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Escenas de campaña
Escenas de campaña

Massa limitado y Bullrich sin brújula en un ring donde Milei luce inmune

Axel Kicillof y Sergio Massa durante un acto en la provincia de Buenos Aires

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En un municipio del conurbano oeste y en otro del noroeste bonaerense, los fiscales del peronismo detectaron que efectivos de fuerzas de Seguridad reponían las boletas violetas de Javier Milei. El episodio, que anima la mitología electoral, fue verificado por un integrante del equipo que diseñó el operativo de fiscalización de Unión por la Patria (UP) que detalló de qué fuerza federal se trató y puntualizó que los uniformados, que forman parte del Comando Electoral, no podían hacer lo que hicieron.

Los sucesos pudieron ser anomalías en dos territorios puntuales pero, en clave política, son procesados en el mundo peronista como otro indicio del hachazo que no vieron venir y que está fuera de su alcance. En el PJ bonaerense rememoran el 2009 cuando armaron las listas y cuidaron las boletas de Francisco De Narváez -que fue, en aquel turno, aliado a Mauricio Macri y Felipe Solá-. Fue una derrota áspera que pagó Néstor Kirchner pero, en la práctica, De Narváez funcionó casi como una colectora y, al poco tiempo, muchos de sus legisladores y concejales se volvieron oficialistas bis. El empresario fue, como Sergio Massa en 2013, un fenómeno legislativo que no resistió hasta la ejecutiva siguiente.

Milei, hasta acá, atravesó ese karma. En buena medida porque UP lo asumió como una pieza esencial y necesaria en su ajedrez donde el enemigo era JxC. Por default, gobernadores y alcaldes peronistas, en busca del mayor control posible, oficiaron como armadores más o menos secretos de las listas de Milei. “Le pusimos candidatos, le bancamos la campaña y le cuidamos la boleta”, cuenta un jefe territorial que avisa que eso no se repetirá el 22-O. ¿Cómo impactará la inexistencia de esa cobertura? Los armadores asumen que la logística electoral puede ajustar algunas décimas, si está muy aceitada algún punto, pero ningún dique pueda frenar una avalancha.

Macri alardea por haber proyectado hace meses un mapa de triple color político: Milei presidente, Kicillof gobernador, su primo Jorge como jefe de Gobierno

El clima de un Milei irreversible dominó la última semana. Aunque la película está en desarrollo, el poder y, en particular, la política parecen replican los pasos del duelo: tras el shock del 13-A y la furia contra los votantes, luego del desconcierto por no saber cómo revertir el resultado y la angustia de un mal final, en el peronismo -pero también, y con otras derivaciones, en JxC- atraviesan la etapa en que olfatean inevitable que dentro de 98 días Milei jurará como presidente.

En parte, el peronismo cimenta el mito Milei. En la cercanía de Massa, lo comparan con el “primer Menem” y no lo hacen como un disvalor: refieren a la versión del riojano que irrumpió en el ring, se adueñó del peronismo y reinó una década. El voto trasversal que juntó el libertario, tal como lo precisa un informe de Betta Lab, se invoca como otra reminiscencia a lustro inicial del menemismo porque reunió a los dos deciles extremos, el más pobre y el más rico, de la estructura social. El mix peronismo-UCeDé.

Pronóstico

“Somos futuros asambleístas”, dicen, con una ironía turbia, un diputado y un candidato entrable -ambos opositores- que comparten la hipótesis que Bullrich habría pronunciado -una fuente jura que sí, otra que no- en una cumbre del PRO según la cual, a los dos meses de asumir, Milei sería eyectado del gobierno. Nadie se espanta ante un escenario de Asamblea Legislativa que se convirtió en una referencia habitual en los análisis de cualquier conversación política. Trafica, como nota al pie, que la entronización del libertario es irreversible.

