Kicillof arranca un año electoral clave sin financiamiento y presionado por la interna con Cristina
Axel Kicillof arrancó un año clave para su futuro político en una situación de fragilidad. La Provincia, según apuntan en su entorno, se encuentra en “emergencia económica” porque la oposición trabó la aprobación del Presupuesto 2025 el viernes de la semana pasada y le prohibió tomar deuda. El gobernador deberá ahora enfrentar el año nuevo, marcado por las elecciones de medio término, muy ajustado de recursos.
Un escenario complejo sumado a que tiene que lidiar con una puja interna no resuelta, que lo llevó en los últimos meses a enfrentarse de modo directo con Cristina Fernández de Kirchner. Al filo del año se agregó la renuncia de Jorge D’Onofrio como ministro de Transporte, jaqueado por una supuesta trama de corrupción en el manejo de las fotomultas.
El ministro de Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, ensayó en su última conferencia de prensa una suerte de balance del último año y aprovechó para acusar a la gestión de Javier Milei y a la oposición de la Provincia de boicotear el debate por el Presupuesto, la Ley Fiscal Impositiva y el endeudamiento, con el único objetivo de “quebrar las arcas de Buenos Aires”.
La bronca responde al fracaso –por segunda vez en menos de diez días– de una sesión convocada en espejo en ambas cámaras de la Legislatura para aprobar ese combo económico. La versión de la Provincia es que Kicillof presentó el proyecto hace más de 40 días y aceptó varias modificaciones, agobiado principalmente por los pedidos de la oposición, aunque también por las presiones de distintos sectores del peronismo. La Cámpora y el Frente Renovador de Sergio Massa exigieron cambios.
Pero en el gobierno bonaerense apuntan contra la oposición porque el principal escollo fue el endeudamiento, para el que necesitaban el apoyo de dos tercios del recinto. Los sectores opositores de La Libertad Avanza más las ex fuerzas de Juntos por el Cambio se negaron a votarlo, pese a que en la Provincia aclararon con insistencia que la cifra requerida, superior a los 1100 millones de dólares, sería destinada íntegramente al pago de vencimientos generados durante la administración de María Eugenia Vidal. La luz roja al endeudamiento frenó el resto del debate, ya que en la Provincia habían anticipado que de no contar con esa herramienta no tenía sentido avanzar con los demás temas.
En la mesa chica de Kicillof creen que, detrás de los argumentos para rechazar la toma de deuda, lo que hubo en verdad fue un intento de imponer los nombres a designar en la Suprema Corte bonaerense, que tiene cuatro sillas vacías. “Apostaron a que no se vote y lo lograron. No haremos más concesiones, las que estuvimos dispuestos a hacer ya están sobre la mesa”, enfatizó a elDiarioAR un funcionario bonaerense que tuvo un rol preponderante en las negociaciones, y agregó: “Con los jueces de la Corte no vamos a ceder. No vamos a negociar bajo extorsión”.
Kicillof prorrogó por decreto el Presupuesto 2023 y la Ley Impositiva 2024 para el próximo año, para asegurarse el funcionamiento de la Provincia, aunque las discusiones se extenderán con los libertarios, el PRO y la UCR durante el verano para jugarse su última chance de tratar los proyectos en febrero. En su entorno se muestran escépticos de llegar a un acuerdo al inicio de las sesiones ordinarias, e insisten en que no hubo hasta ahora voluntad de negociar. De volver a fracasar el debate, deberá conformarse con eso los recursos disponibles y tendrá una verdadera complicación para afrontar los gastos. “Adecuaremos las partidas o iremos al default. La responsable de ambas opciones será la oposición”, se atajan.
El peso de la interna
Aunque en el axelismo hacen un esfuerzo por minimizarlas, las presiones internas también existieron. Los intendentes alineados al Instituto Patria exigieron públicamente un fondo especial destinado a los municipios y, más esquivos al protagonismo, muchos le reclamaron un artículo para permitir las reelecciones indefinidas, un tema con el que estaba dispuesto a ceder. Además, en paralelo a la discusión por el presupuesto, se oyeron las exigencias del kirchnerismo para que el gobernador se comprometa a no desdoblar las elecciones legislativas en la Provincia.
En el entorno de Kicillof saben que el fuego amigo colaboró en que se enturbiara el debate. Su mayor desafío ahora será administrar las tensiones internas en una provincia desfinanciada, donde cada uno de sus movimientos políticos es mirado con suspicacia por La Cámpora, que cuestiona sobre todo a los dirigentes que buscan colgarse de la candidatura del gobernador para “jubilar” a Cristina. Por eso caen mal algunos gestos como el del riojano Ricardo Quintela, que reapareció hace unos días para pedir la candidatura presidencial de su par bonaerense, o los pasacalles que aparecieron en la Ruta 2 para bancar a Kicillof y el intendente Jorge Ferraresi (Avellaneda) firmados por la agrupación “Peronismo Bonaerense”, que nuclea a dirigentes históricos siempre dispuestos a quitarse al kirchnerismo de encima, como Baldomero “Cacho” Álvarez, Alberto Pérez y Raúl Othacehé, entre otros.
Kicillof tendrá una prueba de fuego en los próximos meses. Definido a ampliar su construcción política de cara a 2027, deberá ordenar los números de su gestión en la Provincia para poder posicionarse como una alternativa real a Milei. Desde hace años que carga con el beneficio y el peso de ser el candidato “natural” del espacio, algo que el kirchnerismo buscará poner en discusión.
LA/MC
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