La artista que “devolvió” un premio sube la apuesta: “Hoy mi obra vale más y no renunciaría”
Mariana Esquivel tiene 34 años, es sanjuanina y artista plástica. A fines de noviembre la anunciaron como ganadora del primer premio del concurso de pintura organizado por el Museo Franklin Rawson, con el apoyo del Banco de San Juan. Con el diploma le otorgarían 80 mil pesos y la posibilidad de exponer la obra junto al resto de las seleccionadas. Para el ambiente artístico de San Juan, el certamen era importante porque la institución que lo organiza se ha posicionado a nivel nacional y eso representa “una oportunidad”. Pero a Esquivel la alegría le duró apenas una semana.
Su nombre llegó a los titulares y placas de los medios de comunicación locales y nacionales. Fue luego de un posteo que publicó los primeros días de diciembre la fotógrafa Nora Lezano en su cuenta de Instagram en el que denunciaba por “plagio” a la ganadora. Lezano, de reconocida trayectoria, contó con el apoyo de InterArtis, una asociación de gestión colectiva que protege los derechos de los fotógrafos de la Argentina. La publicación en esa red social incluía una foto con la leyenda: “Buscá las 7 diferencias”.
Esquivel tituló su pieza “Tiempos de confinamiento - Covid19” y según la memoria descriptiva que presentó al momento de la inscripción al concurso es “la reinterpretación de una fotografía de los integrantes de un grupo musical mendocino”. El grupo mendocino en cuestión es Mi amigo invencible, una banda que fue fotografiada por Nora Lezano. Y la foto en cuestión es una imagen que forma parte del booklet del disco “Dutsiland”.
“Exijo como autora y como parte de InterArtis (...) que el premio sea anulado, ya que vulnera un derecho (el mío) cuando debería protegerlo; la obra además tampoco cumple con las bases reglamentarias para poder participar del concurso”, sostuvo la fotógrafa en su cuenta de Instagram. El posteo fue borrado en el feed de Lezano (pero puede leerse completo aquí) igual que un “pedido de disculpas” publicado unos días después.
En la imagen que acompañó la denuncia en redes estaba la foto tomada por la fotógrafa y la pintura de Esquivel. A simple vista, hay al menos una diferencia: en la foto hay una pared; y la pintura también, pero con una ventana, una cortina enrollable y una maceta con una planta que podría ser un potus. Esquivel tiene un “antecedente”: hace unos años, Chanti, un ilustrador, aseguró que la pintora tomó de Google una ilustración de su autoría para montar un trabajo de diseño. La versión de Esquivel difiere.
El caso generó una gran controversia: qué es copia y qué es inspiración; cuándo un artista cita a otro y cuándo se trata de una “apropiación”. Al debate lo alimentaron otros condimentos: Buenos Aires versus “el interior”; una artista con mucha carrera versus una recién egresada de la carrera de Artes Visuales en la Universidad Nacional de San Juan; 40 mil seguidores (y fans) en Instagram versus apenas mil followers (y ningún fan).
El fin del sueño para Esquivel llegó cuando presentó su renuncia, dos días después del posteo de Lezano. En una entrevista con elDiarioAR dirá que el hostigamiento y las amenazas que recibió en redes sociales la hicieron desistir del premio y que de esa manera facilitó la decisión del jurado, que había pedido unos días para deliberar si correspondía readjudicar el primer puesto pero que no se decidía.
A casi dos meses del “escándalo” Esquivel está convencida: “Hoy no renunciaría al premio. Y además creo que esta pintura tiene más valor que antes. Está doblemente resignificada: primero por mí y luego por lo que generó”. Podría decirse que sí: hay varios interesados en comprar la pieza y además la convocaron para exponer su colección en la primera galería de arte de San Juan, Artify.
-¿Cómo decidiste trabajar con esa foto?
-Mi procedimiento de trabajo siempre fue igual. Yo tengo como un “banco de imágenes personal”, un archivo, en mi compu, en el celu, en el tablero de Pinterest, además de imágenes impresas. Son imágenes que me llaman la atención por algún motivo. Tenía guardada esta imagen porque sigo a la banda. Ellos la habían publicado en su Instagram y me copó y la guardé en mis favoritos. Cuando declararon la cuarentena por la pandemia, me traje un bastidor y dije “¿qué hago acá...?” Y me dejé atravesar por la situación que estábamos viviendo, fui a mi archivo, vi la foto y dije “esto, esto es lo que tengo que hacer”.
-¿Por qué afirmás que tu obra es una “reinterpretación” de la foto?
-Tomé esa foto, la puse en Photoshop y la observé. Me gustaba la composición y la iluminación pero sentía que los personajes necesitaban mirar hacia “un afuera”. Entonces agregué una ventana, unas plantas y cierta iluminación para que tuvieran más coherencia para mí. No es un recurso nuevo. Se llama veduta y se usa para abrir el cuadro a otro paisaje, para que el espectador no mire el cuadro sino fuera del cuadro. El procedimiento y la resignificación que le di a esa foto está en la memoria descriptiva de mi obra, la que presenté al momento de la inscripción.
-¿Conocías a la autora de la foto?
