Joe, Lula y los globos rojos
Los últimos siete días del breve febrero han sido para EEUU los más ricos en peripecias del año, y para su presidente los más ricos en protagonismos. Un globo espía chino, del tamaño de varios autobuses, fue derribado por el Pentágono el sábado 4, y uno más pequeño, del tamaño de un automóvil, el viernes 10. El Jefe de la diplomacia norteamericana Antony Blinken suspendió un viaje programado a Pekín. El martes 6, el octogenario Joe Biden pronunció en el Capitolio de Washington su segundo discurso del Estado de la Unión, el primero ante un Congreso con mayoría opositora. Entre las variadas, enfrentadas evaluaciones de esa performance anual y crucial, un rasgo común regocijó a su partido Demócrata. No lució como un adulto mayor, sino como un ágil presidenciable idóneo para pelear su reelección en 2024 como rival de Donald Trump o quien sea el candidato republicano. El viernes en el Salón Oval de la Casa Blanca, el presidente demócrata norteamericano recibió a su coetáneo el presidente brasileño petista Luiz Inácio Lula da Silva, que cumplirá 80 años en 2025. Coinciden en todo. Sobre la democracia floreciente y sobre la verde Amazonia. O sobre casi todo. Porque disienten con respecto a Rusia. Y la China roja de los globos espía.
Give me a chance
En un artículo sobre la nueva política internacional de Brasil, en la Neue Zürcher Zeitung buscaron la opinión del canciller Mauro Vieira; “Lula ha propuesto que un grupo internacional medie en el conflicto de Ucrania y mencionó a Brasil como uno de sus integrantes. Si Brasil ha de mediar de manera creíble, no puede tomar partido en el conflicto, se dice en el Ministerio de Exteriores. Bajo Lula, el Palacio de Itamaraty ha de tener un papel central para acabar con el aislamiento de Brasil en el mundo”. Efectivamente, desde el 1° de enero cuando juró como presidente, Lula se ha encontrado con más jefes de Estado que su antecesor Jair Messias Bolsonaro en su entero mandato. Antes de abril, ya reunido con Biden, se encontrará con el presidente chino Xi Jinping. También está planeada una visita del francés Emmanuel Macron, con quien Lula ya se encontró, cuando era presidente electo, en Egipto durante la Cumbre del Clima de la ONU.
Con el presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, Lula conversó ya en Buenos Aires. Porque su primer viaje al exterior fue a la Argentina y el Uruguay, porque su máxima prioridad es la integración en Latinoamérica. Brasilia espera que Caracas cumpla pronto las condiciones para que la República Bolivariana, apartada en 2016, sea reincorporada en el Mercosur. Lamentó no encontrar a Nicolás Maduro en la capital argentina durante la cumbre de CELAC. La opinión pública brasileña, en particular de las clases medias, habría dirigido una mirada más casual a un encuentro en esas condiciones: ni habría sido en Brasil o Venezuela, ni sería el resultado de una cita bilateral.
There is no Way like the Brazilian Way
Lula ha condenado la guerra de invasión de Vladimir Putin en Ucrania. Por otro, sin embargo, se ha negado a enviar las municiones para los tanques Leopard 2, que le había pedido el canciller socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, para Ucrania. El presidente brasileño justificó su veto: Brasil es “un país de paz”. Aunque tropas brasileñas combatieron en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Poco interés tiene Brasilia en combatir a Rusia. La agroindustria brasileña es dependiente de la importación de abonos rusos y bielorrusos.
También Lula se siente en forma. Ya ha admitido que, llegado el caso, podría postularse para su reelección en 2026. Con 81 años entonces, como Biden en 2024. La política exterior dinámica y confiada es la prueba de los nuevos horizontes que ve abiertos. Ha propuesto que China y Brasil desempeñen un papel importante en la iniciativa de paz internacional en Ucrania. El presidente sudamericano insiste en la necesidad de negociar la paz.
El mayor adversario geopolítico estadounidense es el principal socio comercial brasileño. China financia proyectos de infraestructura en Brasil, e importa ingentes volúmenes de soja, carne y mineral de hierro. El Banco Central Chino busca facilitar las transacciones internacionales y las inversiones. Las buenas relaciones de Brasilia con Pekín son tan importantes como con Washington.
Lula goes to Washington
Lula había dudado, aseguran, a qué capital viajar antes: si a la de China o a la de EEUU. Fue a ver a Biden. Es su séptima visita a la Casa Blanca, que conoció en los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama. Acaso influyera también el hecho de que Bolsonaro vive en EEUU desde el 30 de enero. En Florida, el mismo estado donde Trump, aunque a más de dos horas de distancia.
La comparación automática de Bolsonaro con Trump, de la que nadie se privó ni una sola vez, acaso sea menos rica en consecuencias útiles que un paralelo forzoso entre Lula y Biden. Los dos vienen de sus respectivos Nordestes nacionales.
El Nordeste brasileño es una región, de diez estados, que concentran 30 millones de habitantes, sobre un total de 200 millones en el país, pero que sólo contribuyen con el 13% del PBI nacional: son los menos educados. En los dos vecinos estados norteños y amazónicos, los más ricos en superficie, los más pobres en habitantes, la población es mayoritariamente de origen nordestino. Es una región que dio votos a Lula, siempre, y que esta segunda vuelta de 2022 le aseguró su victoria. El Nordeste de EEUU, en cambio, habita la población mejor educada del país, y los estados son ricos. Sin embargo, Biden, como Lula, es católico, de familia numerosa, de origen trabajador y proletario.
Lula y Biden tienen que vérselas con dos Legislaturas en las que no cuentan con mayorías. Más acá de hacer avanzar iniciativas de leyes propias, los dos Ejecutivos necesitan la autorización del Legislativo para enfrentar gastos inmediatos.
En una entrevista con CNN Internacional, Lula opinó que el discurso del Estado de la Unión que Biden pronunció el martes, donde pidió subir el techo de la deuda y reforzar la seguridad social, sería tildado de “comunista” en Brasil. Como a él por su neutralidad pacificadora ante Cuba, Venezuela y Nicaragua. El Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño actual restablece la tradición nacional de mantener relaciones con todos los países. “Quien solo quiere negociar con amigos, no necesita diplomacia”, publica la Neue Zürcher Zeitung, el diario suizo fundado en 1780.
AGB
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