Daniel Marx, histórico negociador con el FMI: “El Gobierno ve complejo cómo mantener cohesionada a su coalición”
En el mundo, el apellido Marx está asociado a Karl, el economista y filósofo alemán que con su libro El Capital dio origen al comunismo. El curso de la historia llegaría, según su teoría de la lucha de clases, a reemplazar al capitalismo en un nuevo estadío de la evolución del hombre. Daniel Marx, nacido en Paysandú, Uruguay, en 1953, también es economista. Pero a diferencia de su homónimo, se define como un pragmático al que su apellido le hizo pasar las horas de mayores nervios cuando, como estudiante universitario, los profesores no podían evitar la sorpresa al tomarle exámenes o los militares que solían hacer controles nocturnos revisaban su documento. Eran años de dictadura y explicar que llamarse Marx no implicaba para nada ser marxista era tan ridículo como complicado.
El joven Daniel jamás habló del tema con su padre, rememora cuatro décadas después. Se recibió en la Universidad de Buenos Aires con honores para luego iniciar una carrera de funcionario público ininterrumpida en las presidencias de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa, siempre abocado a la deuda soberana. Fue así que participó de innumerables negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y conoció Wall Street, donde es considerado un veterano negociador de la deuda. Su máximo cargo público alcanzado fue la Secretaría de Finanzas en el Gobierno de la Alianza (1999-2001), en la que sobrevivió a todos los cambios de ministros de Economía de esa gestión. Volcado desde entonces a la esfera privada, Marx dirige Quantum Finanzas y asesora a una variedad de jugadores del mercado, desde emisoras de deuda -empresas u organismos estatales- a fondos de inversión. A continuación, los fragmentos más importantes de la entrevista que mantuvo el economista con el elDiarioAr sobre el tema del momento: la renegociación de los US$45.000 millones que Argentina le debe al organismo multilateral de crédito.
Hablemos del Fondo: ¿Cómo funciona?
Hay tres niveles en las conversaciones con el FMI. El primero, técnico, que es donde se dan las discusiones con el staff. Los funcionarios siguen una pauta predefinida, pero tratan de adaptarla a las circunstancias, esto es, a la historia, a la situación del país que se trate y al momento internacional. Con ellos se realiza la discusión de un programa en aspectos de múltiples dimensiones. Es sabido y reconocido que el Fondo tradicionalmente enfatiza lo fiscal, su interrelación con lo monetario y cuentas externas, incluyendo los sistemas de pagos y regímenes cambiarios. Además, evalúa las llamadas cuestiones estructurales. El staff trata de ver la coherencia que tienen todas esas cuestiones y la factibilidad de llevar adelante el programa, pensando en que en algún momento el país debería “graduarse”, como ellos le dicen a la salida de la relación crediticia con el Fondo. Ellos ven su intervención en los países como si estuvieran participando en circunstancias excepcionales o temporales, que deberían revertirse a la normalidad.
Es sabido y reconocido que el Fondo se concentra en lo fiscal
¿Y el segundo nivel?
Es el directorio. El staff, en general, va chequeando el lineamiento, pero es el directorio el que formalmente aprueba o no lo que se le somete a consideración. Ahí están las llamada “sillas” en las que se agrupan uno o varios países. Es en ese nivel es donde el director que representa a la Argentina, además de a algunos otros países vecinos, se mueve con mayor interlocución y capacidad de diálogo.
Ése es Sergio Chodos. ¿Cuál es el tercer nivel?
