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Entrevista

Julián Domínguez: “El peronismo se quedó sin ideas, no discutió, no se enriqueció, no se renovó”

Julián Domínguez en una imagen de archivo

Diego Genoud

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Julián Domínguez, dos veces ministro de Agricultura de la Nación, expresidente de la Cámara de Diputados, exintendente de su ciudad, Chacabuco, analiza el presente del sector agropecuario, al que conoce bien, del sector automotriz, con el que trabaja, y los debates que se debe el peronismo para recuperar representatividad.

—Hablando de temas que tienen que ver con el agronegocio -conocés muy bien el sector agropecuario- arranco por los datos de julio que difundían CIARA-CEC, las grandes cerealeras: trajo mejores indicadores para el gobierno, un poco mayor la liquidación de cosecha en julio. Pero si uno mira los primeros siete meses del año, el campo liquidó apenas un 5% más que en 2023, que fue el año de la gran sequía, y está casi a la mitad de lo que se liquidó, por ejemplo, en 2022. ¿Cuáles son las razones de esta demora en la liquidación, que obviamente es clave siempre para el gobierno de turno?

—Sin duda el productor está carpeteando. Tiene un tipo de cambio que cree que no es el más conveniente. Hizo las compras que necesitaba para sembrar. Encima el gobierno, además, le ofrece una tasa de interés a los productores muy baja para comprar los fertilizantes y todo lo que necesitan para sembrar. Y el productor va a ir liquidando en tanto y en cuanto tenga necesidad de pagar el contrato de arrendamiento o de comprar o arreglar una máquina o algo. Pero si no, en este contexto, no va a haber una voluntad de liquidación, sobre todo porque el Gobierno alentó medidas que finalmente no tomó.

—¿A qué te referís?

—El Gobierno alentó una expectativa en torno a las retenciones con la Rural, todo el tiempo estuvo alentando. Después giró en 180 grados los anuncios. Toda la posición del gobierno y la posición política del presidente que decía que se cortaba los brazos antes de aumentar un impuesto. De hecho, cuando el presidente arranca quiere aumentar las retenciones. Por eso me parece que es producto de que el productor está tratando de entender cuáles son las reglas con las cuales el próximo semestre se va a gobernar. Me parece que es eso.

—Lo vimos a Milei y gran parte de su gabinete hace apenas unos días, en la exposición rural, con cierta amabilidad con Nicolás Pino, sonrisas, pero también reclamos. Y la expectativa del gobierno a veces es: bueno, los productores tienen mucho en silobolsas. Este ciclo viene retrasado. Me puede ayudar en el segundo semestre que terminen liquidando en una época donde habitualmente la liquidación siempre es menor. ¿Creés que eso puede pasar tal como espera el Gobierno o si no hay un cambio en cuanto al dólar, retenciones, va a ser un periodo de sequía para el Banco Central?

—Te voy a decir una cosa previa. Si no se trabaja, no se genera valor agregado ni se exporta, ninguna expectativa ni especulativa, ni dependiente del valor de los commodities, ni de la liquidación del sector agropecuario, la economía va a resolver los problemas estructurales que tiene. Argentina tiene el año que viene cercano a los 16 mil millones de dólares de vencimiento, con lo cual si el Gobierno tuvo que trasladar oro como caución complementaria para darle a los acreedores de Argentina señal de que está dispuesto a cumplir con sus obligaciones, quiere decir que... Para mí ese no es el camino. Para mí el camino es un acuerdo social que aumente la producción, que aumente la capacidad de Argentina, que genere industrialización, valor agregado. De todos modos, siempre cuando el campo liquida, ayuda a la economía, porque la Argentina tiene, mal que les pese a muchos, un problema de una economía bimonetaria donde la restricción de dólares siempre ha sido el cuello de botella del desarrollo argentino. Y esta es una crisis de deuda. Lo ha dicho la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Todo el mundo lo criticó. Cada vez que hay sequía y al campo le va mal, inundaciones y el campo le va mal, caída del precio internacional y no son los precios internacionales, en la Argentina se generan serios problemas. Primero crisis económica y después crisis política. Es una economía bimonetaria que depende del dólar.

—Hay una particularidad con este Gobierno que acaba de aprobar la Ley de Bases y el Régimen para grandes inversiones (RIGI). Y eso lo que tiene de particular es que las petroleras, las mineras, no van a pagar retenciones, regalías por un periodo de gracia importante. Recién a partir del cuarto año tienen que empezar a pagar y eso extrema la dependencia, dicen algunos especialistas, del sector agropecuario. ¿Hay conciencia en el sector agropecuario, en el agronegocio, en el campo, de que son los únicos que van a tener que pagar bajo este nuevo esquema que diseña Milei?

