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Cuentas pendientes

Sebastián Villa regresó al fútbol argentino tras ser condenado por violencia de género, ¿y ahora qué?

Sebastián Villa juega en Independiente de Rivadavia.

Ayelén Pujol

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El último partido de Sebastián Villa con la camiseta de Boca incluyó, acaso, una contradicción: posó junto a sus compañeros detrás del banner de Ni una menos. Fue para el 3 de junio de 2023, la antesala de su salida conflictiva del club en el marco de su protagonismo por denuncias por violencias de género. Un año más tarde su vuelta al fútbol argentino es un hecho. El sábado pasado hizo el gol de la victoria de Independiente Rivadavia de Mendoza, el club que lo contrató, contra Independiente. Y su retorno también genera controversias.

El colombiano fue condenado por violencia de género a dos años y un mes en suspenso. Y además tiene una causa abierta por violación, en la que llegó a un arreglo con la denunciante, un acuerdo que fue apelado por la fiscalía. Después de un paso en un club desconocido, el Beroe Stara Zagora de Bulgaria, el club del empresario Daniel Vila lo buscó.

Enseguida el colectivo Ni Una Menos de Mendoza publicó un comunicado en el que resaltó que “aunque esté en libertad condicional, sus acciones no deben ser minimizadas”. Y criticó las declaraciones del empresario Vila, que en una entrevista, cuando le preguntaron si le preocupaba qué se diría por la contratación de una persona denunciada, respondió. “No me preocupa traer a un jugador que tenga una condena. Errores en la vida todos cometemos, algunos más graves, otros menos graves”.

Desde Mendoza, Itatí Brida, integrante de Ni una menos, contó que el anuncio de la llegada del delantero fue un “balde de agua fría” porque el 9 de junio el equipo había salido a la cancha con una bandera que decía –otra vez– “Ni Una Menos”. En el comunicado marcaron algo que Brida repite: “Las declaraciones del dirigente Vila, que abogan por una 'segunda oportunidad' para Villa, ignoran la gravedad de la violencia de género. Creemos en la rehabilitación, pero esta debe incluir una verdadera reflexión y reparación del daño causado, aspectos que no se ven en este caso”.

El presidente del club dejó en claro que Independiente Rivadavia no tiene protocolo: “No tenemos reglamento de género y aunque así fuere, Sebastián Villa está cumpliendo con un fallo judicial por un error que cometió. Creo que no es justo el doble castigo, el de la justicia y el social, que le quitaría la posibilidad de trabajar”.

Los debates

Julia Hang, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y directora del Proyecto de Extensión de la Universidad Nacional de La Plata “Hacia clubes inclusivos: jugar, gestionar, entrenar y dirigir con perspectiva de género para erradicar las violencias”, menciona el derecho a la reinserción pero invita a preguntarse qué implica el retorno de Villa al fútbol argentino. Y agrega un componente: qué hizo el club al respecto. Independiente Rivadavia anunció la incorporación en sus redes sociales con un polémico mensaje. La foto de Villa estaba acompañada por el texto “Bienvenido, caudillo”. La Real Academia Española define el término “caudillo” en dos variantes. Una: Jefe absoluto de un grupo armado. Otra: Dictador político, generalmente militar.

“Creo que el club estuvo mal en el sentido de no presentar ninguna reflexión en torno al tema –dice Hang–. Desde la función que tienen los clubes en nuestra sociedad y con la visibilidad del fútbol, hay que preguntarse qué significa que traigan a Villa de vuelta y lo presenten como un ídolo. Los clubes, incluso garantizando el derecho a trabajar, pueden mandar un mensaje diferente”.

Para Hang, el posteo suena a negación, a una búsqueda por instalar una nueva imagen del futbolista. “Es algo que este contexto permite, con un gobierno nacional que niega la desigualdad de género o que exista la violencia contra las mujeres y diversidades. Algo así hace unos años no hubiese sido posible”, señala.

