Ritondo hace equilibrio entre Macri y Karina para cerrar el acuerdo del PRO en la provincia de Buenos Aires

A veces es una danza: un saltito para el frente y un pasito para atrás. A veces es solo un juego de puestas en escena, postales que Mauricio Macri y Karina Milei se revolean sobre sus cabezas, atentos a mejorar su poder relativo en la mesa de negociación. En el medio, sin embargo, siempre están los mismos: los acuerdistas del PRO, el ritondismo que hace equilibrio entre su pasado, el PRO macrista, y el futuro libertario al que quiere pertenecer. Para ellos, el acuerdo con La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires ya es un hecho. Solo faltan los detalles y cómo se lo explican, luego, a Macri.
Convencer a propios y extraños de que sin acuerdo con LLA no hay supervivencia política posible es un trabajo que requiere discreción. Cristian Ritondo dialoga casi cotidianamente con Santiago Caputo, Lule Menem y Sebastián Pareja, pero no se lo transmite a casi nadie. Ni a Macri. Solo a sus escuderos, como Diego Santilli, Alejandro Finnochiaro o Guillermo Montenegro, quienes también tienen un vínculo aceitado con la Casa Rosada y ya se imaginan integrando una boleta violeta en las elecciones de este año.
No ven otro escenario posible. Algunos, como Santilli, ya advierten que no competirán en las elecciones si no se cierra un acuerdo. “¿Querés que sea el candidato del 7% para enfrentarme con Milei? La sociedad nos va a matar”, le dijo, hace tres semanas, el “Colo” a Macri en privado, cuando el expresidente todavía fantaseaba con que encabezara la lista del PRO para diputados nacionales en PBA. Para Santilli, al igual que Montenegro, el “cambio” lo pasó a representar a Milei y no hay supervivencia política posible enfrentándose al líder libertario. Ellos ya definieron.
Ritondo juega un juego difícil, de equilibrista. En los papeles, el jefe de bloque PRO es el emisario de Macri en la trinchera enemiga, pero ya hace meses que funciona más como un cuentapropista del PRO bonaerense. No quiere “traicionar” al expresidente e insiste, puertas adentro, con cerrar un acuerdo “institucional” con LLA, en sintonía con lo que el propio Macri pide en público. Pero, en la práctica, primero mueve y después le informa a Macri. Si se reúne con Karina en la Casa Rosada, el expresidente se entera a los dos días, cuando la foto está por publicarse. Pero Ritondo compensa: a la semana se saca otra foto, en la sede partidaria del PRO, o con el propio Macri, participando de alguna recorrida.

Es un juego de fotos, y el expresidente lo deja hacer. Macri sabe que Caputo y Karina tientan a los dirigentes de su espacio para que abandonen el PRO y se sumen a LLA. Sospecha que el Gobierno no tiene interés en cerrar un acuerdo con el PRO sino más bien robarle los dirigentes, pero observa que ya no puede ordenar a los propios como en otro tiempo. Su liderazgo es cuestionado cada vez con más vehemencia, pero Macri, de momento, se mantiene agazapado. Juega a relanzar el partido con “caras nuevas” y participa activamente de la campaña porteña junto a Silvia Lospennato, su prioridad número uno. Y, de vez en cuando, lanza un zarpazo.
Fue lo que pasó, por ejemplo, el miércoles en Mar del Plata. Luego de participar de una recorrida junto a Montenegro, intendente de General Pueyrredón, cuya cabecera es esa ciudad balnearia, Macri encabezó una conferencia de prensa en la que se refirió a los dirigentes amarillos que habían dado el salto a las fuerzas del cielo. “Todos los dirigentes que tenían precio ya fueron comprados, los que quedamos tenemos valores”, disparó. Como para que no hubiera dudas del mensaje, minutos después, Fernando de Andreis, el colaborador más cercano de Macri, replicó la frase en Twitter con una imagen del expresidente junto a Montenegro y Ritondo.
La frase de Macri generó un tembladeral en el PRO. Los primeros coletazos se vivieron en el grupo de WhatsApp del bloque amarillo en Diputados, en donde Silvana Giudici salió encendida a cruzar al exmandatario. El bullrichismo acusó recibo del golpe, pero no fue el único. El mensaje había llegado también a su verdadero destinatario: los bonaerenses que están llevando adelante las conversaciones para converger en un frente electoral en la Provincia y que, casualmente, se encontraban al lado de Macri durante la conferencia de prensa.
“Macri les pegó a los que se fueron y nos envió un mensaje a nosotros. Está rompiendo los puentes”, admitió, irritado, uno de los armadores de PBA. “Se convirtió en un líder destructivo. Parece la Cristina de la derecha. La lógica del ‘poder soy yo o no es nadie’. Parece desesperación”, remató el dirigente, quien dice “Cristina” como si dijera “el anticristo”.
Malabares sobre la cornisa
Frente al enojo interno, Ritondo optó por hacer control de daños. Se acercó a Giudici y a los bullrichistas, y les explicó que Macri se estaba refiriendo a los Diego Valenzuela y Federico Sturzenegger de la vida, que se habían pintado de violeta por su cuenta. No a ellos. No los convenció, pero si los tranquilizó. Sus alfiles, mientras tanto, se encogían de hombros. “Mientras la escalada de tensiones sea aritmética y no diga barbaridades, está bien. Macri juega y hay que dejar que pegue. Después hacemos control de daños. Tenemos que hacer los boludos porque si rompemos ahora estamos perdidos”, admite un referente amarillo con estructura propia en PBA.
El desafío del ritondismo es, en efecto, el buen timing. Ninguno quiere romper con Macri y sentarse a negociar con Caputo en inferioridad de condiciones. Saben que necesitan de Macri y del partido para mostrar músculo, estructura y capacidad de daño. Es una negociación por partida doble: con Macri, para convencerlo de no dinamitar todos los puentes con Milei, y con el Gobierno, para que no los deje afuera.

Las conversaciones, de momento, llegaron a un impasse. Ritondo y Finnochiaro negocian porotos y lugares en las listas con la Casa Rosada, pero hasta el 18 de mayo, cuando se lleva a cabo la elección porteña, no se tomará ninguna decisión. El PRO fantasea con tener al menos cuatro lugares en la lista de diputados nacionales, pero dependerá de lo bien parada que salga la lista que encabeza Lospennato frente a la de Manuel Adorni. Un PRO fortalecido, que le saca al menos tres puntos a la lista de LLA, es un PRO que puede demostrarle al Gobierno que lo necesita para ganarle al peronismo en la provincia de Buenos Aires.
“Nosotros le tenemos prendida una vela a Santoro. Necesitamos que el Gordo gane, para que haya un operativo clamor para que nos unamos en la Provincia. Y necesitamos que haya una diferencia chiquita entre el PRO y LLA. Porque si al PRO le va muy bien Macri nos va a decir que nos estamos regalando. Y si a Adorni le va muy bien, Karina no va a querer cerrar nada”, sintetiza uno de los principales armadores del ritondismo.
Es un equilibrismo cauteloso. El PRO acuerdista se juega su supervivencia y está convencido de que si, al final del camino, no hay una alianza electoral con LLA desaparecerá. Necesitan que, hasta el 18 de mayo, ni Karina ni Macri terminen de patear el tablero. Rezan, en privado, para que la línea Caputo, menos proclive al purismo dogmático, triunfe sobre la línea karinista. Y apuestan a que, sobre el final, cuando ya esté todo cerrado, Macri les de su bendición.
MC/JJD
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