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Podcast - Sobremesa

Las coaliciones políticas, ¿una rareza en la historia argentina?

Roy Hora / Pablo Gerchunoff

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PG: Acercándonos a las elecciones vemos que no se habla de partidos políticos, ni siquiera se habla de espacios, ahora se habla de coaliciones, se habla de dos grandes coaliciones con algunas fuerzas políticas en el margen. Las preguntas que a mi se surgen son: ¿las coaliciones, tales como las vemos hoy, son una rareza en la historia argentina? Las dobles coaliciones, ¿existieron alguna vez? Y las coaliciones, en la experiencia histórica argentina, ¿son estables, son inestables, son armas que carga el diablo?

RH: Tres preguntas difíciles, pero interesantes. Sobre la primera: creo que son poco frecuentes, son una suerte de desvío del patrón dominante de la política argentina. La Argentina es una sociedad que ha tenido históricamente partidos políticos poderosos, bien arraigados socialmente, ya desde el siglo XIX, y partidos que forjaron además grandes liderazgos, que es un obstáculo para la coalición. Son partidos nacionales, en el sentido de que están muy presentes en distintas regiones, mayoritarios y con grandes liderazgos. A eso le pongo tres nombres: roquismo, yrigoyenismo, peronismo. Es una tradición que después se continúa con otros nombres. 

PG: Alfonsín quiso sumarse, pero no le salió…

RH: Se llama después eso menemismo, kirchnerismo, se puede incluso hablar de macrismo. Pero creo que hay un elemento importante y es que la tradición argentina es personalista, pero es un personalismo institucionalizado. Los constructores del sistema político pusieron mucha energía para construir organizaciones políticas, sobre todo Roca e Yrigoyen. Roca para armarlo, porque todavía no estaba armado, e Yrigoyen porque vino desde afuera. Perón me parece que menos, porque su fuerza se armó más desde el Estado y siempre el partido tuvo un papel secundario, quizás porque Perón no quería un foco de poder rival, que compitiera con la Casa Rosada. Si uno ve los nombres del Partido Justicialista, no tenían entidad. 

Las coaliciones son poco frecuentes, son una suerte de desvío del patrón dominante de la política argentina.

Roy Hora

También, yendo más hacia adelante, el propio Macri fue un constructor de partido. Creo que nadie puede ver al PRO como un partido armado en torno a CEOs y exalumnos del Newman, fue mucho más que eso, o es más que eso. Cuando miro la experiencia histórica veo un patrón común: partidos grandes que nacieron y se fortalecieron porque les tocó un momento de prosperidad, de expansión, de incorporación. En los tres casos se ve. Roca, la década del 80, mucho crecimiento, el cambio tecnológico, ferrocarriles, eso ayudó a armar un partido nacional en lo que hasta ese momento era una política de coaliciones, sobre todo provinciales. Yrigoyen y su radicalismo creo que es inimaginable sin la bonanza de los 20. Y el peronismo es muy difícil de imaginar sin el trienio dorado. En esas circunstancias, cómo no iban a emerger partidos con liderazgos muy potentes.

PG: Hasta ahora estás poniendo el énfasis en que las coaliciones son una rareza…

RH: Son una rareza, entonces hay que mirar el reverso de la medalla, para ver cuándo nacen. Ahí me detengo en La Concordancia, que gobernó en la década del 30 y le tocó gobernar en el contexto del golpe contra Yrigoyen, con fraude en muchos distritos, sobre todo en la provincia de Buenos Aires… Y era una suerte de coalición de los perdedores. 

PG: Recordemos que era una coalición de la Unión Cívica Radical Antipersonalista, el Partido Socialista Independiente y el Partido Demócrata Nacional, esto es, los conservadores, con una jefatura no tan fuerte como la de los caudillos que has nombrado, que fue la de Agustín P. Justo.

