La indignación y la rabia inundan las calles de Londres contra la violencia policial en la vigilia de Sarah Everard
Holly llegó al lugar elegido en el sur de Londres junto a su pareja sobre las 17:00 horas. “La gente permaneció increíblemente pacífica, dejando flores, velas y placas alrededor del quiosco”. Cuando llegó, no había más de una decena de policías en los alrededores. Pero tan pronto como cayó la noche, coincidiendo con la hora prevista para el comienzo de la vigilia, “la policía se hizo notar”, indica. Llegó a haber hasta 50 agentes y una línea de siete u ocho furgones policiales.
Holly es una de las jóvenes que, junto a cientos de personas, acudió el pasado sábado a homenajear a Sarah Everard, la joven raptada y asesinada por un policía que desapareció el pasado 3 de marzo cuando caminaba sola hacia su casa.
La actuación policial durante la protesta fue seriamente cuestionada tras la difusión de imágenes de agentes esposando y llevándose por la fuerza a algunas de las participantes, después de que el acto hubiera sido desautorizado por la pandemia. Este domingo, miles de personas volvieron a congregarse en el centro de Londres en protesta contra la brutalidad policial y la violencia contra las mujeres. El primer ministro británico, Boris Johnson, expresó este lunes su “profunda preocupación” por la actuación policial del sábado.
“La policía empezó a cercarnos”
Clapham Common fue el lugar elegido para la vigilia inicial, uno de los últimos sitios por dónde Sarah pasó. Bajo el lema “Reclamemos estas calles", un grupo de mujeres fueron las encargadas de convocar al resto durante los días previos. Según explicaron, estuvieron en contacto de manera continua con la Policía Metropolitana de Londres (conocida también como Scotland Yard) y el Ayuntamiento de Lambeth para hacer posible la vigilia. La intención era hacer un pequeño encuentro y guardar un minuto de silencio en memoria de la joven asesinada. Sin embargo, ese mismo día, Scotland Yard confirmaba que, debido a las restricciones contra la COVID-19 –actualmente Inglaterra está confinada– el encuentro era “ilegal” y las organizadoras aseguran que podían enfrentarse “a decenas de miles de libras en avisos de sanciones fijas y a un proceso penal en virtud de la Ley de delitos graves”.
La vigilia quedaba cancelada, aunque diversos abogados confirmaron a las organizadoras que la policía erraba en su interpretación de la ley y que “reuniones de este tipo en el exterior, donde la distancia social es respetada, están permitidas bajo las actuales restricciones, amparadas bajo la Declaración de los Derechos Humanos”.
Durante toda la mañana y la tarde del sábado, decenas de personas se acercaron hasta el pequeño kiosco de música que se encuentra en medio de Clapham Common para homenajear a la joven fallecida. Poco a poco, se formó una corona gigante de flores, velas, cartas a mano, y carteles alrededor del quiosco.
“Sobre las 18:15 horas, la policía empezó a cercarnos y a agruparnos a todos en un grupo más estrecho. Aquí fue cuando la gente empezó a irritarse, con razón, por la presencia de los policías y empezaron a corear frases como ‘arresta a los tuyos’ y ‘vergüenza”, dice Holly.
“Yo los llamaría cuadrillas de policía, porque había al menos seis o siete en cada grupo. Empezaron a rodear a todo el que se encontraba en el círculo de asfalto y eso puso a la gente al límite, dice Ania, una vecina.
Ella explica que permaneció fuera del círculo de asfalto que rodea al quiosco de música, de forma pacífica, fuera de la multitud, sin molestar a nadie. Cuando la policía empezó a moverse, uno de ellos se le acercó y le pidió muy educadamente que se moviese “o si no, voy a tener que arrestarte”, le dijo, según su testimonio. En ese momento, Ania se limitaba a permanecer de pie, en silencio, manteniendo la distancia de seguridad y con mascarilla.
“La gente empezó a enfadarse por esta imposición”, dice Ania, en referencia a cómo la policía empezó a agrupar a los participantes de la improvisada vigilia. Su intención, dice, fue muy clara. “Querían ocupar el kiosco de música, que es lo que hicieron. Sustituyeron a la gente que había en el quiosco de música”.
“Inicialmente, dos agentes llegaron hasta lo alto del quiosco, pero cuando el resto empezaron a moverse, pisaron todas las flores y velas que la gente había depositado en memoria de Sarah” para alcanzar el quiosco, dice Holly.
El kiosco, por su posición elevada, había sido elegido por un grupo pequeño de mujeres para dar un pequeño discurso. Se escuchaban diversos lemas y la policía empezó a tirar de algunas de las mujeres que estaban expresándose libremente, cuenta Holly. Ania recuerda que, como no tenían ningún megáfono a mano, la gente iba repitiendo lo que se decía, como un eco, para que llegase a los que estaban más alejados del quiosco.
Sin embargo, la policía se abrió paso hasta lo alto del quiosco, y empezó a arrestar a las que estaban allí. “Se las llevaron a los coches policiales. Había alrededor de siete agentes por cada una de ellas”, dice Ania. Un total de cuatro mujeres fueron detenidas aquella noche. Cuando esto empezó, algunos participantes comenzaron a lanzar objetos a la policía. “En varias ocasiones, los agentes empujaron a mujeres y hombres, dieron patadas y pisaron sobre las flores y objetos dejados en memoria de Sarah Everard”, dice Holly. Mientras tanto, la policía formó un cordón alrededor del quiosco de música, desde dentro, para evitar que alguien más usara la elevada localización para hablar públicamente.
