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La pelea por la Cámara alta

Romper y maximizar: la estrategia libertaria para triplicar su número de senadores

El Senado este año renueva un tercio de sus bancas.

María Cafferata

13 de enero de 2025 06:51 h

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Javier Milei se mueve bajo una premisa en estas elecciones: fracturar y maximizar. Allá en donde pueda romperá las viejas alianzas, se robará a los pesos pesados y jugará solo, atento a reforzar la marca La Libertad Avanza en todo el territorio nacional. En las que no, negociará y armonizará. No descarta tampoco contentarse con franquicias locales que, aunque no lleven el sello partidario violeta, le respondan numéricamente a la hora de juntar las mayorías. El objetivo es maximizar la presencia en el Congreso, especialmente en aquella cámara que le fue esquiva hasta ahora: el Senado, tierra de la enemiga pública número 1, Victoria Villarruel. Y en este 2025, los libertarios solo pueden crecer.

El Senado es ese escenario hostil que, desde que asumió, solo ha sido sinónimo de dolores de cabeza para Milei. Desde el rechazo al mega DNU 70 pasando por las decenas de iniciativas paralizadas, como los pliegos de la Corte Suprema, hasta la expulsión de un aliado clave como Edgardo Kueider: la Cámara alta funcionó, con pocas excepciones -como la sanción de la Ley Bases -, como un cortafuegos a la voracidad libertaria. 

Se suma, además, la enemistad con su propia vice, que conduce el Senado y que, como gustan repetir en su entorno, es “la única funcionaria que no pueden echar”. La Cámara alta es, en resumen, un escenario antipático que Milei necesita colonizar. Y es por ello que las ocho provincias que renuevan bancas en el Senado se convirtieron en una prioridad: la máxima fantasía oficialista, que solo cuenta con seis bancas propias, es poder hacerse con 12 más. Es decir, la mitad de las bancas que se ponen en juego. 

La madre de todas las batallas

Las provincias que renuevan sus senadores son la Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. Pero en ninguna región LLA se juega tanto como en la Capital Federal. Es en el bastión macrista donde se definirá el futuro de la alianza entre LLA y el PRO y, con ello, el alcance que el Gobierno podrá tener en esta elección. El macrismo, mientras tanto, se juega su propia supervivencia. 

Mauricio Macri está en una encerrona: un día juega a la guerra y al otro adhiere a la propuesta de armisticio de Milei solo para enviar, a las pocas horas, a su primo a anunciar en un acto de campaña que podría competir para ser senador nacional. Jorge Macri, que fue quien verbalizó esta posibilidad desde un escenario en Villa Pueyrredón, es quien más se resiste al acuerdo electoral cuando el resto de la tropa amarilla presiona puertas adentro para cerrar una alianza. Las encuestas que manejan son tajante: casi el 80 por ciento de los electores que votaron a Patricia Bullrich en la primera vuelta y a Milei en el ballotage reclaman que el PRO y LLA vayan juntos a las elecciones.

¿Macri quiere ser senador? Milei la pone a Patricia a competir y si gana es por poco. Y si pierde es el final de su carrera política”, rechaza un dirigente del PRO que hizo su pase a las Fuerzas del Cielo. “Si Macri hubiese querido ir a la guerra tendría que haber ido a fondo al principio. Ahora ya está, cada día que pasa está más desgastado. El único camino que queda es el de la aceptación, y aspirar a poder quedarse con algunos negocios y no ir preso”, dictamina, demoledor.

Un sector del PRO, cada vez más minoritario, insiste en mantener la “identidad” del PRO y jugar por separado. Más de uno se ilusiona con llegar, así, a anotarse para la “centro derecha” los tres senadores que le corresponden a cada provincia: dos por la mayoría, que serían para LLA, y uno para quien salga segundo, que sería el PRO. “Es una locura, una fantasía. El kirchnerismo se va a meter en el medio y mirá si te sale primero”, sostiene, en cambio, un peso pesado del PRO bonaerense que todavía responde a Macri.

El kirchnerismo, mientras tanto, mira con atención la disputa, atento a aprovechar la fractura. Todavía no hay nombres confirmados, pero la mayoría especula con que el camporista Mariano Recalde, presidente del PJ de la Ciudad, reelegirá como senador. Leandro Santoro, quien hoy es el dirigente de Unión por la Patria que más mide en la Capital, podría ir como cabeza de lista para la Legislatura porteña o para diputado nacional. 

