El fantasma de un diciembre caliente: contención en el territorio y alerta por la violencia
- ¿Viste a alguien llamando a un Argentinazo?
La pregunta la deja, flotando sobre la mesa, un funcionario nacional, hombre de vínculos estrechos y conocedor de la dinámica de los territorios y las “orgas” sociales. La invoca para lanzar, casi como antídoto, su dictamen: “Ya no hay más conflicto social en diciembre. Nadie salta las vallas. Hasta las orgas más duras entienden que si hay crisis, los que pierden son los más pobres”.
La dimensión de la certeza busca contrarrestar el pánico que se instala en los gobiernos los fines de año de cada año, los días ásperos de diciembre, cuando se acumulan protestas y reclamos. Ocurre en estos días en que, admiten en Casa Rosada, “aumentó la movilización social” pero no la traducen como un riesgo cierto. Este año, además del efecto lacerante de la pandemia sobre la pobreza, interviene el reflejo muscular de lo que ocurrió en 2001, aquel 19 y 20 que precipitó el fin del gobierno de Fernando De la Rua, episodio que dejó 39 muertos y del que se cumplen veinte años.
¿Puede impactar ese registro histórico, la memoria de aquellos días? Según el mapeo que hizo elDiarioAR, en consultas con intendentes, funcionarios nacionales, provinciales y municipales, y dirigentes sociales, no hay indicios de tensión extra. No implica, claro, que no pueda ocurrir: la realidad tiene como práctica habitual, eso de actuar por sorpresa.
“Todos los diciembres son duros”, apunta un intendente del PJ del conurbano. “Pero hay mucho despliegue y presencia en el territorio, hay contención. ¿Puede pasar algo? Siempre puede pasar algo. El riesgo es que haya alguna movida armada, incentivada para tratar de generar un efecto contagio”, plantea el alcalde a elDiarioAR, en off, porque es un tema sensible que, dice, puede funcionar como un llamador. Donde se supone que está todo bien, puede aparecer alguien a hacer ruido.
El argumento, también repetido, de protestas digitadas o motorizadas, naufraga cuando se pregunta sobre el quién. “Los únicos sueltos son los grupitos anarquistas, minúsculos, sin capacidad de generar algo grande”, describe una fuente oficial. Es decir: la dinámica del foco, dominó, una chispa que inicie un incendio. “No hay indicios, no hay alerta. Nación, provincia, los municipios, las organizaciones, todos están activos conteniendo. La economía, que mejoró, ayuda”, aporta desde el gobierno bonaerense. Dicen que Sergio Berni, el ministro de Seguridad, encargado de monitorear ese proceso, no elevó ningún planteo sobre potenciales conflictos.
Asistencia
En las consultas de este diario se repite el diagnóstico sobre un fuerte sistema de asistencia, que se reforzará en estas semanas con bonos, cajas de alimento. En PBA está pautada la distribución de 1,2 millones de cajas navideñas. Podría no ser la única tanda. “Hay más movilización pero no se detecta nada que pueda generar una situación que se salga de control”, aporta una fuente bonaerense de un área que opera, a diario, con los barrios.
“Se estuvo muy cerca de los que la pasan peor. Ahora empezó a mejorar la economía, eso cambia el clima”, agrega un intendente del oeste, zona del gran Buenos Aires que históricamente tuvo picos críticos. Uno de los últimos se produjo en San Fernando allá por el 2014. Pero siempre, se mira especialmente a Moreno, quizá desde ese distrito, en el 2001, partió una movilización rumbo a Plaza de Mayo encabezada por quien era el intendente, Mariano West.
Juega, además, otro factor. En general, los intendentes experimentados saben olfatear las crisis y controlarlas, conocen los puntos más calientes de su distrito y a quien tocar para atender esa demanda. En Moreno hay una intendente nueva, Mariel Fernández, de nexos con La Cámpora y con organizaciones sociales, a la que elogian en Nación y en Provincia. Por las dudas, en los límites con José C. Paz, hay coordinación con Mario Ishii por eventuales alertas.
La maquinaria territorial que se movió en la previa de las elecciones, tanto del FdT como de Juntos, aparece como un factor adicional respecto a la cercanía. “La mayoría de los intendentes, luego de un año con dos elecciones movidas y muy trabajadas como estas, tiene un termómetro preciso de lo que pasa. No debería pasar nada raro”, apunta un dirigente de diálogo fluido con los intendentes.
“Hay mucha movilización, habrá una concentración muy grande contra el ajuste del FMI. Hay una situación social muy grave pero está canalizada por la contención de las organizaciones sociales. El Estado debe dar respuestas: está pendiente la promesa del gobierno nacional de pagar el medio aguinaldo y el alimento para los comedores y los productos navideños”, explica Eduardo “Chiquito” Belliboni, del Polo Obrero (PO) que no ve clima de estallido pero avisa: “El gobierno trata de contener pero no descarto nada”.
Advierte, eso si, sobre pequeños grupos que organizan petitorios en los supermercados para pedir alimento. Deja una referencia como dato abierto. “Abrieron los planes, muchos entraron. Todos esperan lo que puede pasar en diciembre que hay como un mito ¿y si la inflación sigue? ¿Y el ajuste por el acuerdo con el fondo? ¿Y si ocurre en marzo?”. Belliboni habla de enojo en los barrios con el gobierno y que eso se expresó en los resultados que obtuvo la izquierda en la última elección.
Tensión social
Aparece, sin embargo, otro componente, en cierto modo menos político y más difícil de administrar. También de predecir: la violencia, tanto en forma de delitos como en lo social.
“Aumentaron mucho los delitos. Desde la apertura post pandemia y siguen en alza”, indica un funcionario de un municipio controlado por Juntos por el Cambio. Lo atribuye a la crisis, al desorden de la economía y aunque evita la linealidad pobreza-delito, entiende que eso tiene un efecto sobre la inseguridad. Un jefe territorial del PJ coincide con esa mirada y aporta otro dato. “Los hechos aumentaron, sobre todo desde que se volvió a abrir masivamente la actividad nocturna”, agrega un dirigente de FdT que controla un territorio.
Esa tensión aparece como un fantasma cierto aunque, en el testeo que llega al gobernador Axel Kicillof no figura ningún elemento de alarma adicional. Advierten, sin embargo, que se preparan para una temporada de verano “caliente”, las noches de vacaciones y una tensión acumulada post pandemia.
Un funcionario relata a elDiarioAr una experiencia en primera persona. Asistió, en un mismo fin de semana, a dos episodios de violencia social, uno con armas de fuego y disparos, conflictos sin que tenga un componente de intento de robo aunque también puede estar cruzado por peleas de territoriales de grupos narcos o de rivalidad de pandillas.
El elemento seguridad es, también, impredecible aunque aparece como un alerta prioritario en el gobierno. Berni aceleró en estas semanas, en general junto a Martín Insaurralde, nuevas camadas de efectivos policiales y apuró la inscripción de aspirantes para incorporar, a lo largo del 2022, 20 mil nuevos policías en la provincia de Buenos Aires.
“Un hecho delictivo trágico puede desatar una pueblada y escalar. Eso es inmanejable. Lo que está claro que suelen quedan encapsulados y cuando se mete la política, se frena. Lo del kioskero de Ramos Mejía generó una movilización entre sus vecinos pero cuando lo quisieron llevar a San Justo, a la municipalidad, no fue nadie”, detalla, conocedor del tema, un funcionario.
PI
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