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Análisis

Kicillof reseteó su gabinete: contención a un PJ sin brújula y el final de la mesa chica

Axel Kicillof y Cristina Kirchner

Pablo Ibáñez

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- Yo pensé en que hubiera hecho Néstor con este resultado. Y lo hice.

Alicia Kirchner fue, horas después de la paliza electoral, la primera en pedir la renuncia de su jefe de Gabinete. En Santa Cruz, el Frente de Todos (FdT), perdió por 18 puntos y zafó, por apenas 5 mil votos, de salir tercero detrás del frente SER que comanda el sindicalista de los petroleros privados Claudio Vidal. Aplicó, según contó a principios de la semana, el manual no escrito del ADN K: tras una derrota, debe renunciar el jefe de gabinete, un “fusible” político obvio más obvio frente a una crisis.

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Alicia K tardó cuatro días en aceptarle la dimisión a Leonardo Álvarez, que presentó la renuncia el lunes y desató un efecto dominó que siguió con las presentaciones, in voce, del gabinete de Axel Kicillof y el miércoles, 5 minutos antes de las 14, adquirió magnitud atómica con la carta en la que Eduardo “Wado” De Pedro ofreció su salida de la cartera de Interior a Alberto Fernández. La mariposa que aleteó en Santa Cruz el lunes desató un terremoto en Casa Rosada el miércoles y un huracán que arrastró, el domingo, a tres funcionarios de Kicillof.

La mayoría los intendentes no movimos todo lo que podíamos mover. No para jugar para atrás sino porque estábamos seguros que la elección se ganaba. No pensamos que la elección se iba a nacionalizar tanto.

Una, María Teresa García, tenía la salida definida porque, por pedido de Cristina Kirchner, fue candidata a senadora provincial para comandar, desde diciembre, el bloque del FdT en esa cámara bonaerense. Los otros dos, Carlos “Carli” Bianco y Agustín Simone, jefe de Gabinete y ministro de Infraestructura, liberan sus lugares para que ingresen dos intendentes peronistas, jefe territoriales, ganadores en sus pagos chicos, pero además de vínculo óptimo con Máximo Kirchner.

Martín Insaurralde, alcalde de Lomas de Zamora, y Leo Nardini, de Malvinas Argentinas, expresiones de los dos hemisferios del conurbano, la Tercera y la Primera, replican en provincia lo que Juan Manzur representa en el staff de Fernández: la incorporación de territorios, gestores directos y poder peronista. Supone, a la vez, que vez que tantos los gobernadores y como los minigoberandores del Gran Buenos Aires se involucren de manera directa en la gestión “Los que desde la platea dicen lo que hay que hacer, ahora van a tener lugar para hacerlo”, apuntó un operador del FdT.

Espejos

El jueves, Kicillof le ofreció los cargos a Insaurralde y Nardini. Todavía no se había despejado la nube negra entre los Fernández, enroscados en una conversación pública convertida en una extravagante coreografía de cartas y notas en OFF-ON. Tardó en conseguir el sí definitivo y en sumar a Cristina Alvarez Rodríguez, la diputada que vuelve a un cargo que ocupó con Daniel Scioli.

Así como Fernández desplazó a dos espadas del albertismo, Santiago Cafiero y Juan Pablo Biondi, Kicillof mueve a Bianco y Simone, dos piezas primordiales en su engranaje operativo y en su sistema de creencias político. Los muda a otros espacios, cercanos, pero sin el poder de firma que tenían ahora. El gobernador resigna un método: se despide de la mesa chica, kiciloffismo primer anillo, los llamados “mormones”.

“La elección dejó en claro que el estilo del gabinete loteado que aplicó Alberto no sirvió. Pero también demostró que el sistema de Axel, de un gabinete muy propio, ordenado pero muy cerrado, tampoco dio resultado”, analizó, el domingo, muy tarde, una fuente bonaerense.

En paralelo, reconfigura el vínculo tortuoso con Máximo Kirchner, ese conflicto de hermanos políticos que operan bajo la jefatura de Cristina. La Cámpora, de manera directa, no incorpora figuras pero Insaurralde y Nardini son dos socios políticos estrechos del jefe de los diputados del Frente de Todos (FdT).

“Luego de lo que presionó para Alberto cambie el gabinete, Cristina no podía permitir que en la provincia de Buenos Aires no cambie nada”, apuntó un dirigente. Fue él mismo quien agregó lo que es, bajo la superficie, el factor que generó más alarma en el dispositivo K: el miedo a que el resultado -la catástrofe que nadie vio venir y cuya mancha venenosa no se detuvo-, tenga un efecto de desintegración del armado político y que, en las Legislativas del 14 de noviembre, los intendentes jueguen al “sálvese quien pueda”, casi un llamador para empezar a imaginar otros destinos y alianzas hacia el 2023.

Un meme, que mezcla una imagen de Mauricio Macri hablando por teléfono con otra de Sergio Massa que le dice “¿qué hacés perdido?”, dice más que un tratado psicológico de la desolación del peronismo bonaerense, al que se le desmagnetiza la brújula si no tiene, por delante, alguna expectativa de futuro. Si en noviembre se repiten los resultados, muchos alcaldes perderán poder en sus distritos lo que se agravará con otro factor: la imposibilidad, para la mayoría, de reelegir dentro de dos años

Sin noviembre y sin proyección propia ni ajena para 2023, el PJ puede ser víctima del desbande. “La mayoría no movimos todo lo que podíamos mover. No para jugar para atrás sino porque estábamos seguros que la elección se ganaba. No pensamos que la elección se iba a nacionalizar tanto”, confió a elDiarioAR un alcance del conurbano. Y anticipó que eso no pasará en noviembre aunque la frase no signifique que el resultado se pueda dar vuelta.

Con Insaurralde y Nardini en el gabinete, más Alvarez Rodríguez -referenciada en el PJ-, la lectura lineal es que los alcaldes se sentirán más comprometidos y jugarán a fondo para mejorar el resultado del 14 de noviembre. Un funcionario bonaerense dice, animoso, que se puede ganar. “Si ganamos por un voto, salgo a festejar”, apunta y enumera la matemática posible del milagro electoral. Lo que ya se contó en otras columnas: baja concurrencia, sobre todo en barriadas y distritos donde el PJ tiene más adherentes, cierto relajo -o malestar- de las dirigencias, más la falta de interés ante la falta de una PASO.

Otro intendente estima que con mejorar el resultado en la Primera Sección, mantener el score en la Cuarta y mejorar unos puntos en la Séptima, el FdT hace negocio porque mejorar su posición relativa en el Senado bonaerense. Para todo, así y todo, se necesita un marco general primero de orden político, luego de medidas de gobierno y para completar el proceso, de despliegue de la maquinaria peronista.

PI

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