Sea cual sea el desenlace de la relación entre el PRO y LLA, el Gobierno solo tiene para ganar en esta elección. Esto se debe a que los dos senadores cambiemitas que vencen mandato este año, Martín Lousteau y la larretista Guadalupe Tagliaferri, cosecharon un perfil más bien opositor a Milei en el último año. Es decir que el Presidente no solo sumaría, al menos, dos senadores propios, sino que además despediría dos opositores.

Lousteau, en principio, no tiene definido si volverá a competir este año por algún cargo, pero quien sí está ansioso es Horacio Rodríguez Larreta. El exalcalde necesita volver al ruedo tras la derrota en la interna presidencial y analiza competir como candidato a senador nacional.

El peronismo, en retirada

Mientras que Milei fantasea con triplicar el número de bancas libertarias, UxP batalla con la posibilidad de perder su poder de fuego en el Senado. Es un escenario complicado. De los 34 senadores que tiene -la última incorporación, aunque aún no oficializada, es la camporista Stefanía Cora, que reemplazará al expulsado Kueider-, renueva 15. Es decir, casi la mitad de sus senadores. El peronismo desafía la mejor elección que tuvo en los últimos años: la de 2019, cuando la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner ganó en primera vuelta con el 47 por ciento de los votos. 

“No tenemos mucha ambición en esta elección. Estamos entregados”, admite un senador peronista del Norte que reelige este año. Ese es el caso de, por ejemplo, Santiago del Estero, Salta y Chaco: todas provincias en las que el peronismo sacó dos de los tres senadores, a excepción de Santiago del Estero, en donde el gobernador Gerardo Zamora tiene el control sobre los tres. Nadie en UxP espera que este escenario se repita.

En el caso de Salta, el gobernador Gustavo Sáenz, un peronista que rompió con UxP para alinearse con el gobierno nacional, está más interesado en proteger el pago chico que en competir por los cargos nacionales. Analiza la posibilidad de cerrar un acuerdo con Milei, quien ya tiene nombres fuertes en la provincia. Uno es el senador Juan Carlos Romero, quien ofició, sin ser libertario, como virtual jefe de bloque de LLA en el último año. La otra es la diputada Emilia Orozco

En Chaco el peronismo también duda de poder renovar las dos bancas que tiene actualmente. Volverá al juego el exgobernador Jorge “Coqui” Capitanich, quien está peleado con CFK desde que colaboró con el armado de Ricardo Quintela en la interna fallida por la presidencia del PJ. Del otro lado estará el gobernador radical Leandro Zdero, que hoy juega con una pata floja porque el senador que le responde, Víctor Zimmermann, pidió licencia para asumir como ministro de Producción local. El gobernador analiza, incluso, la posibilidad de cerrar un acuerdo con LLA.

Santiago del Estero es la provincia más complicada para el gobierno libertario. Gobernada por Zamora hace 20 años, el distrito elige también gobernador y en LLA no tienen nombres fuertes para disputarle su poder. Los nombres más resonantes son Tomás Figueroa, cercano a Martín Menem y presidente del partido en la provincia, así como el militante tuitero Daniel Parisini, más conocido como “el Gordo Dan”, quien nació en Santiago del Estero. Pero en LLA no se hacen grandes ilusiones: a lo máximo que pueden aspirar es a arrebatarle un senador a Zamora.

En Entre Ríos, CFK tendrá su venganza, luego del acuerdo electoral que llevó a Edgardo Kueider a encabezar la boleta del FdT. El Gobierno, mientras tanto, trabaja en sellar un acuerdo electoral con el gobernador Rogelio Frigerio.

En Neuquén se dará un escenario peleado, en donde el gobernador Rolando Figueroa buscará disputar, desde el MPN, tanto con el kirchnerismo, encabezado por Oscar Parrilli, como LLA. Será un escenario peleado en donde la única pieza fuerte que tiene el oficialismo es la pastora evangélica Nadia Márquez.

En Tierra del Fuego terminan mandato tres senadores con perfil muy opositor a Milei: las kirchneristas María Eugenia Duré y Cristina López y el radical Pablo Blanco. El gobernador Gustavo Melella buscará renovar los dos lugares para el peronismo, pero su mayor enemigo, más que Milei, es la interna peronista.

En Río Negro, por último, el gobernador Alberto Weretilneck tendrá que tomar una decisión: si aliarse con el peronismo para hacerle frente a Milei o jugar por separado con su partido, Juntos Somos Río Negro. De ir separados, el gobierno podría conseguir el primer lugar y hacerse para sí las dos sillas en el Senado.

MC/MC

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