La ropa en Argentina está calculada para personas de menores contornos
La búsqueda del cuerpo argentino: desde el INTI anticipan que la nueva tabla de talles empujará hacia arriba la media actual
El viaje es por tierra: un scanner corporal 3D tiene que llegar desde Jujuy, provincia en la que quedó varado cuando la pandemia de Covid-19 llegó a la Argentina, hasta Buenos Aires. Tiene una misión y un tiempo previsto -nada menos que por la reglamentación de una ley- para cumplirla: es la herramienta con la que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) llevará a cabo el estudio antropométrico para establecer el Sistema Único Normalizado de Talles de Indumentaria (SUNITI), objetivo central de la llamada “Ley de Talles”, aprobada en 2019 y reglamentada el 10 de junio de este año.
El estudio está en busca de la media corporal de los argentinos y las argentinas para, hacia arriba y hacia abajo, lograr que los talles de la ropa que estén a la venta se ciñan a esa tabla, vernácula y actualizada, y por todo eso más realista, y no a las de ahora, que son más bien europeas, de hace varias décadas, y no están unificadas: se puede ser talle M, L o XL según quién fabrique la prenda, y se puede no ser nada de eso, estar por afuera de esa norma, y cargar con ese impacto.
“Nos falta medir en el AMBA y en la Patagonia. Habíamos reanudado el estudio, que se frenó hacia 2017, pero la pandemia volvió a interrumpirlo. En total vamos a medir unos 14.000 cuerpos de distintas edades y distintas geografías de la Argentina: nos queda el 40% de las mediciones por hacer. Eso después se procesará y allí tendremos la media de los cuerpos argentinos, tanto de varón como de mujer, y podría surgir la media de algún otro género autopercibido si hubiera una muestra de ese género lo suficientemente representativa. Hasta ahora no ocurre”, describe Sandra Jung, licenciada en Matemática y coordinadora del estudio del que se ocupa el INTI. Desde la reglamentación de la ley, que está por cumplir un mes, ese organismo público tiene 240 días para cumplir con la tarea que le fue asignada.
El scanner corporal pesa 350 kilos y, por sus dimensiones, no sólo que viaja por tierra sino que hay que desarmarlo y armarlo cada vez. Tarda entre 10 y 15 segundos en tomar 70 medidas de la persona que esté parada, con los brazos semi-abiertos, frente al aparato. Es un equipamiento que podría tomar hasta 400 medidas de ese cuerpo. “Para completar el estudio estamos pensando en incorporar otro scanner más, de mayor complejidad, que cuesta unos 25.000 dólares. Con ese creemos que podríamos llegar bien con los tiempos”, explica Jung, y suma: “Una muestra tan grande y tomada en todo el país nos garantiza que la variedad de los cuerpos sea amplia y que la media esté basada en esa variedad”.
El reclamo por el sinceramiento -y la unificación- de las tablas de talles tiene respaldo en la experiencia de quienes compran ropa y calzado: según la última encuesta sobre talles de la organización civil AnyBody Argentina, que se dedica a visibilizar la diversidad corporal y que estuvo entre quienes impulsaron la Ley de Talles, alrededor del 64% de las personas tienen dificultades para encontrar su talle -con frecuencia o siempre- cuando quieren comprar ropa. Esa proporción crece hasta más del 81% de las personas encuestadas cuando la dificultad es ante el talle único: una prenda que se ofrece como “universal” le sirve a dos de cada diez personas.
“Siento tristeza porque mi cuerpo no encaja con lo disponible” fue la respuesta más frecuente entre las personas a las que se les consultó sobre cuál era el efecto de sentir dificultad para dar con un talle adecuado: casi la mitad de los encuestados (44,7%) respondió así. El 14,2% manifestó enojo con su cuerpo y, en proporción similar, el 14,5% aseguró sentir enojo hacia la marca de ropa.
“No hay resultados definitivos porque el estudio no está terminado, pero sí hay algunas conclusiones intermedias: la media que medimos está lejos de la media que se fabrica. La ropa está calculada para personas de menores contornos, no tanto en cuanto a la altura pero sí en cuanto al peso”, adelanta Jung, y sostiene: “La expectativa de este estudio es que más gente tenga disponible ropa para sus cuerpos”.