La presunción de un estallido en el caso que el libertario asuma el poder es un escenario posible. “Con Milei o con Bullrich, para nosotros sería una tragedia”, advierte Axel Kicillof. “Ni Patricia Bullrich ni Javier Milei van a resolver un solo problema, necesitamos a Massa de Presidente”, apuró la campaña el gobernador. En CABA, Jorge Macri no es tan dramático. La autonomía económica de la ciudad permite otros márgenes y a su lado deslizan que hay terminales con el libertario. Mauricio Macri, cuya obsesión más explícita fue retener el gobierno porteño, puede funcionar como ese potencial enlace. Un dirigente que charló con el expresidente a su regreso de Marruecos, contó que Macri alardea por haber proyectado hace meses un mapa de triple color político: Milei presidente, Kicillof gobernador, su primo Jorge como jefe de Gobierno.

El gobernador peronista de una provincia del norte le confesó a un ministro nacional que en su territorio la elección es irremontable y que su prioridad será tratar de mejorar la performance de sus legisladores nacionales. El mandatario participará, junto a otros, del relanzamiento de la campaña de Sergio Massa que se programa parel fin de semana próximo. En zig zag, el candidato-ministro navega entre dos corrientes. Una le propone que debe recostarse sobre los jefes territoriales, que en general miden mejor que él, para que lo ayuden a crecer. La otra le plantea que deben rehuir de las postales políticas porque todo es casta. Esther Solano, madrileña radicada en Brasil, que estudió el surgimiento y ocaso de Jair Bolsonaro, es invocada como gurú para orientar cómo y cuánto enfrentar a Milei. Es quien sugiere que el ecosistema de figuras de UP, entre ellas Cristina Fernández de Kirchner, no deberían aparecer porque forman parte de la casta.

Massa se aventura a un mano a mano con Milei, en las redes, ese territorio donde el libertario se mueve mejor. Emergieron, hasta acá silvestre, comunidades ligadas a UP que empujan cruzadas en Tik Tok, Instagram y Twitter, una guerra del meme, una batalla que la política analógica desconoce de punta a punta. Massa confronta con Milei y Bullrich desempolva, entre Melconían y la UCR, el discurso del antikirchnerismo.

Un trabajo de la consultora Alasta de Juan Courel, cuyo relevamiento de campo hizo, post PASO, TresPuntoZero de Shila Vinker, refleja la solidez del voto de Milei: 7 de cada 10 votantes de LLA tenían decidido su voto un mes antes de la elección -es decir, no fue un voto arrebatado decidido sobre la hora- y el libertario tiene el registro más alto de eficacia de la campaña: más del 60% decidió su voto a partir del show proselitista, casi duplicando a cualquier de sus competidores.

Administración

Todo dirigente que controla un pedazo de poder especula sobre cómo administrar el esfuerzo y los riesgos. Los operadores de UP, mesa que debe coordinar Eduardo “Wado” De Pedro -que últimamente no estuvo muy activo en el comando de la calle Mitre- y en la que intervienen, entre otros, Julián Domínguez y Juan José Álvarez, piden un sacrificio: que los intendentes jueguen la boleta completa y, en ese acto, acepten perder algunos puntos para sumarle otros a Massa. La biopsia sobre el corte de boletas del 13-A -que fue de 15 puntos en Catamarca y superó esos niveles en unos veinte municipios bonaerenses- refleja quiénes tienen margen para arriesgar.

Pura teoría. Un intendente del conurbano, de buena relación con Massa y Kicillof, retoma el diagnóstico del gobernador que asume irreversible el resultado, y desliza una alerta extra: se conforma, dice, con que el resultado de octubre no sea más duro que el de las PASO. El temor desafía una matemática elemental que propone, desde la razonabilidad, que el libertario no puede ganar en primera vuelta. La ecuación la hacen en el búnker de Patricia Bullrich, donde empezó a operar Carlos Melconian.