Es más un nive político-económico, y complementa, en general, con los otros. Es lo que se llama “las conversaciones con las capitales”. Los directores, muchísimas veces, discuten el caso con sus autoridades, que son los ministerios de Economía, Hacienda y Finanzas, o los bancos centrales de sus países. Son las capitales las que les dan las instrucciones últimas sobre cómo y qué votar, basadas en la información de distintas fuentes. Por lo general, esa información viene canalizada por los directores, pero no necesariamente sólo de allí. Ahí es donde me parece que es importante ir coordinando todo en tiempo y forma porque hay como que cubrir las tres bases. Con el correr del tiempo, las administraciones de las decisiones van cambiando, por eso hay que cubrir bien las tres bases. Todo eso es lo que está ocurriendo ahora, donde, por ejemplo, soplan determinados vientos de cambio. Sobre todo por el cambio en los Estados Unidos, que ahora está intentando reforzar lo que se llama multilateralismo. En eso el Fondo tiene un rol no menor. En estas circunstancias, el staff pasa a ser bastante más escuchado en lo referido a la evaluación del programa argentino. Estamos además en circunstancias particulares, dada la pandemia y sus efectos en el mundo.
Es decir, usted sí ve un cambio en el FMI con la llegada de Joseph Biden. ¿Cuán grande es este cambio?
Siempre hay algún grado de adaptación. Claro que lo que yo llamo el ADN del Fondo, no pasa por mayores alteraciones. Por supuesto se va adaptando a los momentos. Hay momentos con más flexibilidad o no, pero mucho de eso tiene que ver con la situación internacional. Por ejemplo, ahora que existe la pandemia, predomina la visión de que los Gobiernos tienen que tener un rol más activo y que debía motorizarse asistencia extraordinaria enfocándose en los países más pobres del planeta. Hubo una retracción en la actividad del sector privado, entonces los Gobiernos pasaron a asumir un rol de reemplazo para generar demanda agregada. Al mismo tiempo, ahora también son momentos en los que las tasas de interés en el mundo son tan bajas. No es sorprendente que sean negativas en términos reales. Eso agrega también más flexibilidad, digamos, porque se hace menos necesario un rápido ajuste fiscal, porque los países tienen mayor acceso al crédito. Además, se está considerando seriamente un aumento de recursos a través de los derechos especiales de giro que asignarían reservas a sus países miembros. Son ejemplos de adaptación, los que algunos llaman “el cambio”. El Fondo, a la vez, también trata de cuidar su propia imagen. Como está afectada en ciertos lados del mundo, no sólo en Argentina, está tratando de decir que hace una revisión de sus “errores” o circunstancias no previstas en programas previos. Lo cierto es que hacen una revisión de sus programas después de haber sido implementados. Ahora miran algunas cosas que antes no miraban, pero eso no significa que se olviden de la cuestión fiscal. A lo fiscal le dieron, le siguen dando y le darán mucha importancia.
En 2001, las tasas para los emergentes eran mucho más altas
Hace poco hubo declaraciones de la nueva jefa del FMI pidiéndole a los Gobiernos que no dejen de gastar.
Ellos ven en esta circunstancia actual una retracción de la actividad generalizada. Ven también que hay más margen de maniobra por las tasas de interés reales negativas con amplio crédito disponible en varios países, y hay exceso de ahorros a nivel global. Es por eso que se preguntan, bueno, “¿quién llena este vacío?” Y ahí es donde responden: “hay lugar para los Gobiernos”. Y por eso les dicen: “gasten”.
¿Se puede inferir que Argentina llega a esta negociación en un momento favorable por esta nueva política del Fondo?
Desde este punto de vista, sí. O por lo menos, por las circunstancias externas, será más fácil que en otros momentos.
En 2001, cuando Argentina estaba intentando conseguir más dinero en un programa y ocurrió lo de las Torres Gemelas, y Estados Unidos se volvió inmediatamente sobre sí mismo y ahí sí se cerró el grifo.
Claro, de acuerdo. En esa época Argentina tenía muy poco acceso a crédito y la atención de las autoridades políticas del mundo se desplazo a tratar la emergencia de seguridad internacional. Otra diferencia es que las circunstancias monetarias internacionales en el 2001 eran mucho más restrictivas para los emergentes. Había tasas de interés mucho más altas. Los precios de las exportaciones argentinas era una fracción de los actualmente vigentes. Hoy, los países emergentes, en su gran mayoría, tienen mucho acceso al mercado si lo desean. No es el caso de Argentina. En cuanto a la flexibilidad, también está el asunto del llamado acceso a los fondos del organismo. De aquél momento a ahora, pasamos por la crisis financiera del 2008, entre otras cosas, y eso significó aumentar las proporciones de acceso a recursos en relación a las llamadas cuotas. Eso es una cuestión que agregó mucha flexibilidad.