Las palabras del presidente Vila resonaron porque cuando Villa estaba en Boca, Juan Román Riquelme hizo una defensa que fue señalada por intentar separar a Villa en su vida pública y su vida privada. Una disociación errónea que los feminismos vienen marcando desde hace tiempo bajo la premisa “lo personal es político”. “Como profesional, por ese chico nos tenemos que sacar el sombrero –había dicho el presidente de Boca–. Después lo que pasa fuera de la cancha es otro tema, pero es una maravilla tener un jugador que durante dos años y medio no te faltó a un entrenamiento. Es un atleta”.

Hace unos años el ahora exfutbolista Leonardo Di Lorenzo, por entonces capitán de Temperley, había soltado una frase que exponía la hipocresía del fútbol masculino: “Te fumás un porro y no conseguís club, pero cagás a palos a tu señora y volvés a jugar”.

Las integrantes de Ni Una Menos Mendoza sufrieron agresiones y amenazas en las redes por la publicación de su comunicado. Itatí Brida cuenta que entre ellas surgió el debate y algunas preguntas: “¿Cuál es el mensaje de los clubes y los medios para las personas que sufren violencia de género? ¿Qué políticas accionan desde los clubes para mitigar esta problemática? Cuando una figura es pública, ¿es intocable? Si un dirigente dice que lo que hizo el jugador fue ”un error“, ¿qué mensaje le da a las víctimas o denunciantes? ¿Y a las personas que sufrieron violencias y no denunciaron?”

Qué hacen los clubes

Desde antes y durante la pandemia muchos clubes en Argentina realizaron, a instancias de sus áreas de género, protocolos para la prevención de las violencias. La abogada Sabrina Cartabia señala que el tema está ahí. Si Villa ya tuvo su condena en la justicia y la cumplió, y puede seguir trabajando, ¿hay algo que puedan hacer los clubes?

“Hay oportunidades para prevenir y abordar –señala–. Las fotos con el cartel de Ni Una Menos no sirven de nada si los espacios no llevan políticas hacia adentro”.

Cuando Villa fue denunciado y era jugador de Boca, Cartabia escribió que el club se perdía una oportunidad: “Una institución deportiva que tiene llegada a una inmensa cantidad de varones y recursos suficientes (como un presupuesto anual de $7.000 millones y que proyecta un superávit de $124 millones para 2022) es terreno fértil para desarrollar otra manera de hacerse cargo que no sea únicamente el castigo”.

Hoy insiste en no caer en resoluciones cancelatorias o punitivistas, sino en buscar estrategias porque cuando no se hace un cambio en la estructura del problema no se modifica nada. “También hay que señalar que Villa nunca se mostró arrepentido. Es más, siempre negó los hechos por los que lo denunciaban, así como gran parte del fútbol negó su responsabilidad”, agrega Hang.

El interrogante es general: ¿por qué los protagonistas del deporte más popular no hablan del tema? ¿Por qué todos callan y nadie opina?

En su trabajo en el proyecto Clubes Inclusivos, Julia Hang interactúa con trabajadores de clubes. De esa experiencia, resalta algunos puntos: “Hay que trabajar con las personas que ejercen violencia y trabajar sobre qué es la violencia, qué son los acosos, qué son los abusos. Porque no es claro que para todos signifique lo mismo. Con los futbolistas nos cuesta ver por qué Villa abusaría de alguien si es un ídolo y tiene prestigio, dinero, las mujeres quieren estar con él. Y sin embargo, sí, ocurre, es denunciado”.

Brida aporta más propuestas. Que los clubes piensen también en reparaciones y no en términos de cancelación, que tomen acciones para los días de partido que inviten a reflexionar sobre la problemática, que organicen charlas, que inviten a las socias a tener más presencia en las entidades. “Todo eso. Pensemos si realmente hay algo que se puede cambiar. Yo creo que sí”, dice.

AP/DTC

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