—Creo que sí, que el productor todavía no lo terminó de advertir, pero tal cual está planteado... Vamos por partes. Yo estoy convencido que hoy los estados deben generar políticas para atraer inversión en capitales, en industrialización de la producción, de los recursos que cada país tiene y tratar de darle el mayor valor agregado para poder exportar. Parto de esta premisa porque yo creo en las inversiones y creo en leyes que estimulen las áreas de inversión, sobre todo cuando el problema del mundo es el empleo tal cual nosotros lo conocemos. Dicho esto, la economía del conocimiento con una política de promoción de software después de emprendedores, etcétera, generó hoy un nivel de exportación cercano a los 8 o 9 mil millones de dólares. Después del campo, la industria automotriz, la economía del conocimiento es el tercer sector que genera divisas en el país. Dicho esto, a mí me parece que fue una posición muy infantil, poco dialogada. Me parece que las inversiones en el litio, en minerales, iban a llegar. Me parece que se podría haber articulado un acuerdo con las provincias, que se venía trabajando, y el Congreso que permitiera industrializar, desarrollar la industria local, porque el mundo en los próximos diez años, hasta que no aparezca una energía alternativa, el litio lo va a seguir necesitando.

—Nadie te pedía tanto, Milei.

—Nadie pedía tanto y no se entiende tampoco por qué. Si no responde a una estrategia de desarrollo o sí, mejor dicho. Responde a una estrategia donde no existe el país en términos como nosotros lo conocemos, compuesto por población, territorio, estado e instituciones. Nosotros tenemos una visión donde creemos que la institucionalidad de un Estado, la organización territorial, es constitutiva. El Presidente dijo que lo venía a destruir desde adentro y en esto es coherente. El modelo económico es coherente con una visión que no cree en el Estado, que no cree en la institucionalidad geográfica que determina la soberanía de un territorio y a la población como sujeto determinante. Él cree en minorías, en castas minoritarias, económicas, que tiene que ver con este nuevo fenómeno del siglo 21, donde en realidad la economía del conocimiento, la robótica, la infotecnología y los nuevos jugadores globales han generado riqueza que supera a los propios estados. Entonces hoy la información pasó a representar el 50% de la riqueza de la humanidad. La información. Quien maneja mayor cantidad de procesamiento de datos y los algoritmos para acceder a esa información tiene el control del mundo. Nosotros creemos que hay que integrarse a ese mundo desde una visión nacional, desde una visión de desarrollo de las capacidades productivas nacionales, que hay lugar. De la otra manera no jugamos. Yo creo que es un error estratégico que nos lleva al precipicio la posición del presidente.

—Hay muchas diferencias entre Milei y el peronismo. Sin embargo, tanto Milei como el peronismo, en la última etapa, decidieron no tener Ministerio de Agricultura. Eso provocó que dieras en su momento un paso al costado. Cuando asumió Sergio Massa como superministro de Economía, desapareció el Ministerio de Agricultura. ¿Por qué decidiste en ese momento decir “doy un paso al costado” y, más allá de tu persona, qué costos le trae a la Argentina no tener un ministro de Agricultura?

—El principal aporte económico del país lo hace el campo y es una locura que Argentina no tenga un Ministerio de Agricultura. Lo tienen todos los países de la región, lo tienen Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia. Argentina no tiene, por esta visión economicista. Incomprensible. Desde lo político, creo que la representación a quienes somos del interior, quienes amamos el interior, quienes amamos nuestras tradiciones, nuestra cultura, quienes creemos que el destino de la Argentina está vinculado a la industrialización agropecuaria, porque es lo que sabemos hacer, lo que tenemos años, lo que tenemos tradición, me parece que es un error político que Economía resuelva por Agricultura. Es parte del centralismo porteño. Es decir, es parte de una visión de consultores y de especuladores que maneja la política argentina. Y la política argentina estuvo manejada por consultores, por los mismos grupos económicos que ponían consultores en el peronismo o en otra fuerza que gobernaba. O el radicalismo o el PRO o La Libertad Avanza. Hay un problema de ausencia del debate político. Hay un problema de una dirigencia que no discute el proyecto de país porque tiene que comprometerse en el presente con coherencia en esa dirección. Yo para asumir la primera vez, después de un conflicto como el de la 125, estaba convencido que era un problema político y que requería una institución política que era el Ministerio. Y cuando no se dio eso me corrí porque entendí que no iba a poder ayudar a la hora que vivía la Argentina, porque yo creo que las ideas siguen siendo el motor de la toma de decisiones.