Estados Unidos está pensando en agregarle US$ 500.000 millones al Fondo.
Sí, es un aumento de recursos importante y a repartirse para fortalecer reservas de los países.
¿Esto también llega en un buen momento?
Llega en un buen momento en términos generales, pero en el caso argentino no es importante para aumentar reservas y afrontar pagos al mismo FMI y otros Gobiernos. No será tanto en el tamaño de asistencia que venga con un nuevo programa.
¿Por qué?
Porque Argentina ya tiene un acceso fuerte como múltiplo de su cuota. Es decir, los U$S45.000 millones que ya tiene tomados Argentina del Fondo ya son vistos como muy importantes. El FMI quiere reforzarse, pero no tanto para aumentar su exposición crediticia neta a Argentina como para tener recursos disponibles para otras situaciones.
Los US$45.000 millones que tomó Argentina fueron el desembolso de un paquete aprobado de US$ 55.000. La pregunta es: ¿Qué puede negociar Argentina? ¿Intereses? ¿Plazos de repago? ¿Podría pedir que lleguen estos US$10.000 millones adicionales?
Es muy difícil conseguir esos fondos netos extra por un plazo largo, aunque sí para repargar los vencimientos. El programa anterior ya está dado por caído, no está en la lista de vigentes que publica el mismo Fondo. Reflotar ese monto anterior sería muy complejo. Otra cosa que no está hoy disponible, en la práctica, es una llamada refinanciación, que es para circunstancias muy particulares. Lo que queda es el armado de un programa nuevo, que puede tomar la forma de un stand-by o de “facilidades extendidas”. La Argentina va a elegir entre estas dos posibilidades, aunque ya indicó su preferencia por el último y el FMI también lo piensa adecuado. Aún así falta acordar el contenido. Complementado o no cualquiera de esos dos programas con esta cuestión de asistencia de emergencia que se reactivó para otros países con la aparición del Covid-19 el año pasado.
¿Cuál de los dos será?
Lo que Argentina pretende, y el Fondo estaría de acuerdo, es ir a un programa de “facilidades extendidas”, que va a tener un monto que se va a ir desembolsando a lo largo del tiempo en relación a lo que de hecho muchos llaman el cumplimiento de las metas. Hay un desembolso inicial y hay otros posteriores con periodicidad trimestral, en general, o semestral en algunos casos. Las metas que gatillan desembolsos están en línea con los contenidos del programa. Esto es conocido: hay determinados criterios, reflejados numéricamente en materia fiscal, monetaria, reservas, deuda e hitos estructurales. Y luego queda llevarlo adelante. Como el dinero es fungible, mucho de este dinero se va a usar para que ingresen en las reservas de Argentina y que después se utilicen para hacer los pagos al mismo Fondo cuando se den los vencimientos del viejo programa que sí o sí se tienen que afrontar.
Quizás el Fondo da US$ 10.000 millones el primer año. Como en el primer año los vencimientos de capital e intereses para repagar el programa anterior son mucho menores, el dinero refuerza las reservas.
O sea, llegan fondos nuevos, pero se usan para repagar el programa viejo y a lo máximo que se puede aspirar es que los desembolsos vayan llegando con una holgura suficiente como para fortalecer reservas.
Claro. Supongamos que anuncien un programa de “facilidades extendidas” por US$ 45.000 millones de dólares. Alguno va a decir “pero esto es lo mismo que ya se le debe al Fondo”. Eso es cierto. Pero por ahí te dan US$10.000 millones el primer año. Como los vencimientos de capital e intereses para repagar el programa anterior son inferiores, el dinero refuerza las reservas en ese primer año. Entonces, ahí habrá que ver cómo Argentina tiene un aumento de reservas producto de su movimiento de caja con el Fondo, además de los otros movimientos mencionados.