Para ser electo en octubre, Milei debería pasar de los 7.352.244 votos que sacó en agosto -el 31,6% de los 23.269.294 votos afirmativos de las PASO (en la elección general, en el porcentaje se excluyen los blancos, por eso hay que contar solo afirmativos)- a 11.7 millones para llegar al 45% (sobre una proyección conservadora de 26 millones de votos afirmativos), es decir sumar más de 4,5 millones de votantes. Para sacar 42,5% y ganar por una diferencia de 10 puntos sobre el segundo -para lo cual Massa o Bullrich deberían derrumbarse hasta el 18%- Milei tendría que obtener 10,9 millones de votos. La aritmética, que hacen en el PRO, está muy lejos de ser infalible pero sirve como consuelo ante una campaña sin norte como la de Bullrich, que reedita el manual de combatir al kirchnerismo, hasta acá sin ningún resultado.

El bullrichismo se volvió racionalista y detectó, en el análisis forense de la elección, dos factores: que en las provincias donde JxC debía hacer mejor elección, la concurrencia fue menor, y que en los distritos donde había elecciones simultáneas con la nacional, a Milei le fue peor. El equipo de Néstor Grindetti mapeó las provincias y cuantificó ese fenómeno, que Hernán Sánchez abordó en un informe de La Tecla.

El Congreso que viene más que el empate de los últimos años mostrará un mapa atomizado que, incluso, podría hacer implosionar a JxC. “No en lo inmediato”, apuntó una fuente radical. Hablar sobre lo que pasará en marzo del 2024 es un ejercicio casi de imaginación. Ante eso, hay un dato bien intrigante: que alquimia de alianzas cruzadas puede emerger en un eventual gobierno de LLA ¿Es posible, como especulan en el mundo libertario, que Macri pueda alinear a sus 63 diputados y 14 senadores como dadores de gobernabilidad de Milei?

Meses atrás, casi otro mundo, y antes de que el libertario enfurezca con Bullrich, por operaciones que atribuyó a Guillermo Yanco, pareja de la candidata, en el bullrichismo se ufanaban de una relación preferencial con Milei que podría derivar en un acuerdo legislativo para el 11 de diciembre en el que LLA le aportaría entre 20 y 30 diputados imprescindibles para lograr el quórum. Aquella película contemplaba lo que hoy está desdibujado: Bullrich presidenta.

Milei, ahora, se siente el centro del mundo. En su nombre, surgen gestiones con distintos dispositivos de poder. La irrupción de Luis Barrionuevo, con elogios para el libertario, es una expresión pública de un clima bastante general. El gastronómico es, sobre todo, un buen sponsor -lo sabe a la perfección “Wado” De Pedro- que ofrece, entre otras gentilezas, aviones privados para traslado en una campaña que puede demandar kilómetros y kilómetros. En otros universos, a los delegados de Milei les cuesta más entrar.

Juan Nápoli, banquero y candidato mileista, gestionó un encuentro con Claudio “Chiqui” Tapia, el titular de la AFA. Dijo que buscaba una conversación en nombre de Milei aunque su relación con el fútbol tiene una terminal bien clara: colabora con la gestión de Jorge Brito (h) en River. No tuvo, hasta acá, respuesta de Tapia. Otros emisarios que operan en nombre del libertario tampoco lograron su objetivo en Tribunales. Guillermo Scarcella, exfuncionario de Daniel Scioli, de relación personalísima con el ex juez Rodolfo Canicoba Corral, y Santiago Viola, que fue apoderado de LLA, son dos de los hombres que invocando a Carlos Kikuchi caminan los pasillos judiciales sin conseguir, hasta acá, un puente con la Corte Suprema que preside Horacio Rosatti. En un escenario todavía hipotético, cerca de los supremos creen que el máximo tribunal podría convertirse en un refugio de institucionalidad si Milei avanzara con algunas reformas que, a simple vista, están reñidas con la Constitución como, por caso, la dolarización. Hay intereses más directos: Milei ha dicho que la Justicia debería autofinanciarse cuando el 97% del gasto se destina al pago de sueldos y cargas patronales, y más de una vez requiere de ATN para cubrir otros gastos.

PI

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