RH: Tengo la impresión de que a Justo o a otros les hubiese gustado construir un partido más articulado, más grande, pero las circunstancias no eran propicias. Acá estoy haciendo un argumento societalista, entro a la política diciendo que no estaban dadas las condiciones para que los votantes estuvieran contentos con lo que les podían ofrecer.

PG: ¿Qué es lo que genera la necesidad de esa coalición tan compleja? En principio, derrotar al yrigoyenismo, porque la coalición nace en el 31, Yrigoyen todavía estaba vivo y estaba la experiencia de que había ganado la elección en la provincia de Buenos Aires. Que después eso haya derivado en el fraude es, en el fondo, un fracaso de La Concordancia como coalición. No pudo realizarse en una democracia plena. Pero cuando La Concordancia va evolucionando y generando ese clima de fatiga y desasosiego social que hay en Argentina en los fines del 30 y los 40, ahí aparece una propuesta de coalición, que es la Unión Democrática. Pero no hablo de la Unión Democrática contra Perón, sino de la Unión Democrática tratando de quebrar a La Concordancia y al fraude. Fue una coalición de partidos… no sé cómo llamarlos, ¿de centroizquierda? Estaba la Unión Cívica Radical, en ese momento dirigida por Alvear, estaba el Partido Demócrata Progresista, el Partido Socialista y entre bambalinas el Partido Comunista. Era una coalición progresista.

RH: Muy en sintonía con fenómenos de la época: la política de frentes populares. 

PG: Exactamente. Porque el sello Unión Democrática tiene tan mala prensa, que recordemos que en ese momento tenía algún sentido, era una coalición de partidos contra el fraude que no llegó a realizarse porque primero estuvo el golpe del 43. Hubo otras circunstancias también… Ese fue un intento de coalición que, de haber prosperado, hubiera sido una batalla política entre dos grandes coaliciones. El golpe del 43 interrumpió eso.

RH: Sí, soy relativamente escéptico respecto a la posibilidad de que esa coalición verdaderamente funcionara, más allá del proyecto de abrir a la Argentina al sufragio honesto. Me parece que los que estaban más interesados en una política de frente popular eran estos actores menores, socialistas y comunistas, los radicales decían “¿por qué vamos a compartir la torta?”.

PG: Los radicales estaban en la lucha contra el fraude, ese era claramente el objetivo

RH: Además, como sabían que eran mayoritarios, su interés en una coalición amplia era más reducido, más allá del tema del fraude.

PG: La coalición Unión Democrática 2, la que trata de darle batalla a Perón, y creyendo que la iba a ganar cómodamente, esa sí prosperó como coalición electoral, no sé si hubiera prosperado como coalición de gobierno. Pero fue otro experimento de coalición también, ya no contra el fantasma del partido nacional y popular que vuelve a la escena, sino contra los militares y el eje, contra el nazifascismo. Ahí tenemos dos experimentos que en realidad no llegaron a nacer como experiencias de gobierno. ¿Y qué más tenemos? Porque después sí viene lo que vos decís, la etapa de los dos grandes partidos, uno muy predominante sobre el otro, el justicialismo, el peronismo, y la Unión Cívica Radical. Y eso nos acompañó hasta.. ¿De la Rúa?

RH: Creo que sí, porque cuando se invirtió de manera temporaria la gravitación de esas dos fuerzas, y el radicalismo con Alfonsín se volvió el partido mayoritario, por lo menos en dos elecciones, el modelo que adoptó no fue el de coalición. Lo que trató de hacer Alfonsín, con bastante éxito, fue avanzar fundamentalmente sobre su centroderecha.

PG: De otra manera no podría haber sacado el 52% que sacó, lo absorbió todo. 

RH: Creo que la política de coalición, la de la Alianza, es un producto del debilitamiento de ese proyecto.

La Alianza fue un experimento de coalición que terminó en meses, porque el jefe del grupo minoritario decidió abandonar el barco bastante rápidamente, me refiero a Chacho Álvarez

Pablo Gerchunoff

PG: La Alianza fue un experimento de coalición que terminó en meses, porque el jefe del grupo minoritario decidió abandonar el barco bastante rápidamente, me refiero a Chacho Álvarez. ¿No hay también un experimento coalicional en la transversalidad de Kirchner? 

