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Análisis

Importadores y compradores de autos de más de 40 millones, los grandes ganadores de la reducción impositiva del Gobierno

Federico Pieruzzini, el CEO del grupo importador Eximar, junto a un Volvo EX30 eléctrico, uno de los modelos que será beneficiado con la baja impositiva.
29 de enero de 2025 12:59 h

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El Gobierno cumplió su promesa de bajar los impuestos a los autos 0 km y empezó por eliminar -al menos en parte- uno de los más cuestionados: el famoso “impuesto al lujo”, como se suele denominar al impuesto interno implementado en 2014 por la gestión de Cristina Fernandez de Kirchner.

La medida se activará a partir del 1 de febrero y fue anticipada por el Ministro de Economía Toto Caputo a través de la red social Twitter. En ese mismo comunicado, Caputo también anunció la reducción a 0 del arancel de importación de autos electrificados de bajo precio FOB, para alentar la compra de ese tipo de vehículos.

Menos impuesto al lujo

La eliminación de este impuesto era una de las medidas más reclamadas por el sector, que la esperaba desde comienzos del año pasado, para compensar los fenomenales aumentos en los precios de los 0 km, que acompañaron la devaluación de más del 80% que el Gobierno implementó ni bien asumió el poder.

Finalmente, un año después, el Gobierno cumplió con su promesa, llevando a 0 la alícuota que antes era del 20% en la primera escala -que a valores de hoy afectaba los modelos de entre 40 y 75 millones de pesos- y de 35 a 18% la segunda escala, para vehículos de más de 75 millones de precio de venta al público. Un dato importante es que la mayor parte de los productos beneficiados por las rebajas son importados: solo dos autos son nacionales (algunas versiones del VW Taos y la Toyota SW4), mientras que el resto de la producción local son autos más baratos, o directamente pickups y utilitarios, que siempre estuvieron eximidos del impuesto.

Por supuesto la noticia fue recibida de parabienes en el sector. Hay que recordar que, por cómo estaba implementado, el impuesto al lujo era absolutamente distorsivo en el mercado de autos nuevos, ya que generaba escalones abruptos de desnaturalizaban el precio de muchos modelos. Además, en un contexto inflacionario, la demora en la actualización de los montos imponibles generaba tensiones y especulaciones exageradas, casi siempre en perjuicio de los clientes.

Con la nueva medida se descuenta una baja de precios de los modelos (des)afectados del impuesto, aunque su magnitud aún está por verse. Según Toto Caputo, debería ser de entre un 15% y un 20%, pero hay que ver quién se apropia de este nuevo “margen”: si las empresas, los concesionarios, o realmente los consumidores. Seguramente habrá tensiones en esa disputa. Para empezar, algunas empresas y concesionarios ya declararon que tienen stock de autos con el impuesto “pago”, y esperan venderlos al precio actual para no perder rentabilidad. Aquí la libre competencia determinará el ritmo al que la medida vaya impactando en los precios finales.

Cuando eso ocurra, los beneficiarios más directos serán los consumidores de vehículos de media y alta gama. Tomando en cuenta los datos de patentamientos del año pasado, los modelos (des)afectados por el impuesto son aproximadamente un 8% del mercado total, y aunque se espera que los reacomodamientos de precios empujen hacia abajo los precios de modelos que “quedaban cerca” del impuesto, lo cierto es que para la gran mayoría de los compradores la medida va resultar neutra. Aún así, reina la algarabía entre los entusiastas, porque la sensación de tener “más cerca” muchos de esos modelos que sueñan con comprar siempre es una gran noticia.

Los que sí están en plena celebración son los importadores. Fueron los grandes perjudicados durante todo el período de “mercados cerrados” del Gobierno anterior, y ahora pueden ver cómo su negocio, no solo se normaliza por la apertura comercial, sino que aumenta enormemente su potencial por contar con precios más competitivos. Será un escenario inmejorable para ellos, ya que cuentan con una demanda insatisfecha acumulada durante años, en una zona del mercado de altísima rentabilidad, incluso para los que importen vehículos extrazona, con un arancel de importación del 35%.

Esta oportunidad es extensiva a los fabricantes “locales”, ya que además de ser productores también son ellos mismos importadores. Además podrán reacomodar sus gamas sin escalonamientos forzados y manejar mucho mejor políticas de precios y márgenes.

Impacto político

El sentido común dominante dice que toda baja de impuestos deja ganadores y nunca perdedores. Pero esto depende de qué tan postergados se sientan los “no ganadores”. Ahí radica el impacto político de la medida, sobre todo si se trata de lo que el Gobierno hace en materia de recaudación impositiva y la utilizacíón de esos recursos.

Entre los postergados queda la industria nacional, ya que seguramente va a perder participación en el mercado interno a manos de productos importados, ahora más accesibles. Y para peor, aún siguen vigentes las retenciones a las exportaciones de vehículos fabricados en el país (del 2,5%), que serían la única manera en la que los productores locales podrían compensar la pérdida dde ventas internas. Es de esperar que esta situación cambie más temprano que tarde.

Desde una perspectiva más amplia, de “políticas de transporte y movilidad”, una contracara evidente de la asignación de prioridades es la reciente cancelación de la electrificación de la líneas ferroviarias Belgrano Sur, que incluso ya contaba con un préstamo asignado por el Banco Mundial, que ahora se redirigirá a otros fines. También la cancelación (o postergación) de la mayor parte de la obra pública vial que financiaba el Estado Nacional, que afecta a todos los automovilistas y transportistas por el pésimo estado de muchas rutas.

Está claro que esta baja impositiva para sectores de mayor poder adquisitivo es una medida muy consistente con la agenda del Gobierno de Javier Milei, ya que no solo apuntala su base electoral, sino que refuerza su ethos político: premiar a los que meritocráticamente más tienen. En todo caso, esa sensación de invulnerabilidad ante las asimetrías (y antipatías) que estos contrastes pueden generar en la población, hablan de la fortaleza política que siente este Gobierno para llevar adelante su agenda: ni siquiera Mauricio Macri, en su mejor momento, se animó a dejar sin efecto el famoso “impuesto al lujo” en los autos.

Una medida “verde”

La otra medida anunciada por Toto Caputo para implementarse a partir de febrero, es la eliminación del arancel de importación (de 35%) para autos eléctricos e híbridos “ de bajo precio FOB”, para impulsar la adopción de este tipo de vehículos a precio económico. Aún resta ver la reglamentación específica, ya que si bien queda claro que los autos enchufables están incluidos, no queda tan claro qué se incluye en la categoría híbridos. También resta saber cuál es el precio FOB (es el costo del vehículo en el puerto de exportación), pero se habla de 10.000 a 16.000 dólares, lo que redundaría en la entrada sin arancel de modelos de menos de 30.000 dólares al público.

Esta política de estímulo para autos “verdes” es bien interesante, porque de alguna manera contrasta con la narrativa negacionista del cambio climático que propone el Milei. Incluso hoy mismo, el Ministro de Desregulación Struzenegger, en una muestra de pragmatismo con respecto al tema, anunció la “desregulación total de la actividad de carga de autos eléctricos”, que ahora podrá ser ofrecida por cualquier negocio que disponga del lugar adecuado. 

RT

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