“Por primera vez vamos a tener una referencia de los cuerpos argentinos. Se busca la media para después correrse para un lado y para el otro de esa media: esa sería una tabla real y representativa, que abarque la mayor cantidad de cuerpos y pesos posible”, dice Jésica Lavia, licenciada en Nutrición y co-autora del libro Pese lo que pese. “La lucha de organizaciones como AnyBody Argentina es que esa tabla de talles se mueva lo más posible para un lado y para otro de la media para que quede la mayor cantidad de cuerpos quede representada”, suma.
“La segunda causa de discriminación en la Argentina, según las denuncias que recibe el INADI, es el aspecto físico. Es una muestra cabal de que seguimos pensando que las personas son válidas según el cuerpo que tienen, en un país en el que 7 de cada 10 personas no encuentran talle sin dificultad. Detrás de esa problemática hay exclusión y vulneración de derechos. Creemos que una tabla actualizada, basada en el estudio de los cuerpos argentinos actuales, va a mejorar la situación: es un paso importante”, sostiene Mercedes Estruch, coordinadora de AnyBody Argentina.
“No es que con esto va a cambiar completamente el mundo, pero sí abre el debate: la gente empieza a comprender sus derechos cuya vulneración había naturalizado. Yo hasta no volverme activista no tenía claro que yo podía pedirle al mercado que oferte lo que yo necesito. Respecto de la ropa, somos un montón pasándola mal: la gente es diversa e insistimos con el talle único. Los que componemos la diversidad perseguimos un único modelo de cuerpo, todos queremos estar lo más cerca posible de ese ideal, y eso genera un círculo vicioso, pero el imaginario social está cambiando y empezamos a pensar que el problema no somos cada uno, individualmente, y que hay un cambio colectivo que puede darse”, enfatiza Estruch.
“La tabla va a suponer un cambio. Nuestras encuestas dan cuenta de que las personas sienten que su cuerpo está equivocado, y no el local, y con este estudio vamos a tener acceso a talles más acordes a nuestro cuerpos, y eso da vuelta esa sensación de equivocación”, resume Julieta Fantini, psicóloga, creadora de la cuenta de Instagram @cuestionartearg, y también integrante de AnyBody Argentina.
“El impacto de lo que ocurre con la oferta actual de indumentaria es que para encajar en un cuerpo supuestamente ideal enseguida pensamos que hay que hacer dietas. Esto genera angustia, ansiedad, y confusión porque creemos que nuestro cuerpo está mal. La salida de esto, que parece un escenario individual, es colectiva: la visibilización de que la manera en la que hasta ahora se manejan los talles es incorrecta es parte de ese camino, y la pelea por una tabla lo más amplia posible también”, explica Fantini.
Para Lavia, el impacto principal una vez que el SUNITI esté en funcionamiento será en las casas de ropa más económicas: “Son las que más manejan el talle único, del que queda afuera la amplia mayoría de las personas, y eso favorecerá especialmente a quienes tienen menos recursos. El fin del talle único elimina una violencia para un montón de personas: no encajar ahí es violento, te contrapone con la norma, con lo que se supone que ‘está bien’, con el único cuerpo válido posible. Que salga más caro el talle más grande también es violencia, y eso se ve con total impunidad en algunas vidrieras. Ser XL cuando en una tabla estándar serías M es otra cosa que tiene impacto, enseguida te decís: ‘Estoy gorda, tengo que hacer algo’”, describe.
“Es enorme el rango de personas que actualmente sufre muchísimo por este escenario: el razonamiento es que si estás fuera de los talles disponibles, no sos un cuerpo con derecho a vestirse, a existir. Una tabla realista achicará el rango de las personas que sufren esas violencias pero todavía quedará gente afuera: lo que hay que hacer es seguir luchando para que tengan cada vez más derechos”, resume Lavia. Queda trabajo por hacer.
JR
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