AMIA: Las nuevas generaciones, divididas entre el miedo, la bronca y el reclamo de justicia
Los jovenes pertenecientes a la colectividad judía de entre 18 y 30 años no existían cuando sucedió el ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), aunque toda su infancia y juventud escucharon hablar de él. Hoy, ya mayores de edad, a pesar de no ser contemporáneos al atentado, entre algunos hay miedo a que pueda pasar nuevamente, sobre todo tras los ataques del 7 de octubre ocurridos en Israel. Además, todos los jovenes mencionan la falta de justicia y la impunidad frente a un atentado perpetrado en tierras argentinas contra “los judíos y contra ciudadanos en general”, que nunca se esclareció.
La explosión del edificio de la AMIA, producida por un coche bomba en la mañana del 18 de julio de 1994, fue el mayor atentado terrorista de la historia argentina. Fue un ataque contra la comunidad judía, aunque también contra la sociedad argentina en su conjunto. Hay toda una generación de jovenes pertenecientes a la colectividad judía que, sin embargo, no recuerdan, como sí lo hacen sus padres y sus abuelos, qué es lo que estaban haciendo esa mañana a las 9:53, por el simple hecho de que todavía no habían nacido. A pesar de ello, desde que son chicos, escuchan hablar a los adultos de lo sucedido, y les han enseñado en la escuela qué es lo que pasó aquel fatídico día.
Ahora, ya habiendo cumplido la mayoría de edad y con una voz propia, viven de diferentes maneras lo sucedido tres decadas atrás. elDiarioAR entrevistó a varios de ellos para conocer su opinión y aunque ninguno tiene un familiar o conocido que haya perecido en la AMIA, todos hablan del dolor por el ataque. También, mencionan los ataques del 7 de octubre como un catalizador de sensaciones frente a un atentado a la AMIA del cual no son contemporáneos. Todos los jovenes critican a la justicia argentina por el camino lleno de irregularidades que tuvo el caso desde sus comienzos, y que no permitió que se haga justicia para las 85 víctimas fatales y sus familias, y para la sociedad argentina en su conjunto.
“El caso de la AMIA demuestra que la Justicia argentina no sirve para resolver algunos casos, cuando hay gente e intereses poderosos en medio”, sostiene Matías (23 años), quien se acaba de graduar de Economía. “Más que el miedo a que vuelva a pasar, me da miedo lo ciegos que son los jueces argentinos”, comenta.
Michelle (30 años), quien tenía un mes de vida cuando sucedió el ataque a la mutual israelita, coincide: “Me da bronca vivir en un país donde sigamos reclamando justicia después de tanto tiempo”. Sandy, 12 años menor, piensa lo mismo: “A pesar de no haber todavía nacido cuando sucedió el atentado, me parece muy injusto que no se haya resuelto el caso. Por eso es importante buscar justicia”.
Camila (21 años), maquilladora, está de acuerdo con las otras jovenes: “Me llama la atención, sobre todo, la falta de justicia”. Sin embargo, asegura que “no sabe tanto sobre el tema porque no había nacido, y porque gracias a Dios no tiene familiares que hayan sido víctimas del atentado”. Además, comenta que lo sucedido “no hace tanto tiempo atrás” le genera “temor y vulnerabilidad, que un ataque de esta magnitud haya ocurrido en una institución judía”.
Para algunos, el ataque a la AMIA tomó otra dimensión tras los ataques perpetrados el 7 de octubre: a pesar de la lejanía física, lo sucedido en Israel, que afectó a conocidos, familiares y amigos de estos jovenes, volvió el ataque a la mutual israelita algo más cercano y vivido. “Cuando fue el Atentado a la AMIA yo estaba aún en la panza de mi mamá. Toda mi vida viví sabiendo lo que había pasado ese día, pero no fue hasta el 7 de octubre que que pude entender con mayor profundidad y en primera persona hasta donde llega ese odio hacia los judíos que tanto escuché nombrar”, sostiene Sabrina (29 años), quien trabaja en comunicación y marketing. “Como judíos, no estamos a salvo en ningún lado”.
“Yo no entiendo como ciudadanos argentinos, habiendo vivido el ataque a la Embajada de Israel y el atentado a la AMIA, no defienden a Israel tras la masacre del 7 de octubre”, asegura Ivana (26 años), graduada en nutrición. “Siento impotencia, por sobre todo, por sentir que vivo en otra realidad”, agrega.
AS/MG
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