Músicas diversas para resistir, hackear el sistema y mejorar el mundo
El panorama musical argentino se está ampliando y diversificando con el aporte cada vez mayor y visible de artistas travestis, trans, no binaries y otrxs. Tanto que el tradicional Festival de Cosquín tuvo que cambiar su reglamento para permitir la participación de la artista trans no binaria Ferni de Gyldenfeldt en el Pre-Cosquín de la Ciudad de Buenos Aires. O que el Instituto de la Música (Inamu) financió la publicación de Brotecitos, NuesTrans Canciones, cancionero que compila por primera vez obras musicales y letras inéditas compuestas por artistas travestis, trans y no binaries, nacidas en un taller coordinado por Susy Shock y Javiera Fantin.
En una charla con elDiarioAR, Ferni de Gyldenfeldt, que, entre otros, integra el proyecto Folklore en Transición, Anikké, compositora, cancionista y productora trans-travesti, e Ire Paz, músicx y gestorx cultural, tres artistas que compartirán escenario este jueves 25 de noviembre en el Cultural Morán en el marco del Mes del Orgullo LGTTBQI+, analizaron y reflexionaron sobre este fenómeno que, como subraya Anikké, tiene mucho que ver con que “la música potencia la resistencia”.
-Ferni, ¿qué es Folklore en Transición?
Ferni de Gyldenfeldt: Soy cantora de esta propuesta con Nahuel Quipildor en guitarra y Mailén Eliges en percusión. Hacemos un repertorio de música popular argentina. Particularmente esta propuesta busca reversionar y reidentificarnos con obras que son de otra época, de hace 60 o 50 años, y reinterpretarlas, fusionándolas con elementos de otros géneros o especies musicales, y subrayando otras partes de la poesía que traigan esas obras al contexto o a la mirada que estamos viviendo y transitando hoy en día, por lo menos nosotres, desde nuestro lugar, nuestra diversidad, nuestra disidencia, nuestra manera de habitarnos y habitar el mundo. Nos sentimos parte de una tribu, de una comunidad, que se está juntando para mostrar también su forma de hacer arte.
-¿Cómo son los proyectos de ustedes, Ire y Anikké?
Ire Paz: Empecé siendo cantautore. Creo que sigo siéndolo. Y me siento muy interpelade por el término música popular. No sé si entro dentro del folklore, más porque el folklore ha tenido ciertas formas de categorizar la música, donde no sé si quienes hackeamos un poco más el sistema nos sentimos interpelades. Por eso me parece tan importante y tan poderosa la propuesta de Folklore en Transición, porque no solo son grandes músiques, sino que hay detrás una intención muy política. Yo siempre hago como medio un chiste, medio no: soy una persona no binaria que no se siente interpelada por ciertas etiquetas y cuando me preguntan qué tipo de música hago, me inventé como una especie de categoría que se llama folk etéreo, donde en realidad estoy tratando de hacer alusión al folklore, pero también es una tradición cancionera que viene del under y una intención que va por otro lado completamente, de llevar un mensaje y que eso sea lo etéreo. Tratar de hacer sentir algo distinto a la gente que esté por encima de lo que estamos viviendo en este momento.
Anikké: Por mucho tiempo y quizá aún sigo definiendo mi música como canción. O canción electrónica en este momento, porque hay sonidos electrónicos. Es algo muy de este último tiempo por estar colaborando con músicos como Rodrigo Gómez y Pablo Bursztyn, que están más ligados a esa sonoridad y a esa escena. Y estoy aprendiendo porque siempre mi instrumento fue la guitarra y mi colaboración con otres músiques siempre fue desde un mundo acústico y eléctrico (NdR: Anikké es el nuevo proyecto solista de Niké Rallis, antes conocida como Nicolás Rallis, nombre anterior con el que editó tres discos solistas y cuatro junto al grupo Ensamble Chancho a Cuerda). Pero lo electrónico para mí es algo nuevo y es un descubrimiento lindo.
-¿Por qué se juntaron?
FdG: Nos gusta mucho juntarnos a compartir música. Hay algo político también en lo que tiene que ver, no solamente con lo particular de cada una de las propuestas, sino también en este gesto de reunirnos, que va siendo cada vez más parte de nuestra forma de habitarnos y habitar el arte. Es decir, de una forma que contemple, lógicamente, la individualidad y la particularidad de cada propuesta, pero también de esa propuesta conviviendo y dialogando con otras. Para mí, en particular, es la forma de concebir la música y el arte desde hace muchos años. Sabernos en tribu también nos salva y es una manera de vivir y de manifestar el hecho artístico. Siempre lo que sale de estos encuentros es nutrición pura porque de estos diálogos y de esta fusiones, no solamente como individues de una tribu, de una colectiva, nos vemos enriquecides a nivel personal, sino que también nuestra manera de pensar el arte y de interpretar ese arte va nutriéndose de nuevos elementos. Es una de las pocas cosas de las que estoy convencida: hay que vivir el arte de forma comunitaria.
