Creador del último programa maratónico de la TV argentina, a los 51 años murió Gerardo Rozín
Tal vez el nombre del programa televisivo en el que debutó haya tenido algo de presagio. Era el final del siglo XX y Gerardo Rozín oficiaba de productor en Sábado Bus, un éxito que conducía Nicolás Repetto y cuyos productores ejecutivos eran Pablo Codevila y Sebastián Borensztein. Rozín, que trabajaba detrás de cámara y que se había quedado sin trabajo como editor de gráfica tras el cierre del primer diario Perfil, pasó a la mesa de Repetto para ser su pata periodística y para formular, cada sábado a la noche, “la pregunta animal”.
Unos quince años después de ese Bus que lo subió a la televisión vernácula, Rozín inventó un programa maratónico, ómnibus, a la manera de los Sábados Circulares de Pipo Mancera: La Peña de Morfi. El programa devino en el mayor y mejor refugio actual para la interpretación de música en vivo en la televisión abierta y un éxito que logró mantenerse en pantalla desde 2016 hasta ahora. Este viernes 11 de marzo, el inventor de un ciclo que ya publicita su temporada 2022, murió a los 51 años. La razón de su muerte no fue confirmada.
El año pasado el conductor y periodista se había ausentado varias semanas del programa. En ese momento, su compañera en la pantalla, Jésica Cirio, sostuvo que Rozín había tenido una arritmia. Sin embargo, algunos medios hicieron trascender que se trataba de un tumor cerebral. Ante la escalada de rumores, en ese momento el periodista difundió en sus redes sociales un video en el que decía: “Hay un tema de salud que estamos estudiando. Me tengo que ocupar seriamente de determinar a qué obedecen ciertos síntomas”. El pasado miércoles, Telefé difundió un comunicado en el que sostenía que el estado de salud del conductor era “delicado”.
“Soy rosarino, soy judío, soy periodista, soy productor, soy padre y soy canalla”, decía Rozín en una conferencia ante jóvenes organizada por Infobae, como parte del ciclo Cómo llegué hasta aquí. En esa misma charla, aseguró estar peleando con Fernando Bravo y Guillermo Andino por el récord de llanto televisado. YouTube le da la razón: al escribir “Gerardo Rozín” en su buscador, una de las opciones más elegidas es “Gerardo Rozín llora”. Y ahí el archivo devuelve al conductor de La Peña de Morfi emocionado ante sus artistas invitados.
El conductor se conmovió ante Joan Manuel Serrat, Fito Páez, Víctor Heredia, Sandra Mihanovich, Abel Pintos, Juan Carlos Baglietto en dupla con Lito Vitale, Jairo o María Graña acompañada por Esteban Morgado en la guitarra. Todos esos -y más, muchos más- se hicieron escuchar en La Peña de Morfi, que alterna la música en vivo con la cocina también en vivo. Alcanzaba con prestarle atención a los mensajes de agradecimiento y emoción que los televidentes dejaban cada domingo durante la emisión: daba la sensación -verificada al recorrer la grilla de la televisión abierta argentina- de que en ningún otro programa había tanto espacio para que un músico hiciera lo suyo en vivo.
Rozín había nacido en Rosario en 1970 y, contó alguna vez, se acercó por primera vez a la tarea de archivo periodístico cuando participó de la confección del listado de jóvenes desaparecidos durante la última dictadura en su ciudad. Tenía 12 ó 13 años y el informe, hecho por estudiantes de la escuela Mariano Moreno de esa ciudad, fue acercado a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CoNaDep). A los 15 empezó a escribir en medios gráficos rosarinos y a los 18 llegó al suplemento Rosario del diario Página/12: la recomendación de Roberto Fontanarrosa facilitó su llegada y, sobre todo, su contratación en blanco.