“Estoy muy disgustada por la forma en la que la policía mostró su presencia. Cientos de mujeres y yo, junto a otros tantos hombres queríamos estar allí, en silencio, para mostrar nuestro respeto por las vidas de las mujeres que son violentamente asesinadas cada año a manos de los hombres. Todas las mujeres queríamos un lugar para sentirnos seguras y mostrando tal carga policial, en un acto por una mujer asesinada por un agente, es realmente enfermizo”, dice Holly.
“El hecho de que fuera un policía lo hace mucho más trágico y despreciable. Son personas en la que supuestamente debes confiar”, dice Ania. “No digo que todos los agentes sean iguales. Pero, lo primero de todo, ¿cómo contrataron a este policía?”.
La Policía Metropolitana de Londres justificó este domingo su cuestionada intervención para dispersar la protesta celebrada en el sur de la capital. La subcomisaria Helen Ball señaló que los agentes se vieron en una situación en la que fue “necesario” adoptar “acciones para que se cumpliera la ley”. “Hubo cientos de personas juntas muy apretadas, que plantearon un riesgo muy real de que el COVID-19 se transmitiera fácilmente”, dijo Ball e insistió en que la policía “debe actuar por la seguridad de los ciudadanos”.
La actuación policial desata la indignación
La actuación policial durante la vigilia desató el enfado entre la sociedad londinense. Para el domingo 14 de Marzo, coincidiendo con el Día de la Madre en Reino Unido, diversos colectivos y organizaciones convocaron más protestas y manifestaciones por el fallecimiento de Sarah Everard.
La salida del metro de Westminster estaba tranquila, solo había algunas mujeres con pancartas en las manos. Pero al salir del metro no había duda posible. La vista del edificio del Parlamento quedaba cubierta por una línea de furgones policiales, ocupados por entre cinco y siete policías.
La primera de las protestas empezó a las 16 horas, y estaba prevista enfrente de Scotland Yard. Sin embargo, cuando la gente intentó agruparse de forma pacífica, encontraron el edificio policial totalmente vallado y un cordón de alrededor de 50 policías detrás. Ante la imposibilidad de agruparse allí, la multitud se dirigió a la Plaza del Parlamento, donde esperaba el despliegue de fuerzas a la entrada del metro y numerosos agentes por los alrededores.
Durante la protesta, los asistentes mantuvieron un minuto de silencio por el fallecimiento de la joven asesinada. Se tumbaron, ocupando cada espacio libre en solidaridad. Cada rincón de la Plaza del Parlamento y las verjas negras que rodeaban el Parlamento quedaron decorados con pancartas, cartones, velas, flores, y cartas. También hubo tiempo para algunos discursos, gritos y reivindicaciones, todo de forma pacífica. La policía en todo momento mantuvo la distancia, pese al gran despliegue de recursos. Desde “vergüenza” hasta “elimina la ley”, en referencia a la nueva reforma que empieza a debatirse este lunes en el Parlamento y que puede dar, entre otras cosas, mayor libertad y mayores poderes a la fuerza policial sobre el transcurso de manifestaciones y protestas.
Sin embargo, ante las protestas y manifestaciones, el Partido Laborista ha manifestado su intención de votar en contra de la nueva ley. Ante los acontecimientos recientes por la muerte de Sarah Everard, el Partido Laborista ha señalado que “ahora no es momento de aprobar medidas mal pensada para imponer controles desproporcionados a la libertad de expresión y el derecho a protestar”
La segunda de las manifestaciones empezó en Trafalgar Square a las 18:00 horas, bajó por Downing Street, residencia del primer ministro Británico, Boris Johnson, y pasó por Scotland Yard hasta acabar en Parliament Square. Los policías mantuvieron en todo momento una distancia prudencial, incluso cuando los participantes se pararon delante de la residencia del primer ministro, donde los manifestantes corearon consignas y le increparon.
Uno de los incidentes más sonados durante la tarde fue el cordón policial que se formó alrededor de la estatua de Winston Churchill. Durante las manifestaciones por el Black Lives Matter, algunos manifestantes vistieron la estatua. El gesto de la policía encendió más a la multitud.
“La estatua de Winston Churchill es muy importante. Parece que es donde quieren poner tiempo y recursos”, dice una joven participante. “Estamos hablando de cómo todo este tiempo, todo estos policías y furgonetas están aquí, rodeando una estatua. ¿Qué pasa con las mujeres que esta noche podrían necesitar protección? ¿Qué mujer está caminando ahora mismo y puede necesitar la protección de la policía, y ellos han desviado todos estos recursos humanos aquí?”.
“Es una clara muestra de que a la policía no le importa. Incluso ahora, permanecen de pie, detrás de las vallas, mostrando que no están aquí para protegernos. Están aquí para proteger un edificio y la estatua de Winston Churchill”, dice otra joven junto a ella. “Proteger la estatua de un hombre durante una protesta sobre los derechos de las mujeres, mientras las mujeres piden no ser asesinadas. Es el perfecto resumen de todo por lo que estamos luchando”.
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