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Segunda marcha federal

Abrazo multitudinario a la universidad pública para frenar la motosierra de Milei

Una postal de la multitudinaria marcha frente al Congreso en defensa de la universidad pública.

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Milena y Francisco caminan hacia la plaza del Congreso a paso rápido mientras tienen una conversación muy particular: no se cuentan chismes de la vida, sino que repasan sus apuntes sobre Fisiología Animal Comparada, una materia de la carrera de Biología que cursan en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. “Rindo mañana”, dicen los carteles que tienen pegados en sus pechos. “Es una materia difícil, con mucho contenido, pero tenemos docentes que son un amor, que ayer se quedaron hasta la noche en una clase de repaso respondiendo todas nuestras dudas. Es un examen difícil y estamos cortando clavos, pero pensábamos que no nos daría la cara para ir a rendir sabiendo que nuestros docentes están acá en la marcha”, asegura Milena con una sonrisa amplia. Mochila en los hombros, las fotocopias en una mano, el celular con los parciales de años anteriores en la otra.

La voluntad de Milena y Francisco por participar en la marcha federal universitaria se replicó en miles de personas que se movilizaron en todo el país este miércoles contra las políticas de ajuste educativo del gobierno de Javier Milei. Si la protesta en la Capital Federal fue de magnitudes similares a la de abril pasado, también tuvo la misma fuerza –o más– en otras ciudades a lo largo y ancho del país. 

El epicentro de la segunda protesta en el año fue la plaza del Congreso, un escenario que buscó ser simbólico ante la posibilidad latente de que el Presidente firme el veto presidencial a la ley de financiamiento universitario. Milei tiene tiempo reglamentario hasta este jueves a la medianoche para obturar la norma sancionada el 13 de septiembre y apenas culminada la manifestación masiva ratificó su decisión de avanzar en ese sentido. De espaldas al reclamo masivo, la Oficina del Presidente informó que el Gobierno “no cederá ante el espectáculo mediático” y “vetará el irresponsable proyecto de aumento del gasto público de las universidades nacionales”.

En la Casa Rosada esperaban tener el pulso de la movilización para terminar de definir la jugada, aunque siempre la posición libertaria fue la de vetar la ley. Desde la organización de la protesta contabilizaron una convocatoria de un millón de personas. Fuentes policiales apuntaron a este medio que, al menos en la ciudad de Buenos Aires, hubo 100.000 manifestantes.

La pugna por la calle estuvo presente en la decisión de Patricia Bullrich de desplegar un importante operativo de seguridad con vallas y agentes en las inmediaciones del Palacio Legislativo. Aunque esta vez directamente no aplicó el protocolo antipiquete, sí buscó explícitamente que la marcha no golpeara las puertas del Congreso, como en abril pasado. 

La protesta fue multipartidaria y multisectorial. Banderas de centros de estudiantes y de los gremios docentes y no docentes se mezclaron con consignas de la CGT y la UTEP, pero también con agrupaciones de todo el arco político, desde el peronismo al radicalismo, pasando por la izquierda y hasta la Coalición Cívica. Figuras como Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, Elisa Carrió, Horacio Rodríguez Larreta o Martín Lousteau se dejaron ver en la manifestación.

Pero no hubo dirigente político que sintetizara la convocatoria, que fue de todos. La música de la marcha la pusieron los bombos y redoblantes, y también los cánticos al mejor estilo tribuna de cancha: A ver, a ver/ quién dirige la batuta/si les estudiantes/o el Gobierno y la yuta, yuta… En la venta ambulante hubo pañuelos azules en favor de la universidad, remeras de la UBA y calcomanía con consignas en defensa de la universidad pública. 

La creatividad popular estuvo en un sinfín de carteles. Decía uno: Cuando todo sea privado, seremos privados de todo. Otro: Estudiá. No seas Adorni. Una tercer pancarta: La universidad pública tiene lo que a ellos les falta. Prestigio y credibilidad. Cuarto: Universidad para el pueblo. No para pocos. Quinto y último: Milei, paparulo, metete el veto en el culo.

El escenario de la protesta se instaló adrede mirando hacia el edificio parlamentario. Desde allí, micrófono en mano, la titular de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Piera Fernández De Piccoli, leyó el documento consensuado que le reclamó al Presidente que no firme el veto. Si Milei cumple su amenaza, la protesta le exigió a los diputados y senadores que insistan con la norma original.

Los votos para esa contraofensiva están ajustados, ya que se necesitan dos tercios de los presentes en los recintos. Con las bancadas de Unión por la Patria y la UCR unidas ante el reclamo universitario, la definición está en los legisladores que responden a los gobernadores y a Mauricio Macri. El oficialismo espera contar a su favor con el grupo de radicales disidentes que ya acompañaron el veto al aumento jubilatorio. Con todo, la incertidumbre recorría ayer los pasillos del Palacio Legislativo, desde donde se escuchaba el ruido de la marcha. 

En ese marco, Fernández De Piccoli trazó en el discurso una polarización extrema entre el sector universitario y la Casa Rosada. Dijo que la distancia no hizo más que profundizarse desde la protesta del 23 de abril. “No ha habido ni vocación de diálogo; la situación hoy es más crítica que a comienzos de año; no quisieron resolver estructuralmente los problemas; hay una intención de asfixiar el sistema”, fue parte del rosario de reclamos que desplegó la titular de la FUA.

“La columna vertebral de la Nación es la educación pública, que nos iguala y nos hace libres”, lanzó la dirigente estudiantil. Fue un discurso de pasajes duros contra la motosierra libertaria: “Es un error no reconocer que en las universidades no hay un problema, sino la posibilidad de encontrar soluciones a los problemas estructurales que el país enfrenta; es un error entender como un gasto y no como inversión lo que el Estado destina en universidades y desarrollo científico”. 

Las condiciones del sistema científico por el desfinanciamiento del CONICET y el no aumento de los salarios docentes marcó el pulso del discurso. La ley de financiamiento universitario obliga al Ejecutivo a recomponer los salarios docentes y no docentes a partir del 1 de diciembre de 2023 de acuerdo a la inflación y que también se otorguen aumentos mensuales de acuerdo a la suba de precios. Es un universo de 120.000 personas que forman parte de las 57 casas de altos estudios públicas de todo el país. En otro de sus artículos también busca garantizar “la ampliación anual y progresiva del monto y el número de beneficiarios de las becas estudiantiles”. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, la norma compromete el 0,14% del PBI, un porcentaje que Milei no parece estar dispuesto a ceder.

Por eso al cierre del acto Fernández De Piccoli le habló directamente al mandatario: “Al señor presidente le pedimos en un grito de auxilio: promulgue la ley de financiamiento universitario”. Y luego se dirigió a los legisladores, diputados y senadores: “A nuestros representantes en el Congreso, sostengan en el recinto la ley e introduzcan las modificaciones al proyecto de presupuesto 2025 para garantizar el financiamiento de las universidades”. 

El reclamo estudiantil quedó en el aire de la plaza del Congreso a medida que la protesta comenzó a descomprimirse. Al caer la tarde, la movilización se desconcentró sin inconvenientes dejando en ridículo al fuerte operativo de seguridad del Gobierno. Fue el momento entonces en que Milena y Francisco volvieron a sus casas, para terminar de preparar el examen que rinden este jueves. Hoy llevan encima, para rendir el parcial de Fisiología Animal Comparada, de la carrera de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, toda la energía de la segunda marcha federal universitaria.

MC/DTC

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