Antioxidantes en suplementos alimenticios: ¿hay dosis peligrosas?
La ingesta de antioxidantes es fundamental para mantenernos saludables porque juegan un papel decisivo en la reducción del estrés oxidativo, un problema que, como reconoce la Fundación Española del Corazón, se agrava con la edad.
Lo que hacen los antioxidantes es incorporar en el organismo agentes naturales protectores de células y tejidos. Su presencia en los alimentos previene, de forma natural, el desarrollo de enfermedades como el infarto de miocardio, el ictus, los procesos neurodegenerativos y el sistema inmunológico.
El problema lo podemos encontrar cuando hablamos de complementos alimenticios con antioxidantes. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) reconoce que “la oferta de alimentos y complementos alimenticios con pretendidos efectos antioxidantes se ha visto incrementada notablemente”.
También advierte que algunas sustancias antioxidantes “han mostrado comportamientos contradictorios, ya que, en determinadas dosis o condiciones, pueden resultar prooxidantes”, sustancias químicas que inducen a estrés oxidativo.
Los expertos reconocen que, a los beneficios que prometen estos complementos, también podrían producirse efectos contrarios porque, en dosis elevadas y en determinadas circunstancias y condiciones como cambios en el pH o la presencia de ciertas sustancias, estos compuestos pueden favorecer el riesgo oxidativo.
Lo advertía también un estudio de la asociación científica Cochrane Collaboration, según el cual los suplementos antioxidantes pueden causar más daños que beneficios.
Qué es el riesgo oxidativo
El estrés oxidativo juega un papel fundamental en la aparición de ciertas enfermedades, sobre todo en las cardiovasculares como arteriosclerosis o insuficiencia cardiaca.
Está provocado por la sobreproducción de especies reactivas de oxígeno que incluyen los radicales libres, considerados prooxidantes, aunque los antioxidantes también pueden tener un comportamiento prooxidante en función de la concentración de la naturaleza de las moléculas vecinas. Así, en niveles muy altos pueden dañar las células y el material genético.
Lo que hace el cuerpo es generar radicales libres como los subproductos inevitables de convertir los alimentos en energía. Una cantidad excesiva y crónica de radicales en el cuerpo provoca estrés oxidativo, que puede dañar las células y provocar enfermedades crónicas.
Una forma de luchar contra este ataque es extraer combatientes de radicales libres de los alimentos, lo que conocemos como antioxidantes. A ellos pertenecen vitaminas, minerales y enzimas, ricos en compuestos y que tienen la capacidad de neutralizar los radicales libres.
La mayoría de estos antioxidantes son naturales y es muy probable que su presencia en los alimentos pueda evitar la oxidación.
Complementos alimenticios de cobre, manganeso, selenio y zinc
¿Necesitamos los complementos alimenticios con antioxidantes para controlar el estrés oxidativo? Aunque los antioxidantes se agregan a productos y se promocionan como aditivos que pueden prevenir enfermedades cardíacas, cáncer, pérdida de memoria y otras afecciones, no se sabe aún con certeza si altas dosis de complementos con antioxidantes pueden lograr lo mismo que consiguen frutas, verduras y cereales integrales.
Todo y que esta suplementación de cobre, manganeso, selenio y zinc en la población adulta es segura en las condiciones que establece la normativa europea.
Según la “investigación Cochrane”, es probable que altas concentraciones de antioxidantes puedan aumentar la oxidación, proteger las células cancerígenas y reducir los beneficios del ejercicio. Además, podrían tener efectos secundarios no deseados, como náuseas o dolores de cabeza.
Para la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Nutrición (SEDCA), no existe “evidencia científica que demuestre que tomar suplementos vitamínicos o de minerales en personas con una adecuada alimentación tenga capacidad de prevenir enfermedades crónicas”.
De la misma manera se expresa la AESAN: una dieta variada y equilibrada que priorice el consumo de frutas, frutos secos y verduras es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales en cuanto a los compuestos con acción antioxidante.
Los expertos solo incluyen una excepción, la del zinc, para la que advierten que puede producirse cierto déficit en los adultos españoles ya que en más del 60% de los hombres y en más del 40% de las mujeres la ingesta de zinc es insuficiente.
Pero, como advierte la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los complementos alimenticios no son medicamentos y, por tanto, no pueden ejercer una acción farmacológica, ni inmunológica ni metabólica. Tampoco deben usarse para tratar o prevenir enfermedades en seres humanos ni modificar funciones fisiológicas.
Para evitar riesgos es importante no superar las dosis diarias recomendadas en la etiqueta, no usar estos complementos como sustitutos de una dieta equilibrada, ni intentar tratar o prevenir enfermedades con ellos y siempre seguir las instrucciones de uso que el fabricante da en la etiqueta.
Por todo ello, la AESAN recomienda realizar más estudios que cuenten con una adecuada metodología que permita evaluar cuáles son los efectos de los complementos alimenticios con antioxidantes y en qué condiciones se producen, así como los efectos adversos que podría haber.
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