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PERFIL

José Antonio Kast, el ultraderechista que reivindica a Pinochet y lidera la carrera por la presidencia de Chile

José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, celebra los resultados de la primera vuelta.

Meritxell Freixas

elDiario.es/Santiago de Chile —

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“Lo primero que corresponde es darle gracias a Dios por cómo se desarrolló todo”. Así empezó su discurso el candidato presidencial de ultraderecha, José Antonio Kast, tras ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Chile. Con el 27,9% de los votos se impuso por dos puntos a su principal adversario, Gabriel Boric, representante de la coalición izquierdista Apruebo Dignidad, que sumó el 25,8% y que agrupa al bloque Frente Amplio y al Partido Comunista. La segunda vuelta, que decidirá quién será el próximo presidente, se celebrará el 19 de diciembre.

Kast apareció hace meses como cuarto en las encuestas, pero despegó a partir de mediados de octubre. Su crecimiento se debió, en parte, al mal desempeño del candidato de la derecha, Sebastián Sichel, quien además fue considerado como una opción continuista de la gestión del presidente Sebastián Piñera, cuya aprobación ciudadana está por los suelos. Por otra parte, su agenda ha calado en buena parte del electorado: pone énfasis en recuperar el orden y la estabilidad y se muestra contrario a la migración y a la violencia en La Araucanía [donde existe un conflicto con la población indígena]. 

José Antonio Kast (Santiago, 1966) no es una figura nueva en la política chilena, fue concejal durante cuatro años y diputado durante 16 años. Es la segunda vez que trata de llegar a La Moneda. En 2017, lo intentó como candidato independiente y obtuvo un 8% de los votos (quedó cuarto) tras escindirse del que fue siempre su partido, la Unión Demócrata Independiente (UDI), parte de la coalición de la derecha tradicional chilena, por considerar que era “una derecha light”. En estas elecciones se presentó como presidente del Partido Republicano, el cual fundó en 2019.

Vinculado al pinochetismo

Licenciado en Derecho por la Universidad Católica, Kast, de 55 años, es descendiente de familia alemana y padre de nueve hijos. Católico fervoroso, pertenece al movimiento de raíz alemana Schöenstatt, de línea similar a la del Opus Dei.

El líder del Partido Republicano representa a la derecha más reaccionaria, heredera de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), a la que él llama “Gobierno militar”. A pocos días de las elecciones comparó el régimen de Pinochet con los de Cuba, Venezuela y Nicaragua y quiso marcar una diferencia: “No hay punto de comparación [entre la dictadura chilena] con lo que ocurre en Cuba, donde llevan más de 70 años de dictadura, con la narcodictadura de Venezuela y con la dictadura de [Daniel] Ortega en Nicaragua”, afirmó.

“Dígame si las dictaduras entregan el poder a la democracia y si hacen una transición a la democracia y se respeta. Eso es lo que no hacen otros países y en Chile se hizo”, insistió. Días después, tras una ola de críticas, matizó: “Yo nunca he negado que existió un Gobierno militar, que fue un Gobierno autoritario y que se cometieron violaciones a los derechos humanos”. 

El apellido Kast siempre ha estado vinculado al pinochetismo. Su hermano Miguel fue uno de los discípulos de Jaime Guzmán, artífice del régimen, y se convirtió en el primer ministro civil bajo las órdenes de Pinochet. En varias ocasiones ha defendido y visitado en la cárcel a los exmilitares condenados por crímenes de lesa humanidad y cree que deberían ser indultados por razones de salud.

En la campaña presidencial de 2017 defendió a Miguel Krassnoff, brigadier en retiro del Ejército condenado a más de 800 años de cárcel por secuestros y desapariciones de opositores. Dijo que en el momento de los crímenes Krassnoff “solo estaba cumpliendo órdenes”.

“Viéndolo, no creo todas las cosas que dicen de él”, añadió. En la misma entrevista dijo que si Pinochet estuviera vivo, le votaría. También aseguró que con Pinochet hubo “un salto cualitativo para que alguien como Piñera pudiera desarrollar su programa”.

Kast ha recuperado la figura del dictador y su régimen, al que presenta como eficaz en el manejo económico del país. En el plebiscito de 1988 apoyó su continuidad y en el de octubre de 2020 se opuso al cambio de Constitución. Algunos temen que, de convertirse en nuevo presidente, podría obstaculizar el proceso constituyente en marcha.

Trump, Vox y Bolsonaro

JAK, como le conocen en Chile, aumentó su popularidad con la llegada al poder del exmilitar Jair Bolsonaro en Brasil y el auge de la ultraderecha a nivel mundial. Expresó admiración por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y ha mantenido vínculos con Vox en España y con Bolsonaro, con quien a menudo se le compara, aunque su estilo es menos estrambótico y algo más sofisticado. Hace pocos días también celebró los buenos resultados del ultraderechista Javier Milei en los recientes comicios de Argentina

En su programa electoral propone crear una Coordinación Internacional Antirradicales de Izquierda para “identificar, detener y juzgar a agitadores radicalizados”. Otras de sus propuestas polémicas pasan por reducir de forma drástica impuestos, privatizar las empresas estatales, desregular mercados y achicar el Estado al mínimo. Quiere derogar la ley de aborto, construir una zanja para frenar la inmigración y eliminar el Ministerio de la Mujer. 

Es probable que en los próximos días modifique algunos aspectos de su programa y acepte algunas de las propuestas que le sugieren los partidos de la derecha tradicional como condición para darle su apoyo. En su discurso del domingo se esforzó para hacer guiños tanto a abstencionistas como a sus aliados naturales para la segunda vuelta de las elecciones: “Tenemos que empezar a convocar a muchas más personas, tenemos que ir por todos aquellos que por alguna razón no se atrevieron a votar por nosotros”, dijo Kast. Luego escenificó su mensaje con un gesto simbólico: se quitó su pin del Partido Republicano para dejarlo en la mesa y renunciar a su liderazgo.

“Dejo la presidencia del partido para poder asumir con mucha amplitud, con mucho corazón, a todos aquellos que nos miraban con distancia. Queremos abrazar a todo Chile. Dejo el pin para asumir con humildad la posibilidad de llegar a ser presidente de la República”, dijo.

MF

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