Subibaja de ministros: presión cristinista y tironeos para definir los tres cargos libres
El sábado al atardecer todo parecía resuelto: Alberto Fernández tenía definido los nombres de los tres lugares que quedarán libres en su gabinete y, detalle más, detalle menos, la situación se encaminaba sin estridencias a expresar una continuidad, con un deadline para el momento de los anuncios: el lunes feriado.
Pero las blancas -o las negras- también juegan y se produjo lo inevitable: el plan del presidente para reemplazar a Juan Zabaleta en Desarrollo Social, Claudio Moroni en Trabajo y Elizabeth Gómez Alcorta en el ministerio de la Mujer entró en zona de incertidumbres. O, al menos, aparecieron nombres, impugnaciones, planteos.
El sábado, Fernández conversó con Moroni y Zabaleta. No les detalló que su esquema consistía en hacer los anuncios el lunes, todos juntos con el reemplazo de Gómez Alcorta, pero se perfiló una continuidad en los espacios que dejarían vacantes cada uno. El tema más sensible fue con el ministro de Trabajo, cuya salida no tiene matriz política sino personal. Hace décadas Fernández se conoce con Moroni: estudiaron juntos, compartieron estudio de abogado y fueron, en paralelo, funcionarios. Cuando armó su gabinete en 2019, Fernández le pidió a Moroni, dedicado a la actividad privada, que vuelva al ruedo.
El esquema del presidente era definir una continuidad en Trabajo, que se mantenga el equipo de Moroni y se mencionó a Marcelo Belloti, secretario de Trabajo, un dirigente vinculado a Fernández y con relaciones con Santiago Cafiero, como sucesor. Con historia política en La Plata, de pasado en el Frepaso y luego apoderado del Partido de la Victoria (PV), Belloti operó como mano derecha de Moroni y construyó buena relación con el mundo sindical.
Con las horas eso quedó menos claro. En esencia, porque salieron a jugar referentes cristinistas que pusieron a circular dos nombres: Carlos Tomada, exministro de Trabajo de Néstor y Cristina Kirchner, actual embajador en México. En el ecosistema K empujan a Tomada, pero una fuente del FdT confió que el exministro desechó, por lo menos en la instancia extraoficial, el ofrecimiento. La versión se completa con que Tomada habría sugerido un nombre en su lugar.
Asomó, entonces, otro nombre: el de Vanesa Siley, diputada nacional, integrante del Consejo de la Magistratura y Secretaria General de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Judiciales. Siley, una de las dirigentes que Cristina incorporó en su lista de Unidad Ciudadana en el 2017, es impulsada desde los sectores afines a la vicepresidente.
En teoría, Fernández asumió que Bellotti no tendría las espaldas para hacerse cargo de un ministerio difícil como Trabajo que, además de ser difícil per se, atraviesa un momento especialmente complicado por la presión sindical para reabrir paritarias frente a la inflación. Roberto Sukerman, exfuncionario de Omar Perotti en Santa Fe y dirigente vinculado a Agustín Rossi, también tiene un cargo en Trabajo y suena en la ruleta de posibles.
Los tironeos en torno a Trabajo dan cuenta de una tensión que hasta el sábado, por algún motivo, no se había expresado. En Gobierno insisten que el lunes se darán a conocer los nombres de los nuevos ministros pero en medio de los ruidos que aparecieron en estas horas, aparecieron las dudas.
Sobre Desarrollo Social, que deja libre Juan Zabaleta, Fernández también tenía un mapa definido en el que Victoria Tolosa Paz aparecía como preferida para ocupar el ministerio. Había, en paralelo, otro nombre: Ariel Sujarchuk, intendente con licencia de Escobar y actual funcionario de Sergio Massa, que ocupó cargos en Desarrollo en tiempos de Alicia Kirchner.
Pero apareció, luego, otra variante: Mariano Cascallares, intendente con licencia de Almirante Brown, diputado provincial y dirigente que tuvo, en su momento, cargos en Desarrollo Social. Ligado al sistema de intendentes del conurbano, de buena relación con Martín Insaurralde, jefe de Gabinete de Axel Kicillof.
La mención de Cascallares activa una ingeniería específica: si jura como ministro deja su banca en la Legislatura bonaerense, lo que le permitiría volver a ocupar un escaño a Facundo Tignanelli, dirigente de La Cámpora, que en la cuadrante de esa agrupación aparece en la escuadra de Andrés “Cuervo” Larroque. Ese movimiento, al margen de la valoración sobre Cascallares como funcionario, pone el foco en una lógica de corrimiento que le da más lugar a la agrupación de Máximo Kirchner. Por lo pronto, lo que parece claro es que cualquiera que asuma, no modificará sustancialmente el status quo de la cartera donde conviven, con espacios predefinidos, La Campora, las organizaciones sociales como el Evita y los intendentes.
El tercer casillero del gabinete es el ministerio de las Mujeres, que abandonó Gómez Alcorta y donde se menciona una terna: Marita Perceval, Gabriela Cerruti y Vilma Ibarra. La primera marcaría la continuidad, porque ahora es la segunda del área, y tiene terminales en el cristinismo.
PI
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