Es como renovar una hipoteca en Estados Unidos.
Más o menos. El caso acá es que Argentina puede tomar un poco más al principio o menos. Si se arregla por US$50.000 milones va a parecer más, pero la clave es ver cómo se desembolsa. El programa que tenía Argentina era de más de US$ 50.000 millones; el FMi desembolsó un poco menos de US$ 45.000. Ahora hay que devolver más o menos US$ 47.000 millones por los intereses hasta el 2024. Entonces, hay que ver cuándo se desembolsa el dinero del nuevo programa y cuándo hay que devolverlo. Esa es la diferencia con la renovación de una hipoteca. Ahí se recibe toda la plata de golpe y se repaga. Acá no. Si se hace un nuevo acuerdo, se consiguen idealmente unos US$10.000 millones las reservas se fortalecen porque hay que pagar menos.
El programa (del FMI con Macri) se otorgó dentro de los criterios y estatutos. Quizás después el deudor no cumplió, pero eso habla más de la conducta del deudor que del acreedor.
Alguien del Gobierno sugirió que el repago a 10 años podría comenzar a contarse desde los dos años primeros de gracia que quieren obtener. ¿Es posible?
Depende. Por lo pronto, lo que no hay ninguna duda, es que hay que negociar el programa. O sea, hay que negociar los montos, la frecuencia de los desembolsos y cuánto involucra a cada desembolso el cumplimiento de las metas de cada tramo. Los criterios de flexibilidad son cosas, llamémosle, del programa. Después, hay algunas cuestiones particulares que son el repago, qué es lo que usted está mencionando. Ahí hay algunos criterios. Es muy difícil cambiar los criterios porque si bien no están en los estatutos, son bastante repetitivos en cuanto a los límites que están fijados por el directorio. Entonces, se sabe que si es un programa stand-by, va hasta cinco años el repago. Si es una acuerdo de “facilidades extendidas”, va hasta diez años. Cuando se hablaba acá de que el Gobierno intentaría ir a un plazo de repago de veinte años… Eso es una negociación mayúscula porque es intentar cambiar los criterios del FMI, como el plazo máximo de repago.
Con su experiencia de negociación con el FMI, qué puede pasar con lo que negoció el Gobierno anterior, que va a ser investigado supuestamente o que va a ser analizado por el propio Fondo.
Esa discusión llega hasta cierto punto. Acá se hizo todo un tema con que el Fondo no había cumplido con su mandato, que se había excedido en el otorgamiento de este programa. Es muy difícil que el Fondo lo considere así. Ya han dicho, por distintas vías, que han cumplido con sus estatutos. Después, hay otro tema que es qué ha fallado. Ahora, cuando hablamos que hay otras cosas que han fallado, eso entra en otra categoría, que es la de la revisión de los programas que hablábamos hace un rato: ¿qué anduvo bien o mal?. ¿Y por qué se podría haber previsto esto? ¿Cómo se podría haber manejado mejor? Pero para todo eso, el Fondo tiene un departamento que depende directamente del directorio que se dedica a eso. Es un tema muy distinto a decir que acá hubo una transgresión. El programa se otorgó dentro de los criterios y estatutos. Quizás después aparecieron errores de incepción.
Si el país insiste en refinanciar sin acuerdo con el FMI, el Club de París tiende a dar un plazo de repago corto y con tasas altas
¿Y con respecto a los intereses?¿Argentina logró bajar con los privados a 3,07% y en el Gobierno dicen que en el Fondo con el programa viejo se está pagando 3,5%.¿Se pueden reducir?
El 3,7% es una forma de calcular sujeto a otras consideraciones.
¿Cuál sería el promedio de la tasa de interés según su análisis?
No podría simplificarlo de esa forma. Hay que ver cómo son los perfiles de vencimientos en el tiempo. Cómo está armado por monedas. El asunto es más complejo de lo que aparece. Ponerle un numerito me parece demasiado simplificado. Puede llevar a error. Con el Fondo, la tasa varia porque es el promedio de las monedas que varia. Hay una tasa y la tasa que va a aparecer ahi va a estar bastante abajo. Y después hay una tasa de cargos y esa tasa de cargos está fijada por la política del fondo.