RH: Podría verse así y probablemente Kirchner en su momento pensó que ese era el mejor camino, pero, otra vez, las razones que lo llevaron por ese camino tienen que ver con su debilidad de origen. El hecho de que estaba pensando: “¿hacia dónde crezco, cómo amplío mi base de apoyo?”.

PG: Es más bien una política de expansión de su propia fuerza, no es exactamente una política de coalición. 

RH: De hecho, en un momento la abandonó. Y cuando uno ve, sobre todo en el gobierno de Cristina, la segunda parte de su primer gobierno, su momento más exitoso, 2010, 2011, lo que ahí predominó, fue el “vamos por todo”. Ninguna coalición. 

PG: Pero es interesante, porque ahí, ante semejante fuerza, empieza a nacer la idea de “¿por qué no nos juntamos?” del otro lado. 2011 es notable en ese sentido. Y la idea viene de la deprimente elección, por un lado, de Ricardo Alfonsín con De Narváez y del otro lado, Hermes Binner. Fueron 17 puntos de diferencia. Era como para ponerse a pensar, desde la oposición. Quizás ahí es donde nace esta idea que llevó a Cambiemos. No creo que nadie lo pensara liderada como alguien como Macri, pero la idea de “juntémonos para ver cómo le ponemos un límite a esto” nació en la elección de 2011.

Quizás ahí es donde nace esta idea que llevó a Cambiemos. No creo que nadie lo pensara liderada como alguien como Macri, pero la idea de “juntémonos para ver cómo le ponemos un límite a esto” nació en la elección de 2011.

Pablo Gerchunoff

RH: En 2015 fue un momento de dificultades para el kirchnerismo, porque el segundo gobierno de Cristina no fue bueno, y eso explica la derrota electoral. En el momento en que Macri vio que con la elección de 2017 podía fortalecerse, se dio cuenta que lo suyo era poner a los radicales en uno de los furgones de atrás.

PG: ¿Y cómo lo ves hoy? Hoy estamos en una situación en que las coaliciones parecen tener cierta estabilidad, aunque, como dijiste vos, lo predominante en Argentina son partidos fuertes con caudillos fuertes. Tengo la sospecha de que pensás que esta experiencia de dos coaliciones es efímera, ¿es eso?

RH: Para los que miramos la sociedad del presente a la luz del pasado es difícil mirar hacia adelante. Si yo tuviera que sacar una lección de cuál fue la trayectoria argentina en este plano diría que las coaliciones en general no funcionan. No son aberraciones, pero son sobre todo producto de un contexto de debilitamiento de la fuerza dominante. No están inscriptas en el ADN de la política argentina. 

Las coaliciones no son aberraciones, pero son sobre todo producto de un contexto de debilitamiento de la fuerza dominante. No están inscriptas en el ADN de la política argentina.

Roy Hora

PG: A menos que no surja una fuerza nueva con un caudillo potente en el futuro, en cuyo caso, como en otros países de la región y el mundo, la realidad se parezca más a la fragmentación y la coalición. Eso puede pasar

RH: Eso es probable. Y vuelvo a algo que ya dijimos: el PAN tuvo su década dorada, Yrigoyen tuvo su década dorada para consolidarse, y Perón también. Desde entonces, todos viven un poco de esa inercia, consumiendo ese capital. Para que se desorganice el escenario que hoy tenemos de coaliciones, para que emerja algo que ya vimos a lo largo de nuestra historia es probable que necesitemos un contexto de expansión productiva…

PG: Tenemos que vivir una buena época. Y alguien a cargo, no digo que se va a quedar con todo...

RH: Pero va a cosechar los frutos. Creo que, como hoy nadie es demasiado optimista respecto de que vamos hacia una buena época, no me extrañaría que las coaliciones sigan viviendo por varios años. 

RH/PG/CB

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