Dormir juntos o en camas separadas, ¿qué es más saludable?
Una de cada cuatro personas afirma que duerme mejor sola que acompañada y una de cada diez, que duerme en una habitación distinta de la de su pareja. Durante la mayor parte de la noche, además, el 63% de las parejas duermen en la misma cama pero sin tocarse, cada quien por su lado. Así lo reveló una encuesta realizada en Estados Unidos.
Por su parte, un estudio reveló que en Canadá entre el 30% y 40% de las parejas duermen en camas separadas. En España no hay disponibles estadísticas de esta clase, pero sí una creencia bastante extendida: si los miembros de una pareja no duermen en la misma cama, es señal de crisis.
Por supuesto, no tiene por qué haber ninguna crisis ni conflictos graves para que una pareja decida que lo mejor es cada uno tenga su propia cama. De hecho, el problema puede ser que alguno de los dos no duerma bien -o ambos- precisamente a causa de hacerlo juntos.
Motivos para dormir en soledad
Son varios los motivos por los cuales puede ser mejor dormir solo que con alguien más:
- Los movimientos corporales, ronquidos u otros sonidos emitidos por una persona pueden dificultar que la otra concilie el sueño o causar que se despierte varias veces durante la noche.
- Si ambas personas se acuestan y se levantan en horarios diferentes, los movimientos, los ruidos y la iluminación durante esos momentos pueden ser molestar a quien duerme. Algo parecido sucede si uno de los dos quiere leer en la cama, o mirar televisión, usar el ordenador portátil, el teléfono móvil, etc.
- Las necesidades de luz durante la noche también pueden ser distintas. Una de las personas puede necesitar cierta claridad para dormir bien, mientras que para la otra quizá resulta indispensable la oscuridad total.
- A menudo también la temperatura de la habitación es motivo de diferencias, así como el gusto (o no) por dormir con el aire acondicionado encendido, ventilador, calefacción, etc. Y lo mismo ocurre con la dureza y otras características del colchón y de la ropa de cama.
- Cuando la cama no es demasiado grande, aumenta el riesgo de que haya conflictos derivados de los movimientos corporales de uno de los dos. Y también de que haya “peleas” o al menos despertares nocturnos a causa de los tirones con las sábanas y mantas.
Una investigación de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, estimó que los movimientos corporales de una persona que duerme aumentan hasta en un 50% el riesgo de que quien duerma con ella padezca de algún trastorno del sueño
Una investigación de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, estimó que los movimientos corporales de una persona que duerme aumentan hasta en un 50% el riesgo de que quien duerma con ella padezca de algún trastorno del sueño.
Y es sabido que la falta de un sueño saludable perjudica la salud, con consecuencias que van desde cansancio, irritabilidad y estrés hasta sobrepeso, problemas de memoria, mayor probabilidad de sufrir accidentes, disfunciones sexuales y una reducción en la esperanza de vida.
Todo esto pareciera indicar que lo más saludable sería dormir solo e incluso en una habitación propia. Sin embargo, muchos otros trabajos científicos sobre esta cuestión llegaron a conclusiones que van en la dirección contraria.
Compartir cama para un sueño REM de mayor calidad
Estudios recientes descubrieron que, en general, las personas que duermen en compañía experimentan fases de sueño profundo más extensas y estables que las que duermen solas. La duración y calidad de ese sueño profundo es fundamental para la salud, más importante aún que el número total de horas que se duerme cada noche.
Se trata de la llamada fase REM (siglas de rapid eye movement, es decir, “movimiento ocular rápido”), la etapa durante la cual los sueños son más vívidos y que es clave para la regeneración celular, la síntesis de proteínas y la consolidación de la memoria. La falta de sueño profundo se asocia con enfermedades como la diabetes, problemas cardiovasculares y Alzhéimer.
Un equipo de científicos de Alemania, Dinamarca y Estados Unidos publicó en mayo de este año un estudio según el cual dormir en pareja se relaciona con un aumento del sueño REM. Y sugiere que estar (y dormir) en pareja podría ser beneficioso para la salud mental, aunque hacen falta nuevos estudios que refuercen tal posibilidad.
Estudios recientes descubrieron que, en general, las personas que duermen en compañía experimentan fases de sueño profundo más extensas y estables que las que duermen solas
¿Por qué la fase de sueño profundo es mejor cuando se duerme con alguien? Los investigadores no lo tienen claro, pero han apuntado varias hipótesis. Una de ellas es que el calor del cuerpo de la persona con quien se duerme podría ayudar a regular la temperatura corporal propia.
Otra explicación posible es que las personas que están en pareja suelen tener unas rutinas más estables, entre ellas los horarios de sueño. Acostarse y levantarse todos los días a las mismas horas tiene sus ventajas, como una fase REM de mayor calidad.
Y tampoco hay que descartar como motivo la mayor sensación de seguridad que produce el dormir con alguien. Esta podría ser otra de las causas por las cuales, en promedio, de acuerdo con esta investigación, las personas que duermen en pareja tienen un 10% más de sueño REM.
Dormir en pareja, más seguridad y menos estrés
Con respecto a esa sensación de seguridad, también hay trabajos que refieren que compartir la cama reduce los niveles de cortisol, una hormona que el organismo libera como respuesta al estrés, y aumenta los de oxitocina, la llamada “hormona del amor”.
Estas conclusiones fueron obtenidas por la investigadora Wendy Troxel, de la Universidad de Pittsburg, en Estados Unidos, quien analizó sobre todo a mujeres y comprobó que las que dormían y eran felices con su pareja conciliaban el sueño más rápido y se despertaban menos durante la noche que las que dormían solas.
Por lo tanto, podría ser que los beneficios de dormir en pareja compensen las ya citadas dificultades que a menudo se derivan de compartir cama y habitación. No obstante, la propia Troxel señala en uno de sus textos que “evaluar los patrones de sueño de las parejas -y posibles trastornos, como los ronquidos- es relevante para identificar importantes fuentes de angustia en la relación”.
Y destaca los beneficios terapéuticos de “un diálogo más abierto sobre las disposiciones particulares para dormir”. “El estigma asociado a la cama conyugal -añade- puede llevar a algunas parejas a compartir cama, aun cuando en algunos casos dormir por separado puede ser lo más saludable para la relación y para el sueño de ambas personas”.
En definitiva, no existe en este sentido una recomendación válida para todas las parejas. Si se alcanzan unos acuerdos mínimos para dormir juntos, sin duda lo mejor es compartir el lecho. Pero si en la comparación las incomodidades pesan más que los beneficios, lo idóneo será dejar de lado los estigmas y priorizar el sueño de calidad.
CV
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