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En el marco de una nueva crisis con las fuerzas militares, Lula destituyó al jefe del Ejército

Julio César de Arruda, el exonerado jefe del Ejército brasileño

Eleonora Gosman

San Pablo, Brasil —
21 de enero de 2023 17:44 h

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A pocas horas de emprender el viaje a Buenos Aires, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva enfrentó este sábado una nueva crisis: despidió al comandante del Ejército, general Julio César de Arruda, quien no habría cumplido con las instrucciones presidenciales de hacer dimitir a militares bolsonaristas involucrados en los ataques del 8 de enero. En su reemplazo, Lula nombró al general Tomás Miguel Ribeiro Paiva, una voz disonante en el ex gobierno de Jair Bolsonaro, conocido por defender públicamente la vigencia de las instituciones democráticas y advertir a sus colegas sobre “la total legitimidad de los resultados de las elecciones (de octubre)”.

Antes de su despido, Arrudo había participado el viernes de una reunión en el Palacio del Planalto con el jefe de Estado, el ministro de Defensa y los comandantes de Marina y Aeronáutica. En esa cita, Lula apoyó la penalización de aquellos uniformados que hubieran participado, de alguna manera, en los actos golpistas de hace dos semanas. Al final de ese encuentro, el ministro de Defensa José Múcio afirmó que los jefes de las FFAA concordaban con la punición de los involucrados.

Los recelos de Lula respecto al papel de esa fuerza en los episodios de vandalismo contra las sedes gubernamentales en Brasilia se hizo evidente en una entrevista que concedió en exclusiva al canal de TV Globo News. En su transcurso, cuestionó a la inteligencia militar por omisión: “No dieron ningún aviso sobre lo que podría suceder ese domingo”, subrayó el mandatario. Las investigaciones emprendidas por la policía federal permitieron detectar que los agresores –que invadieron el Palacio del Planalto, la Corte Suprema y el Congreso—fueron protegidos por los militares del Cuartel General del Ejército en Brasilia. La mayoría de ellos habían permanecido durante dos meses en un campamento localizado frente a ese cuartel.

Ribeiro Paiva tiene actuación internacional: fue subcomandante de la misión de paz brasileña en Haití y también dirigió operaciones de control de la violencia en las favelas cariocas Complejo de la Penha y del Alemán. El 31 de julio de 2019 ascendió a general, cuando Bolsonaro llevaba medio año de gobierno y luego pasó a integrar el alto comando de la fuerza terrestre. Durante la gestión bolsonarista, sus colegas militares decían que Paiva “tiene el uniforme de color verde oliva, pero el corazón rojo”, aludiendo a una presunta tendencia hacia la izquierda.

El presidente Lula acumulaba disidencias con Arruda, el ahora exjefe del Ejército. La más importante fue la renuencia del general a reprimir y desalojar durante la noche del domingo 8 el campamento bolsonarista frente a la sede de esa fuerza. Coherente con esa línea, Arruda no quiso exonerar al teniente coronel Mauro Cesar Barbosa Cid, cuya participación en los sucesos de Brasilia se encuentra comprobada.

Durante el traspaso entre el gobierno de Bolsonaro y el de Lula, el grupo encargado de la transición -liderado por el vicepresidente Geraldo Alckmin- no ocultó sus preferencias por Ribeiro Paiva para comandar el Ejército. Sin embargo, el ministro de Defensa Múcio y el propio Lula optaron, luego de la asunción, por nombrar a Arruda. Era cuestión, dijeron, de respetar la costumbre militar de colocar en el cargo de jefe al general más antiguo (o de mayor edad).

Cuando la cúpula del movimiento bolsonarista comenzó a presionar a los generales para revertir la derrota de su líder, Ribeiro Paiva entró en el radar: lo acusaron de “sandía” (verde por fuera, roja por dentro) y lo trataron de traidor. Ribeiro Paiva, entre tanto, profirió públicamente –en discursos realizados durante actos de las FFAA—su condena a las acciones predatorias del 8 de enero. Llego a firmar que aquellos colegas que se habían excedido debían ser castigados. Finalmente expresó con énfasis que las instituciones debían pasar a actuar dentro de la normalidad, fueran jueces, almirantes, brigadieres, generales o políticos.

EG

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