¿Cuál es la ventaja de obtener un acuerdo de “facilidades Extendida sobre un Stand By? Parece obvia la pregunta pero conviene remarcarla…
Los plazos de repago, obviamente. Y en el caso de Argentina, lo que vemos es un problema que uno llama más profundo, o sea que requiere soluciones no solo circunstanciales que tardan más tiempo en mostrar sus efectos. Es como un tratamiento médico y otros derivados, como ser rehabilitación. Hay cosas que se pueden hacer rápido. Y otras que son más difíciles y requieren mucho más tiempo. Es adaptar este tipo de programas a esas cosas. En un plazo más extendido significa menos ajuste de cortísimo plazo. Es decir, relativamente, menos ajuste fiscal. El acuerdo de “facilidades extendidas” prevé la posibilidad de tener metas semestrales, lo cual es más fácil de administrar y saca incertidumbre. Las metas trimestrales del Stand By están más sometidas a vaivenes o a alguna volatilidad determinada que con plazos más largos, se normaliza, o tiende a normalizarse.
¿Y cuál es su sensación como analista y consultor? ¿Qué cree que va a ocurrir?
Creo que hoy están centrados en el armado y la discusión de los detalles del programa. Están en eso. Empezando a moverse a nivel político, siguiendo esta cuestión de los tres niveles, como para reforzar algunos criterios que quiere Argentina en la evaluación del programa que está en elaboración.
Hay que evitar poner riesgo con el tejido político social'
¿Apuesta a que se va a llegar a un acuerdo?
Yo creo que sí. El asunto es cuándo y el contenido.
¿Es necesario hacerlo antes de mayo por el Club de París? ¿Por qué sería imprescindible antes de mayo?
Porque con el Club de París tenemos un vencimiento en mayo, que no es menor. Al efecto de encarar la restructuración de ese vencimiento, la práctica indica que para un caso como la Argentina, el Club de París acepta restructurar si tiene un programa vigente con el Fondo Monetario. Si el país no lo tiene, generalmente los países miembros no tienen inclinación a reestructurar. Y si el país insiste en refinanciar sin acuerdo con el FMI, el Club de París tiende a dar un plazo de repago corto y con tasas más altas. Aparte, podría estar la posibilidad de usar los derechos especiales de giro para atender algunas obligaciones.
Esa tasa hoy está en 9%.
No es una tasa uniforme. Digamos que hay un criterio general, pero como son muchos financiamientos en monedas diversas, hay que negociarlo caso por caso.
Con la situación de economía argentina actual, con lo que genera, su nivel de exportaciones y su nivel de gastos. ¿Cómo debería ser un acuerdo con el Fondo Monetario suponiendo que sea de “facilidades extendidas”? ¿A qué le llamaríamos un acuerdo razonable?
A los acuerdos hay que evaluarlos en su integralidad. Sus contenidos y para saber cuánto y cuándo hay que repagar, es necesario leer todo el acuerdo. Si nos dicen por ejemplo, les damos US$ 100.000 millones. Parece un gran acuerdo. Pero el acuerdo además dice que nos desembolsan US$10.000 millones ahora, pero en tres meses tenemos que subir las reservas internacionales a US$ 80.000 millones para que se continúe... Ese acuerdo no sirve. No hay forma de cumplir.
¿Cómo ve la negociación que encara Martín Guzmán?
Creo que el Gobierno está con intenciones de estabilizar la economía y que la ve muy compleja ya desde antes de la pandemia. Cuando digo compleja es por cuestiones económicas de la Argentina que se manifiestan no sólo en materia económica, sino también en tratar de mantener cohesionada una coalición política a la cual se le van a requerir decisiones y, luego, la implementación de esas decisiones. Es en eso donde se está trabajando. Hay que evitar poner en riesgo el tejido político social. Son esas las discusiones que están ocurriendo y son cuestiones que no son fáciles de conciliar.
PRG
0