Sus actividades laborales lo trajeron a Buenos Aires, aunque creyó que sería sólo por un tiempo. “No entiendo cómo no volví a Rosario, no lo sé. Soy muy del lugar donde nací. Amo Buenos Aires, aquí nacieron mi hijo y mi hija, aquí vive mi novia -en 2021 se había dado a conocer su relación con Eugenia Quibel, locutora de La Peña-, pero vivo en el exilio. No es mi ciudad. Soy un exiliado”, dijo, y se largó a llorar. En esa misma conferencia recordó que se crió en el macrocentro rosarino, en una familia de padres separados y “de clase media justita”. Que su mamá trabajó en una heladería y de hacer tortas, y también fue una empresaria que logró “hacer guita”, y que su papá lo obligaba a trabajar en su laboratorio clínico en las vacaciones escolares.
Después de un tiempo en el suplemento Rosario, Rozín escribió en la edición nacional de Página/12 y lo contrataron como editor del primer diario Perfil, que duró menos de un año. Como la propuesta para integrar Sábado Bus llegó después de ese despido, la aceptó. Y convirtió su segmento, “La pregunta animal”, en una marca que le dio nombre a su primer programa propio, emitido por Canal 9 y dedicado a las entrevistas. Después vinieron Esta noche, libros -dedicado, claro, a la literatura que amaba desde que su abuelo le regalaba libros cada vez que volvía de viaje-, Gracias por venir, gracias por estar, Tres poderes, con Maximiliano Montenegro y Reynaldo Sietecase, y Morfi, todos a la mesa, la génesis de la peña dominguera que supo construir.
Rozín, que a los 50 todavía sonreía cuando se acordaba de las maestras de primaria que le decían que escribía lindo y que fue lector desde casi siempre pero, decía, fue mejor lector desde que un profesor suplente de 5° año le hizo conocer la obra de Juan José Saer, reconocía a Gustavo Yankelevich, Nicolás Repetto y Daniel Hadad como las tres personas de los medios que más había mirado para aprender de ellos. Pasó por la radio -estuvo en Mega 98.3 y en Pop Radio- pero se afincó en la televisión a la que, contó alguna vez, había llegado con algunos prejuicios desde el periodismo gráfico.
La Peña de Morfi fue, al principio, una especie de apéndice que le creció al programa diario Morfi, todos a la mesa, que se emitía de lunes a viernes. Ahí, a Rozín se le ocurrió que un segmento fuera una especie de fogón para la presentación de un músico en vivo, y cuando Telefé le propuso una emisión especial dominical para “calentarle” la pantalla a Polémica en el bar, decidió agrandar el fogón. El programa, que iba a ser un especial, tuvo rating y quedó. 2022 será su séptimo año, ya con la conducción de Iván De Pineda en vez de Rozín, algo que el canal había dado a conocer antes de su muerte. Entrevistado apenas se conoció su incorporación, De Pineda habló de Rozín: “Se toma un tiempo para resolver unas cuestiones personales y espero que vuelva pronto con nosotros. Es el creador”.
En diciembre de 2021, en la última emisión de ese año del programa maratónico que había inventado, los integrantes del programa brindaron. Cuando le tocó su turno, el conductor dijo: “Pensaba mientras venía para acá que, por algunas razones, el brindis personal por primera vez me lo guardo. ¿Por qué? Porque lo tengo bien. Es lindo tener el brindis bien. Lo tengo bien. Quiero a los que me quieren. Me quieren a los que quiero. Lo saben”. Después habló del ciclo: “Cuando hacemos esta clase de programas sentimos que sacamos de la soledad y llevamos a la alegría, a la fiesta y el baile a un montón de gente. Yo brindo por todo lo que dije y, por sobre todo, por la música. Lo que ha generado este programa, que nos tiene unidos, nos va a reencontrar el año que viene y nos permite decirles a ustedes, gracias por estar todos los años”. Lo hizo conmovido, como todas las otras veces que, según él, lo hacían competir por el récord de lágrimas televisadas. Como muchos compañeros de trabajo y también televidentes van a recordarlo.
JR
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