Hastío, humor y cuidado
El aumento de contagiados por Covid-19 alcanzó un promedio de 7.002 casos diarios en la semana del 18 de diciembre. Ya habían pasado nueves meses de mucho esfuerzo por parte de toda la sociedad para sostener los cuidados sanitarios y teníamos por delante las fiestas y el verano, causantes de rebrotes en otros países del mundo.
Esta situación no se daba por desconocimiento de las indicaciones preventivas. Para entonces la gran mayoría de los habitantes de la Argentina estaban al tanto de las tres principales reglas para combatir el coronavirus: distancia, barbijo y lavado de manos. Sin embargo, el cansancio y la necesidad del contacto hacían imposible el sostenimiento de estas pautas, especialmente entre los más jóvenes.
Por ese motivo, desde el gobierno teníamos que dar un mensaje que volviera a convocar a la ciudadanía a revalorizar los cuidados y disminuir el riesgo de una segunda ola para acompañar las acciones de fortalecimiento del sistema sanitario y el monitoreo sostenido de la situación epidemiológica.
El qué lo teníamos claro. Desde el primer día de la pandemia trabajamos sobre la certeza sanitaria de que el cuidado personal repercute en el cuidado colectivo. El lema “Cuidarte es cuidarnos”, además, nos ayudó a instalar la convicción más profunda del presidente Alberto Fernández y el punto de encuentro de nuestro espacio político. Nadie se salva solo, todos dependemos de todos. Lo que estaba en discusión era el cómo. Y teníamos dos caminos para hacerlo: el miedo o el humor.
Practiquemos la Cuidadanía fue el camino elegido. A través de un juego de palabras con el concepto de ciudadanía, la campaña se apoya en el valor de la ética del cuidado y usa el humor para volver a generar conciencia sobre la importancia de respetar las indicaciones sanitarias.
Los spots narran situaciones cotidianas de encuentros entre familiares o amigos, aportan emotividad e identificación, y buscan resignificar al “piola” en el que sí respeta los cuidados preventivos para combatir el Covid-19. La voz de Pedro Saborido, compañero de Diego Capusotto en varios de los programas más recordados del humor argentino, le imprime frescura y desarma barreras que el tono imperativo refuerza.
En una de las piezas de la campaña, un joven llega a un bar con su barbijo puesto. Un grupo de amigos y amigas lo está esperando. “¿Qué hacés con el barbijo, cheee?”, pregunta uno de los amigos que lo recibe. “¿Qué pasa?”, responde el joven. “Pero tampoco sos tan feo, sacatelo”, insiste el amigo. A lo que el joven sostiene: “Me estoy cuidando”. Entonces, una voz en off dice: “Y hasta se bancan a cualquier ignorante con entusiasmo”. Otra amiga irrumpe, también con tono jocoso: “Pero si es una gripecita nada más, dale”. La voz de Saborido dice: “Señor Cuidadano, no haga caso a la gilada y sea orgulloso miembro de esta comunidad”.
El joven mira a cámara, baja su barbijo durante un segundo, guiña el ojo y vuelve a subirlo para que tape su nariz y boca. Una placa de cierre sobre imprime la siguiente frase: PRACTIQUEMOS LA CUIDADANÍA, prevengamos la segunda ola de Covid-19.
Formadores de opinión, académicos y referentes del mundo de la comunicación que defendían la línea del miedo aseguraban que iba a ser más eficiente como recurso para modificar la conducta y llamar la atención. Nosotros teníamos la certeza de que, en ese momento, no había “no mates a tu abuela” que lograra que un chico se quedara en su casa. Había que acompañarlos en esas salidas. Ahora bien, el riesgo de usar el humor para hacerlo, era que leyeran en el tono una intención de banalizar la pandemia.
Por eso a finales de enero se realizó una encuesta cuantitativa en todo el país para preguntarle a la población sobre la manera en que el Gobierno Nacional estaba comunicando los temas sanitarios. Seis de cada diez argentinos aseguraron que la comunicación de los cuidados preventivos era clara o muy clara. El 77% dijo haber visto la campaña, principalmente por televisión. Y además, un 67% la ponderó como buena o muy buena.
Hace poco Alexandra Kohan escribió en este diario un artículo en el que reflexiona sobre la importancia del humor para salir de situaciones traumáticas. “Mientras que el cinismo sería reírse de todo porque nada importa, en el humor se trataría más bien de reírse de algo porque importa. Acaso se trate de un modo de hacer de la tragedia otra cosa que destino”, afirmó.
La risa permite hacer frente a la tragedia, justamente porque es algo que importa. Por eso la campaña no banaliza la pandemia. Pero, además, gana en su vocación preventiva porque genera identificación y, al hacerlo, invita a la acción.
Como dice Kohan “El chiste disuelve eso familiar que agobia, y lo disuelve para suscitar movimiento: un paso, para que pase algo allí donde no pasa nada, en las antípodas de la fijeza de la inhibición”.
Dos meses después de haber emitido la campaña y habiendo terminado la temporada de verano, los reportes diarios del Ministerio de Salud muestran que pasamos de un promedio de 6.428 casos diarios en diciembre a 6.023 en febrero. En otras palabras, salimos del verano sin rebrote. Pero la situación no está de ninguna manera resuelta, ahora comenzaron a aumentar los casos en países limítrofes como Paraguay y Brasil y en algunas regiones de nuestro país.
El jueves 18 de marzo el Presidente por cadena nacional alertó sobre una posible segunda ola, la introducción de nuevas variantes del virus que pueden ser más transmisibles y la situación global de escasez y demora en la entrega de vacunas. Este escenario se plantea en un contexto de mayor apertura, vida nocturna, mayor circulación, viajes de egresados y escuelas abiertas por lo que nos encontramos frente a un nuevo desafío.
En esta etapa el objetivo de la vacunación es salvar vidas. Se prioriza a los grupos de riesgo, quienes representan el 15 % de la población y son mayores de 60 años pero abarcan el 83 % de los fallecidos. El otro 85 % es el que hace circular al virus. Y el riesgo es que un aumento exponencial de casos tensione el sistema sanitario. Por eso, la campaña de vacunación va a ser exitosa en la medida en que todas las personas, vacunadas y no, sostengamos las medidas de prevención mientras llega la totalidad de las dosis adquiridas.
Desde hacer pedagogía sobre la mejor manera de ventilar hasta generar conciencia sobre la importancia de aislarse durante diez días en caso de ser un contacto estrecho, la comunicación vuelve a tener un rol importante.
Es difícil saberlo, pero puede que en un futuro ni siquiera las principales reglas de cuidado alcancen. Podría ser necesario explorar otras formas preventivas, acomodándonos en nuestras acciones a lo que el virus vaya mostrándonos.
No hay fórmulas mágicas ni resultados definitivos en la lucha contra una pandemia que todavía no terminó. Lo cierto es que los caminos no son siempre los que proyectamos pero tenemos la obligación de proponer soluciones nuevas, valientes y creativas que nos permitan superar la crisis y empezar a imaginar un país más justo, seguro y con menos desigualdades.
VB
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