-¿Vivir la música de forma comunitaria también tiene que ver con que el mundo es un lugar hostil?
FdG: Es una forma de buscar trincheras también.
A: Si bien entre estos proyectos es la primera vez que compartimos un escenario, nos venimos cruzando hace un montón en diferentes espacios, ciclos, encuentros, que son, como dice Ferni, trincheras. Y quizás hay que pensar lo comunitario desde ese lugar: generar ese tipo de espacios en donde podemos salir a la noche y encontrar un grupo de gente rara, que tenemos algo en común. Uso la palabra rara porque me parece linda y quiero apropiarme de esa palabra. Y si podemos generar en este recital un espacio donde la gente se encuentre, quizá eso hace a lo comunitario. Y no la cuestión del escenario, de mostrar lo propio.
IP: Yo soy gestore cultural y gestiono dos ciclos: Apañe, donde vienen músiques de todo tipo, también poetas, bailarines, toda gente que hace arte que a mí me parece extremadamente interesante, con un cupo trans bastante alto, y muchas mujeres también, lesbianas, haciendo música. Es un espacio semanal. También estoy en un espacio que se llama Voz Propia, donde también están Javiera Fantin, Susy Shock, Valen Bonetto, otros nombres que también nos venimos cruzando un montón. Ese es un ciclo específicamente de voces travas, trans y no binarias, donde el énfasis está en eso, en encontrarnos. Y creo que es una decisión muy política la de juntarnos, pero también es una forma de hackear el mundo. De estos espacios de encuentro salimos todes muy fortalecides por el arte de nuestres compañeres.
Mi mensaje político es que la ternura es el arma más poderosa que tenemos para enfrentar este mundo y que en la ternura está la unión y que dentro de esa unión es como podemos hacernos más fuertes.
-¿Y cuál es el mensaje político de estas propuestas?
IP: Yo lo tengo muy claro. Mi mensaje político es que la ternura es el arma más poderosa que tenemos para enfrentar este mundo y que en la ternura está la unión y que dentro de esa unión es como podemos hacernos más fuertes.
En un mundo donde nos siguen matando, nos siguen desapareciendo, nos siguen cerrando puertas, nuestra presencia en un escenario cantando ya es el mensaje.
FdG: Nuestra venganza es hacer arte y hacer un arte que nos conmueva, que nos parezca bello, fuera de los parámetros de belleza que nos han dicho. Y nuestro arte, esa ternura, va acompañado de mucha furia también. Es esa miscelánea hermosa que buscamos, me parece. Nuestro arte grita: ¿dónde está Tehuel de la Torre?, ¿dónde están tantes compañeres? Esto que dice Iri es un mensaje que ojalá pueda llegar. Yo creo que va a llegar. Incluso, antes de ese mensaje, tengo la convicción de que nuestra presencia en el escenario cantando ya es el mensaje, también. En un mundo donde nos siguen matando, nos siguen desapareciendo, nos siguen cerrando puertas, nuestra presencia en un escenario habilitando, como dice Ani, eso otro, fuera del paradigma del foco de luz y el artista y la parafernalia, habilitando el encuentro desde nuestro lugar, nuestro posicionamiento, nuestra visibilidad y nuestra búsqueda, desde nuestra propuesta artística que va mutando, que va transicionando, en libertad, hacia lo que nos hace felices, fuera de un paradigma que la juzgue, me parece que ese es también el mensaje: habitar y ocupar lugares. Iremos buscando nuestros lugares, nuestros festivales, nuestros ciclos, pero también de repente ahora estamos ocupando un escenario como el Cultural Morán. A mí eso me da fuerza. Porque la realidad del colectivo travesti, trans, no binarie, por más que tengamos leyes, es dura. Entonces nuestro pararse en el escenario y cantar está acompañado de todo esto.
La música, ojalá mi música también, tiene la función de potenciar las resistencias.
A: Si pensamos en la música, en los encuentros como algo político, pienso que también hay que solidarizarse y ser parte de otras luchas. No hay que cerrarse solamente a los reclamos propios de un colectivo, sino que hay un montón de luchas en este momento con las cuales siento que es urgente solidarizarse y ser parte y tramar y conspirar en conjunto. Pienso en la lucha por el territorio, pienso en la lucha antirrepresiva. Creo que no es posible separarlo. No es posible pensar en una agenda diversa que no incluya que no queremos ser parte de un sistema que reprime, en el cual no es posible la vida. La música, ojalá mi música también, tiene la función de potenciar las resistencias. La certeza de que hay que resistir es clarísima y la música tiene que potenciar la resistencia y hacernos tener esa fortaleza para continuar las luchas que venían de antes y las luchas que están en este momento.
CRM
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