—Lo hablaste con Massa, me imagino.

—Lo hablé con Massa, lo hablé con el presidente, lo hablé con la vicepresidenta y con el presidente del partido de la provincia, que era Máximo (Kirchner) en ese momento, como sigue siéndolo. Y hice lo que tenía que hacer.

—Te escuché en algún momento decir: yo tengo una visión política del sector agropecuario. La dirigencia parece que no. ¿Qué costos trae eso para el peronismo, que siempre tuvo una relación complicada, por lo menos los últimos años, con el sector agropecuario?

—El peronismo dejó de tener una visión política. Cristina tuvo una visión política. El peronismo no debatió, no discutió ni estuvo a la altura de las circunstancias. Es más, muchas representaciones del sentimiento del peronismo no lo encarnaron las personas que representan esa espiritualidad, si querés. Yo creo que al peronismo lo que le falta es discusión política. Al peronismo le falta definir qué quiere representar. Definir qué quiere ser. ¿Quiere ser un movimiento nacional con valores democráticos, que promueva negocio? ¿Qué quiere ser el peronismo? ¿Quiere ser una corriente humanista, social? El peronismo tiene que definir eso.

—¿Qué responsabilidad tiene el propio peronismo en el triunfo de Milei? Porque hoy vemos, por ejemplo, está Daniel Scioli, que es un funcionario después de haber sido candidato a presidente de lo que era el Frente para la Victoria. Pero al mismo tiempo, Milei creció como un rayo. En dos años pasó de panelista a presidente durante el gobierno del peronismo.

—Es que el peronismo se quedó sin ideas. El peronismo no discutió, no se enriqueció, no se renovó, no tuvo futuro para aportarle a la sociedad argentina. Y esto es la falta de debate, la falta de institucionalidad. ¿Cómo competir en un mundo tan complejo como el que nos toca vivir en un cambio permanente donde la economía del conocimiento, la biotecnología, la infotecnología, cambiaron las reglas de juego del mundo si no es a través del debate, si no es a partir del estudio, si no es a partir del aporte, de la observación, de la realidad, de la discusión y de la aplicación a lo que es más conveniente es a tu país? El peronismo no debatió. El peronismo tuvo pereza intelectual. Tuvimos pereza intelectual, tuvimos comodidad, dejamos de representar los intereses del pueblo. Muchos dirigentes representaban a consultoras o a grupos.

—Eso es clave. Hay muchos funcionarios que son consultores de empresas. ¿Y eso qué consecuencias tiene cuando están en la función pública?

—Gravísimas para la política. Porque el problema es qué está en el centro de la discusión de la política. Yo provengo de la política: el bien común y el interés general. Están en el preámbulo de nuestra Constitución. La razón de ser. ¿Por qué queremos la unidad nacional? Para contribuir al interés general y al bien común. Si no hay discusión sobre el bien común, la política deja de tener razón.

—¿Cuál fue tu discusión con el sector agropecuario? Siempre sos identificado como alguien ligado al sector agropecuario, que tenés coincidencias, que decís esto “tengo una visión política del sector agropecuario”, pero al mismo tiempo siempre el sector agropecuario miró en los últimos años, por lo menos, con recelo al peronismo. ¿Cuál era tu discusión con ellos?

—El peronismo tiene una discusión nacional y eso lo tiene en común. Tiene valores vinculados a la tierra y eso lo tiene en común. El problema, es una discusión, es qué es el sector agropecuario. ¿Es el productor, es el contratista, son las empresas de los clúster productivos o el sistema financiero que maneja el sector productor? Yo te diría, con los productores, con los contratistas, con las empresas que trabajan en territorio, con el que comercializa, ellos tienen problemas con el peronismo, pero si te ponés a desglosar tenés muchas cosas en común. Yo soy de Chacabuco, vengo de ahí. Si el campo anda bien, Chacabuco anda bien. Y si le agregás valor agregado, industrializás, significa la posibilidad de crecimiento. Y además creo que no debe haber vínculo más nacional, más autónomo vinculado que el tipo que labura la tierra. Hay que estar en el campo a las cinco de la mañana. Hay que estar cuidando la vaca, que no se te vaya a otro campo. Y esta ciudad siente desprecio porque no lo conoce, no lo vive. La vida de quien trabaja en el campo es una vida sacrificada. La vida de quien es titular del predio, de quien es contratista y de quienes trabajan en la vida del campo. Son un millón de personas o más. Entonces, me parece que hay un gran cipayismo cultural aún en el progresismo argentino. Desprecia el campo. ¿Hay algo más nacional que el campo? Las tradiciones de nuestros pueblos, la vida, la diversión en nuestros pueblos pasa sábado y domingo vinculado a actividades de sector agropecuario. La gente ahorra a lo mejor toda una década para comprarse la montura, para comprarse un caballo, porque forma parte de su relacionamiento y de su vínculo con la tradición.

