Elogio de Cristina y Massa como ministro, dos de los efectos domésticos de la gira de Alberto
Alberto Fernández sentó a Sergio Massa en el almuerzo final de la Cumbre de las Américas. Lo eligió como su “+ 1”, el formato que el protocolo marca que el presidente lleva un acompañante. Era un lugar para el canciller Santiago Cafiero o para el embajador en EEUU Jorge Argüello, pero Fernández eligió a Massa, que, por momentos, se mueve en el dispositivo Alberto como un ministro sin cartera.
No es un detalle menor: lo involucró en la instancia privada, con Joe Biden en la cabecera, en la que se espadeó sobre los asuntos más ásperos para la diplomacia del continente, donde hubo cruces, alertas y autocríticas, un almuerzo que ofició de plenario reservado que abordó la agenda política más de fondo. A esa ronda, Fernández llevó a Massa; un movimiento que debe leerse en el mismo código que su decisión, casi sobre la hora, de incluirse en la comitiva de la cumbre.
El protagonismo que el presidente le cedió al diputado es uno de los elementos que se manifestó en Los Ángeles, pero impacta casi 9500 kilómetros, en Buenos Aires. Una especie de efecto mariposa que repercute en el tablero del FdT. Massa, como contó elDiarioAR, se inquietó con la decisión de que Daniel Scioli reemplace a Matías Kulfas. Frente a eso, Fernández se esforzó por apagar ese ruido: no solo lo llevó a la gira, sino que lo incluyó en la ronda más política, el plenario donde Biden hizo una advertencia dramática sobre el riesgo de una tercera guerra mundial.
El Massa en modo ministro ensambla con otro episodio que, luego de una semana turbulenta de reencuentro y tensión con Cristina, se leyó en positivo. La vice estuvo atenta al discurso que Fernández dio el jueves, con críticas duras a la administración Trump y a Biden por armar una cumbre con “excluidos”. Según se contó en la comitiva, a través de un colaborador pidió el texto del discurso y dejó trascender su agrado con el mensaje del presidente. En un vínculo roto, cuya sutura es trabajosa y toda tregua es de papel, gestos mínimos de Cristina se cotizan como oro.
Fernández, por momentos, pareció encontrar el libreto para relatar la convivencia en el FdT con su vice. “Hablo con ella cuando es necesario”, dijo escueto en un contacto con elDiarioAR y otros medios en el hotel Ritz, de Los Ángeles. En privado, dice lo mismo. A su entorno les bajó el mensaje de no alimentar la interna y dar por “terminado” el Kulfas gate La nueva normalidad en ese vínculo se nutre de otras acciones: Máximo Kirchner, que suele anticipar o decir lo que su madre no dice, volvió en estos días a un tono que apunta más a la oposición que, como venía ocurriendo, a la pulseada interna.
Perdura, sin embargo, un ruido: en su despliegue como ministro sin cartera, Massa es uno de los dirigentes que propone una especie de refundación del gobierno, con una agenda acordada. El diputado no milita, como antes, la idea de crear una mesa del FdT que discuta y defina rumbos. Sostiene que esa tarea el corresponde al presidente mediante consultar. “Nosotros repensamos el gobierno todos los días. Y todos los días hay una tormenta nueva: la pandemia, la guerra, la suba de precios internacionales”, se explica Fernández y admite que hay, además, tempestades internas del FdT.
Colateral
En Los Ángeles, Fernández se encontró con algo que no fue a buscar: un principio de entendimiento con Jair Bolsonaro. El presidente brasilero se mostró amable y dispuesto al diálogo, buscó una foto con él pensando en la disputa electoral de fin de año en la que compite contra Lula Da Silva. En el ecosistema Fernández, que apuesta a la victoria de Lula, dan por terminada la era Bolsonaro, pero entienden que es saludable construir un diálogo con Brasil. El presidente argentino desliza que lo importante es el vínculo con Paulo Guedes, el ministro de Economía, en cuya agenda aparece el tema energético y el gasoducto de Vaca Muerta.
El capítulo brasilero tiene un efecto colateral porque fue Daniel Scioli el que tejió, a fuerza de persistencia, un diálogo fluido con Brasil. El ex gobernador deja Brasilia -y es probable que no tenga, por varios meses, un sucesor- pero se trae las medallas de haber intervenido no solo en la reconstrucción del diálogo con Bolsonaro sino porque fue uno de los promotores más intensos del gasoducto para exportar gas a Brasil.
En la ecuación interna, Scioli es otro de los que se fortalece porque construyó, casi en soledad, un diálogo con Bolsonaro. El 21 de julio habrá cumbre del Mercosur en Asunción, Paraguay, y quizá podría haber una biletaral con el brasileño para revitalizar el bloque regional. Scioli, que asumirá lunes o martes, es una de las figuras en las que Fernández pone expectativas para traccionar en la recuperación de la economía, el factor clave para generar expectativas.
Hacia la bilateral
El discurso del miércoles, que fue elogiado hacia dentro del FdT, generó inquietud de funcionarios del Departamento de Estado, pero luego Fernández tuvo otros contactos, sin sobresaltos, con Biden. En el almuerzo del viernes, por ejemplo, el presidente estadounidense le reconoció al mandatario que EEUU desatendió el vínculo con América Latina y el Caribe. “Se equivocan cuando creen que China tiene una actitud imperialista y no es así: China da créditos e invierte en lo que le sirve a ellos, energía y alimentos, y no pide nada a cambio. Pero EEUU aporta poco en materia comercial y de inversiones, y luego pide mucho en términos políticos”, explicaron en el entorno de Fernández.
De Los Ángeles, el presidente argentino regresó con más volumen como portavoz del continente y ese lugar lo favorece, además, en el vínculo con EEUU. En la bilateral que tendrá con Biden a fin de julio en la Casa Blanca, abordará una agenda vinculada con los intereses argentinos. Por eso, insistió que en la cumbre habló más como titular de la CELAC que como mandatario criollo. Ahí pueden aparecer temas económicos como el pedido de algún beneficio respecto a la baja de aranceles y temas de inversiones.
Es una forma de traducir para que, en términos internos, sirve lo que Fernández hace desde la CELAC. “Estar bien posicionado como portavoz de la región, que lo escuchen y se conveirta en un interlocutor privilegiado de las potencias, mejora su capacidad de negociar como presidente para las cuestiones propias”, apunta un diplomático.
PI
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