El “susto” de Alberto: crónica de un día caótico a 15.800 km de Buenos Aires
- ¿Te sentís bien? Te noto como un sudor frío.
- Estoy bien, estoy bien.
Alberto Fernández despejó la duda de Sergio Massa que, a modo de saludo, le tocó el brazo y lo notó, le dijo, frío y un poco sudado. Lo segundo no era extraño en la humedad selvática de Bali, con casi 30 grados de calor pero la pátina fresca, al aire libre, con un sol ardiente, hizo que el ministro se sorprendiera y lo consultara al Presidente si le pasaba algo.
Estaban en el Apurva Kempinski de Nusa Dua, la zona de resorts de Bali, Indonesia, donde estaba por comenzar la apertura de la cumbre del G20. Fernández, un rato antes, había desayunado en su hotel, el Meliá, con Julio Vitobello y Juan Manuel Olmos, y luego viajó, solo en un auto, escoltado por el resto de la comitiva, al complejo donde estarían los presidentes de los países que integran el grupo de los 20, salvo el ruso Vladimir Putin y el brasileño Jair Bolsonaro.
La noche previa, Fernández había terminado la redacción de su discurso junto al canciller Santiago Cafiero. El tono era conocido: reclamar el cese del fuego y plantear que el impacto de la guerra de Ucrania es más cruel en los países del hemisferio. Sería el orador número once pero no llegó a hacerlo.
En la antesala, donde los líderes se reunieron antes de ingresar a la cumbre, Fernández saludó al canciller ruso Sergei Lavrov, al la titular del FMI Kristalina Georgieva y, entre otros, a Pedro Sánchez, presidente de España. Fue ahí que tuvo un indicio preciso de que algo no anda bien. Antes había tenido algún mareo, una pesadumbre que atribuyó al calor y a la humedad, al jet lag luego de volar 16 horas de París a Bali y dormir poco, menos que lo habitual.
Pero cuando saludó a Sánchez, el mareo fue más intenso que lo habitual. “En el momento que lo saludé tuve un vahído”, le describió, meticuloso, a Manuel Estigarribia, el médico de la Unidad Presidencial que acompañó a Fernández en la gira. Federico Saavedra, el jefe del área, no formó parte de la comitiva.
- ¿Te quedaste dormido? -bromeó, Sánchez.
No llegó a ser, según se explicó luego a elDiarioAR, un desmayo ni un desvanecimiento, sino una breve pérdida de sentido. Un vahído, dijo Fernández. Lo demás ocurrió con la rapidez de lo que lleva mucho tiempo, con la ansiedad de lo que carece de respuestas precisas en poco tiempo. El Presidente argentino fue asistido y luego empezó el proceso de traslado a un centro médico en Bali. Budi Gunadi Sadikin, ministro de Salud de Indonesia, lo acompañó durante todo el trayecto.
Afuera, cuando los distintos mandatarios ingresaban al plenario de la cumbre, los funcionarios argentinos se inquietaron porque Fernández no aparecía. A los minutos se enteraron del episodio y un rato más tarde, la Unidad Médica Presidencial, a las 11:09 del martes de Indonesia, emitió un comunicado que indicó que había sufrido un episodio “de hipotensión y mareos” y que por ese motivo había sido trasladado para que se le realizaran análisis y chequeos. Y, además, para que permeneciera bajo observación.
Lejos, de madrugada
Ocurrió cerca del mediodía, con un sol fulminante, con mucho calor y humedad, esa combinación que hace que andar bajo el sol se parezca a caminar en una pileta de sopa. Pero el día caótico de Alberto Fernández fue, bajo el prisma masivo, una noche caótica: porque el Presidente protagonizó el episodio de salud a 15.850 kilómetros y 11 horas de distancia de Argentina, y durante los momentos más inquietantes, mientras el país que gobierna dormía.
Cuando amaneció en Argentina, ya había más precisiones pero mientras tanto hubo cuatro horas de ruido blanco: pocos datos, especulación sobre lo que ocurría, escasas precisiones respecto a donde estaba. Se informó, por fuentes de la comitiva, que estaba junto al secretario General Julio Vitobello y Gabriela Cerruti mientras el canciller Santiago Cafiero y el ministro de Economía Sergio Massa representaban al país en su nombre. Apareció, entre las interpretaciones, que pudo ser efecto de una debilidad física producto de la dieta Keto que comenzó a hacer el presidente y por la que, se afirma, bajó ocho kilos. Cerruti y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, fueron las que le sugirieron hacer ese régimen para reducir su peso. “Saavedra estuvo al tanto y lo autorizó”, explicó una fuente.
Hasta entonces, había datos sueltos. “Fue un susto grande pero ya está mejorando”, dijo un colaborador a este diario. No se sabía, tampoco, si retomaría o no la agenda que unas horas después contemplaba una bilateral con el presidente chino Xi Jinping. A las 15.26, llegó el segundo parte médico que aportó otras precisiones: la descompensación había sido producto de una gastritis erosiva con signos de sangrado. Al margen, hubo otros datos: que respondía a una úlcera de duodeno, que agravó un cuadro de gastritis que el Presidente acarrea hace tiempo y nunca trató, y que derivó en el episodio.
Cuadro típico de estrés y de descuido. “Sabía que tenía una gastritis que le daba acidez, pero cuando lo afectaba lo resolvía con Uvasal”, detalló una fuente y precisó que esta vez fue un sangrado profuso, que generó preocupación en todo el equipo y que la indicación médica fue que el Presidente hiciera reposo. El diagnóstico se hizo luego de una endoscopía que permitió determinar el origen y lugar del sangrado, se lo medicó y se le suministró suero. La recomendación médica fue, además, que acorte todo lo posible la gira. Hasta esta tarde, no estaba previsto modificar la hoja de ruta.
Fernández dio que quería, a pesar de todo, ir a la bilateral con Xi, con quien tenía una agenda que tratar. Las cumbres presidenciales, aunque sean como la de este martes en Bali, pueden ser con varios funcionarios -en este caso fueron siete de cada lado- pero solo pueden hablar los presidentes. Fue breve y expeditiva: menos de 30 minutos. Fernández logró, después contó a la prensa, dos compromisos de Xi que la aportarán dólares “chinos” a las reservas del Banco Central y al régimen de comercio exterior.
Antes y después, toda la agenda presidencial, se suspendió. Lo correspondiente al miércoles, que incluye un encuentro con Kristalina Georgieva, se modificó: iba a ser al mediodía pero se pasó para las 5 de la tarde hora local. Se verá, además, con Pedro Sánchez. Al anochecer está previsto que vuele rumbo a Madrid y, previa escala, regresar a Argentina la madrugada del viernes horas después de que Cristina Kirchner hable desde el Estadio Único de La Plata, a 50 años del regreso de Perón.
Cristina, como reveló elDiarioAR, lo llamó desde Buenos Aires para conocer como estaba su salud.
- Estoy bien, estoy bien -, le pudo decir Fernández como, horas antes, le había dicho a Massa cuando le tocó el brazo y sintió un sudor frío.
PI
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