan hacer a la Iglesia ‘grande otra vez’. Y cuentan con armas, dinero, y tiempo para hacerlo.
Es el caso del Informe Red Hat (Informe Birrete, en castellano), que desde 2018 lleva investigando a todos los cardenales para buscar posibles puntos débiles, especialmente en los más cercanos a Francisco, con el objetivo de eliminar a cualquier candidato que no cumpliera los rígidos estándares de ortodoxia planteados por los sectores ultras.
Conscientes de que muchos eclesiásticos tienen escollos en su pasado o ‘muertos en el armario’, la investigación –desvelada por National Catholic Report– se centró en buscar información comprometedora de los purpurados más cercanos a Francisco.
Así, se elaboraron dossieres sobre los vínculos de todos los cardenales con escándalos de abusos o corrupción, o con problemas económicos en sus diócesis y se buscaron testigos que pudieran probar algún tipo de conducta deshonesta. A la par, medios ultraconservadores lanzaron una web en la que se presentan breves informes sobre los cardenales en función de su ortodoxia sobre la doctrina, en cuestiones tan dispares como su postura ante las bendiciones a las parejas homosexuales, los divorciados vueltos a casar, el acuerdo con China o las misas en latín. Aspectos que cambió Francisco.
Todo con la intención –conseguida en muchos casos– de que los cardenales más alejados de la Curia, o menos informados sobre los tejemanejes del aparato eclesiástico, llegaran a Roma con el ránking elaborado por esta corriente como información contrastada para evaluar al posible sucesor. Y, al menos en estos días, parecen haberlo conseguido.
Ese Informe Birrete’ es uno más de los intentos curiales por controlar el cónclave. Ya sucedió en 2005, cuando se filtró que el entonces cardenal de Bergoglio había sido complaciente con la dictadura, algo que no evitó que en el siguiente cónclave, de 2013, fuera elegido.
De hecho, cuando todavía no se ha entrado en pleno precónclave, ya empiezan a filtrarse supuestas enfermedades de purpurados, escándalos sexuales de otros, o escándalos de gestión asociados a posibles candidatos. Aunque, públicamente, el gran escándalo entre los cardenales está en la participación de Angelo Becciu en el cónclave.
Se reanudan las reuniones
Este domingo será un día de oración para los cardenales, que se acercarán a la basílica donde descansa el pontífice para rezar por él y quizá por la inspiración divina que necesitan para elegir al próximo líder de la Iglesia católica. Pero detrás de las frases en latín y las muestras de respeto, todos son conscientes de que la carrera ha comenzado y que empiezan a contar las horas definitivas.
Los cardenales volverán a reunirse el lunes por la mañana, aunque no se sabe cuántos de ellos están ya en Roma –a la última congregación general asistieron 149– ni cuántos de ellos podrán ser finalmente electores, a cuenta del conflicto Becciu, que tuvo su gran giro de guión el viernes, cuando el número dos del Vaticano, Pietro Parolin, exhibía delante de los presentes dos cartas firmadas por Francisco en las que vetaba al defenestrado enemigo de Bergoglio, según contó el ex director de L'Osservatore Romano en el medio Domani.
Fuera de los muros romanos, los movimientos ultraconservadores vuelven a afilar sus dientes. Algunos, incluso, desde España. Y es que los curas que rezaron por la muerte del Papa Francisco, y que se vieron obligados a suspender la emisión de sus tertulias a través de la red anunciaron su regreso este viernes por la tarde, cuando el cuerpo de Francisco no había sido todavía inhumado.
Uno de los líderes de la Sacristía de la Vendée, 'pater Góngora', publicaba un tuit en el que hacía referencia al abrupto final de las emisiones, y una promesa de regreso. Y lo hacía con un mensaje adjunto: “El momento se acerca”.
Un mensaje que ha sido ya rebotado por otros curas ultras, como el argentino Javier Olivera Ravasi –hijo de un represor y encargado de haber coordinado la visita de diputados libertarios a genocidas en el penal de Ezeiza– sin que, por el momento, sus obispos hayan hecho nada por evitarlo.
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