—Hay algo que se sabe menos de Julián Domínguez y es que trabaja con sindicatos, trabaja con el SMATA, otro sector estratégico, el sector automotriz. También un sector exportador que en parte también hay autopartes, algunas son locales, otras importadas. Es un sector donde hay componentes importados, pero es un sector muy dinámico de la economía, que está viviendo una crisis hoy. Hay suspensiones, despidos, anticipos de jubilaciones en empresas como Renault-Nissan, Iveco, Fiat. ¿Cuál es la profundidad de la crisis en el sector automotriz?

—Acá hay un problema también de qué piensa el peronismo. La industria automotriz mueve en el orden de los 12 mil millones de dólares. Es el segundo rubro de exportación de la Argentina. Si la Argentina no produjera o no tuviera industria automotriz en el país... El déficit hoy debe ser 2 mil millones de dólares entre importación y exportación.

—Se redujo bastante.

—Si no tuviéramos la industria automotriz, las industrias en la Argentina, las terminales en la Argentina, sería todo déficit. En vez de necesitar 2 o 3 mil millones de dólares, tendríamos 12.000. Esto es importante tenerlo presente porque muchos economistas dicen: no tiene sentido tener...

—Se redujo mucho en los últimos diez años. En la época de Cristina era mucho más grande el déficit.

—Era mucho más grande el déficit, producíamos 850.000 autos contra 300.000.

—Sí. Pero al mismo tiempo hubo reemplazo, por lo que sé, de autopartes nacionales.

—Pero el tema central está vinculado a la dimensión de la exportación, del volumen de exportación. Son 26 países de 200 en el mundo que tienen industria automotriz y por eso es muy importante que Argentina pueda seguir produciendo autos. Hay un eje geopolítico que es América Latina, México, Brasil y Argentina. Una diferencia grande son los mercados que cada país tiene. Argentina tiene un mercado relativamente chico. Se explica las terminales que Argentina tiene por la calidad de la mano de obra. La mano de obra argentina es muy buena. Los niveles de muchas empresas de productividad son altísimos. Toyota alcanzó a escalas planetarias el mayor nivel de productividad en nuestro país, por ejemplo. Y un acuerdo muy fuerte entre sindicato, empresa y Estado. Ahora se corrió el Estado.

—Y ahora está viviendo una crisis fuerte.

—La industria vos pensá que de estimar producir 700.000 autos, 650, se llegó a 850, 900 casi con Cristina. Hoy va a producir 300.000 autos.

—En 2024, estamos hablando.

—En 2024. El sindicato está haciendo un esfuerzo enorme, enorme para evitar que haya despidos, para tratar de que no se cierren las plantas, alentando inversiones, alentando las autopartes, que se sigan desarrollando las autopartes. Es un momento muy crítico para todo el sistema de producción y además tenés que contemplar que en la industria el aumento de los costos energéticos y la dolarización de los costos energéticos es un nuevo impacto que tiene sobre el sistema industrial argentino. Si mirás lo que pasó con la industria automotriz en Brasil...

—Eso es clave y también se conoce muy poco: la crisis o el cambio de la matriz productiva en Brasil, con una transición acelerada hacia los autos eléctricos que perjudica a la Argentina.

—Y el error geopolítico de despreciar a Brasil y a China. El Servicio Exterior argentino, que es muy profesional, muy competente, trabajó más de 20 años en la relación con Asia, con China, con los nuevos mercados, con los nuevos emergentes. Y nosotros íbamos en una estrategia común de integración con Brasil. Siempre se trabajó en la búsqueda integrada de Brasil para también integrar a los BRICS, también para tener financiamiento, que ahora vamos a detenernos dos minutos en esta crisis de las bolsas globales. ¿Qué hizo Brasil? Salió a buscar las inversiones. Mientras el presidente de Argentina se dedicaba a agredir al presidente chino, a China y a Brasil. El presidente de Brasil se dedicó a buscar inversiones.

