De la revolución de Página/12 al Grupo Clarín: el complejo legado periodístico de Jorge Lanata
El nombre de Jorge Lanata es, sin duda, uno de los más resonantes y controvertidos del periodismo argentino. Desde sus inicios, en una Buenos Aires marcada por la represión de la dictadura, hasta convertirse, a partir de los 80, en una voz crítica y polémica, su figura dejó una marca indeleble en la historia de la prensa nacional. Gracias a su estilo mordaz y su capacidad para desafiar a los poderosos de turno, contó con una audiencia leal, aunque también cosechó detractores que lo acusaron de haber abandonado los ideales de independencia que tuvo durante los comienzos de su carrera.
Nacido el 12 de septiembre de 1960 en Mar del Plata y criado Sarandí, en Avellaneda, Lanata mostró desde joven una afinidad por la palabra escrita y una inclinación por abordar la realidad sin filtros. A los 14 años, ya estaba inmerso en el periodismo, colaborando en publicaciones locales y dando los primeros pasos de una carrera que, en sus propios términos, sería “incómoda e implacable”.
En 1987, a sus 27 años, Lanata fundó Página/12, que rápidamente se consolidó como un medio con un enfoque progresista y crítico. Con una redacción joven y vanguardista, el diario marcó un antes y un después en el periodismo argentino, convirtiéndose en un espacio donde la investigación, la crítica social y la denuncia cobraban protagonismo. Esta etapa fue para muchos el momento en que Lanata encarnó un periodismo desafiante y comprometido, capaz de cuestionar al poder sin estar alineado a él.
Su crítica a los grandes grupos mediáticos, especialmente al Grupo Clarín, resonó en una época en la que las relaciones entre política y prensa apenas comenzaban a transparentarse. Sin embargo, la relación de Lanata con Página/12 se deterioró con el tiempo debido a diferencias editoriales y conflictos con la dirección del diario. A mediados de los años 90, Lanata decidió dejar el periódico y explorar otros proyectos periodísticos.
La independencia fallida
Durante los años ‘90 y principios de los 2000, Lanata se mostró como un crítico acérrimo de Clarín, denunciando su influencia en la política argentina y su papel en la concentración de medios. Con frases memorables y editoriales que sacudieron la escena mediática, señalaba los vínculos de Clarín con el poder y la manera en que, según él, moldeaba la opinión pública para sus propios fines. Durante esta etapa, Lanata encarnaba la figura de un periodista que se distanciaba de los grandes grupos económicos y de los medios de comunicación que él consideraba alineados con intereses empresariales más que con una auténtica búsqueda de la verdad.
Uno de los ejemplos más emblemáticos, en ese sentido, fue el diario Crítica de la Argentina, fundado en 2008, proyecto con el que Lanata buscaba retomar el espíritu disruptivo del diario Crítica original de los años 20, ofreciendo un enfoque independiente frente a los poderes de turno. Para ello, se asoció con un grupo de inversores, lo que le permitió lanzar el proyecto. Sin embargo, desde el inicio, la relación con estos financistas fue complicada, generando tensiones constantes en la gestión del diario.
Apenas un año después de su lanzamiento, el diario comenzó a experimentar problemas financieros, y esto afectó directamente a los trabajadores. La falta de recursos llevó a atrasos en los pagos de salarios, lo que causó malestar y descontento entre el personal. A medida que la crisis económica del diario se agravaba, los trabajadores comenzaron a exigir respuestas, tanto de Lanata como de los financistas. Sin embargo, las tensiones entre las partes dificultaron alcanzar una solución.
La situación llegó a un punto crítico en 2009, cuando los empleados decidieron ir a huelga para exigir el pago de sus salarios atrasados y mejores condiciones laborales. Lanata, aunque defendía la independencia editorial del proyecto, se vio en una situación compleja: sin recursos suficientes y con la presión de los trabajadores, las posibilidades de mantener el diario en pie eran cada vez ínfimas. Finalmente, en 2010, Crítica de la Argentina cerró, dejando a numerosos trabajadores en una situación precaria y sin recibir las indemnizaciones correspondientes.
La era Clarín
Pero el punto de inflexión en la carrera periodística de Lanata tuvo lugar en 2012, cuando sorprendió a todos cuando pegó el salto a Canal 13, propiedad del Grupo Clarín, desde donde lanzaría su programa Periodismo Para Todos (PPT). Esta decisión generó fuertes críticas y se convirtió en uno de los puntos más polémicos de su carrera. Para sus detractores, la incorporación de Lanata a Clarín parecía representar una traición a sus principios, el punto de partida de un nuevo capítulo que muchos interpretaban como una alianza estratégica entre el periodista y el multimedio que tanto había repudiado.
Incluso sus seguidores, acostumbrados a su irreverencia y crítica de los poderosos, sintieron desconcierto ante este giro inesperado. Sin embargo, Lanata justificó su decisión argumentando que, en el contexto de polarización política y del conflicto entre el gobierno kirchnerista y el Grupo Clarín, era necesario contar con un espacio masivo desde el cual dar su versión de los hechos y exponer casos de corrupción. PPT rápidamente se convirtió en uno de los vehículos más intensos de oposición al por entonces Frente para la Victoria.
En este marco, Lanata tomó un giro antikirchnerista que se intensificó con el pasar de los años. Su postura contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se hizo cada vez más explícita, enfocándose en investigaciones que revelaban, en muchos casos, escándalos de corrupción. Para algunos, esta cruzada significaba un nuevo capítulo de independencia periodística, pero para otros evidenciaba un sesgo que favorecía a los intereses de Clarín y al clima de confrontación entre la Casa Rosada y el grupo de medios comandado por Héctor Magnetto. Lanata pasó a ser percibido no solo como un periodista crítico del poder, sino como una pieza clave en la agenda de un multimedio con intereses específicos en el tablero político.
Estas contradicciones añadieron un matiz complejo a su figura. Si bien para muchos Lanata se mantuvo fiel a su misión de denuncia, para otros su rol en Clarín y su postura marcadamente antikirchnerista lo alejaron de su identidad original como periodista independiente. Con el paso de los años, la relación entre Lanata y Clarín se convirtió en una paradoja: el periodista que había denunciado los monopolios de los medios pasaba ahora a ser uno de sus representantes más visibles, mientras su estilo directo y polémico lo posicionaba en el centro del conflicto político-mediático más relevante de la última década en Argentina.
Con PPT, la postura de sus enfoques y su tono implacablemente crítico hacia una única corriente política hicieron que sus detractores comenzaran a ver en Lanata a un agente de polarización antes que un observador relativamente imparcial de la realidad. Para sus seguidores, en cambio, su trabajo en Canal 13 no hizo más que reafirmar su compromiso con un periodismo cuya misión es la de denunciar al poder de turno. La figura del “Lanata independiente”, sin embargo, se difuminaba cada vez más en un país donde “la grieta” parecía comérselo todo.
PL/MG
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