—Es algo que ya lleva más de un año igual.

—Es que Argentina estaba en condiciones también hace mucho más de un año de dar la transición energética. De hecho, acá teníamos el plan 2030, el acuerdo social entre sindicatos y Estado, para salir en igualdad de condiciones. De hecho, ellos largaron el Plan MOVER. Nosotros habíamos tenido la declaración de la industria automotriz como estratégica en el Congreso, la Ley de Autopartes. La Ley de Promoción de las Inversiones de la Industria automotriz había sido antes que el Plan MOVER. Nosotros estábamos conscientes que esa era una pelea que había que salir a dar. Por eso se proponía una ley de transición energética y de litio. Nosotros, teniendo el recurso natural en la Argentina, esa pelea, estábamos convencidos que no la podíamos perder. De hecho, Sergio Massa en la última Rural, ¿qué anuncia? Dice: termina el ciclo donde el único motor generador de dólares es el campo, porque van a venir los minerales. Y hace mención al caso del litio, porque precisamente estábamos trabajando. Era un acuerdo tripartito, Estado, sindicatos y gobierno, para salir a pelearle a Brasil.

—Ahora veía un informe que dice: Brasil aceleró la importación de autos eléctricos en un acuerdo con China. ¿Eso perjudica a la industria local?

—Todo lo que sea desarrollo de la plataforma en Brasil nos impacta a nosotros.

—¿Pueden tener problemas las automotrices que destinan gran parte de su producción a Brasil?

—Porque centralmente hoy las principales inversiones son chinas, del orden de los 22 mil millones de dólares, más otra parte que pone Brasil. No solamente vienen inversiones a Brasil para la transición energética, el híbrido y después los autos eléctricos, sino que Brasil con el Plan MOVER tiene una inversión proyectada de unos 9 mil millones de dólares en los próximos años. Con lo cual eso hace bastante, bastante complejo poder explicar que nosotros no podemos tener una estrategia con el gobierno, que las terminales no pueden tener una estrategia con el gobierno y con el sindicato para pelear parte de ese escenario, independientemente de que a la mineras con el RIGI le dejaste la cancha libre.

—En algún momento planteabas que Santiago del Estero tenía que ser la capital de la Argentina. Y te hago una pregunta, porque justamente me parece que es una de las cuestiones claves para el peronismo. ¿Cómo reconcilias el peronismo del conurbano con la economía de la zona núcleo, que son dos realidades muy distintas? A veces el peronismo parece ser que le habla más al conurbano que a la zona núcleo. No sé si esto de Santiago tenía que ver un poco con eso. ¿Cómo hacés para reconciliar con un proyecto realidades antagónicas, sociedades antagónicas, economías quizá antagónicas?

—El conurbano es industrial. El problema son los grandes centros urbanos que generan pensamientos desarraigados de la producción y de la industria. Por eso, entre el conurbano industrial y el campo agropecuario no hay disidencia. Hay disidencia cuando la economía está desarraigada del trabajo y de la producción. Pero, sin duda, Santiago del Estero requiere una nueva visión de país mirando a Asia, sabiendo que el Pacífico es el escenario comercial del futuro. Mirando a América Latina, pensando en la integración con Brasil para ir a los BRICS. Fijate hoy en esta crisis global, si Argentina tuviera una posición común en los BRICS, que están más o menos estables, podría negociar un financiamiento diferenciado desde los BRICS. La consecuencia de irnos en los BRICS la vamos a empezar a ver ahora en este tembladeral financiero. Siempre apostar a la timba financiera para el país le ha ido mal. No creo que esta sea una excepción.

—¿Qué puede hacer el peronismo ahora? Hay como una confluencia de organizaciones sociales, sindicatos, la Iglesia, un sector al que vos también sos muy próximo. ¿Eso se puede traducir en política o eso va por un carril distinto?

—No. Lo que tiene que traducirse en política es que los dirigentes tienen que sentarse a discutir y definir el pueblo quién es el más representativo. No va a discutir una rosca, una reunión, un acuerdo, lo que lo tiene que dar el espíritu de representación de los intereses del pueblo. Es seguir pensando que en una mesa chica se puede resolver el interés de la nación. Necesitamos líderes que tengan alma de pueblo, que sientan como el pueblo, que caminen junto al pueblo, que sean del pueblo y que tengan la convicción, que no sea propia, que sea la convicción que encarna el sentimiento de una voluntad mayoritaria, democrática, que para tener fuerza debe ser la síntesis de una nueva mayoría en la Argentina.

Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).

DG/CRM

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