-A Nora Lezano no la conocía. Y en ningún momento de todo el proceso pensé en quién había tomado la foto porque nunca me puse en cuestión que una pintura es lo mismo que una foto porque para mí no lo es. Supe quién era Lezano cuando le escribí a los chicos de la banda por Instagram para contarles que había ganado el premio. No tengo relación de ningún tipo con ellos, sí me gusta su música. Pensé que era algo lindo para compartir y les escribí. Me contestaron a los días, que todo bien pero esa era una foto que les había tomado Lezano. Agradecí e inmediatamente le escribí a ella vía Instagram.
-¿Tuviste respuesta?
-No. Pero sí un linchamiento después del... escrache. Me habían llamado desde el Museo para avisarme que iban a hacer una exposición con las obras ganadoras, que llevara la mía. Al otro día estaba trabajando y me empieza a sonar el celular: notificaciones a lo loco. Y veo el posteo, el famoso posteo. Un montón de gente bardeándome, etiquetándome, “chorra”, “no te da vergüenza”, “es cualquiera el arte de San Juan”... Todo mezclado. Me amenazaban por DM: “Si violás derechos de autor, te pueden violar a vos…”. Le escribían a mi familia… Me desesperé. Puse mi cuenta privada, cerré los comentarios y bloqueé usuarios. Yo no podía hacerle frente a toda esa violencia, a ese patoterismo.
-Y desde el Museo, ¿qué decían?
-Me comuniqué con el director del Museo, que me dijo que hablaría con el jurado y volverían a reunirse. Ellos tomaban al posteo como “una denuncia pública”, que no habían recibido ninguna carta documento. El posteo era una amenaza que decía que si no me quitaban el premio iban a iniciar acciones legales. Yo estaba desesperada. No había hecho nada malo. Me acordé de mis clases en Historia del Arte, de las resignificaciones y el apropiacionismo, los diferencias entre lenguajes, el aura de la obra… Hay mucha teoría y acciones concretas de artistas. Y me sentí como sola. Llegué a pensar que era una ignorante, que había aprendido todo mal, qué cagada me mandé. La resolución del jurado tardaba en llegar y mientras tanto el teléfono no paraba. Y un llamado de mi papá me hizo desistir del premio. Lo vi como una liberación en ese momento. Llamé al director del Museo y le dije “dejen de debatir, renuncio”. Y ellos dijeron que tomaban mi renuncia, postearon su resolución y yo, mi descargo en el que dejé en claro que no era “por plagio”. (N. de la R: Esquivel también borró de su feed el posteo)
-¿Estás con conforme la decisión que tomaste?
-Estoy agradecida con el jurado porque consideró que mi obra debía haber ganado el primer premio. Pero sentí que les tiré un salvavidas con la renuncia para que ellos no tomaran una decisión. Lo mejor hubiese sido que ellos decidieran si debían quitarme el premio o si iban a defender su posición inicial.
-A casi dos meses del episodio, ¿hoy renunciarías al premio?
-Hoy no renunciaría. Después recibí muchos mensajes de apoyo, de artistas a los que no conozco y a otros que sí y aprecio. Ahí empecé a no sentirme tan sola en cuanto a mis pensamientos artísticos. En estos dos meses volví a la bibliografía de la carrera y compré libros en los que encuentro muchas justificaciones a favor de mi postura. Nora disparó una cámara y sacó una foto. Yo tomé un lienzo y un pincel. Ella es autora de esa foto. Y yo de mi pintura. Pienso, también, que si yo no hubiese ganado un primer premio esto no pasaba. El problema no es la obra. El problema fue que gané el premio de un concurso local con proyección nacional, importante por la institución que lo promovía y con un reconocimiento económico.
-¿Tu obra ahora tiene otro significado?
-Sí. Creo que esta pintura tiene más valor que antes. Está doblemente resignificada: primero por mí y luego por lo que generó. La obra habla de la historia del arte y de la pandemia. Pero ahora también habla del plagio, de la legalidad o ilegalidad en el arte, de la revalorización de las imágenes. Que hoy se ponga en duda algo que cien años atrás ya se ha debatido es porque hay algo que todavía no está cerrado. El dueño de la galería de arte que me convocó para abrir el año de exposiciones con parte de mi obra, me propuso agregar un cartelito que diga claramente que la cita visual es una foto de la fotógrafa Nora Lezano. Para mí eso no es ningún problema. Incluso, se me ocurrió… ¿y si reemplazo mi firma en la pintura y le pongo “Nora Lezano”?
El ruido, el debate, la falta de marco regulatorio
El caso “Esquivel-Lezano” hizo ruido en gran parte del ambiente artístico. El fotógrafo Daniel Merle marcó su postura en Facebook: “Por qué aplicar al campo del arte una medida pre-judicial, policíaca, indignada, respaldada por más de 40.000 seguidores fanáticos en redes, contra una joven artista sanjuanina que está comenzando su carrera y que ganó un premio homenajeando a una imagen (no a su autora porque no la conocía) pero que además le agregó otros argumentos (constan en la memoria descriptiva que presentó al premio) que enriquecen incluso, y paradójicamente pone en valor, una foto de Nora que no es de sus más celebradas creaciones”. El artista Marcos López hizo lo suyo:
Hubo adhesiones públicas (y privadas) hacia la artista plástica y la fotógrafa. ¿Agresiones? De los dos lados. elDiarioAR se puso en contacto con Nora Lezano, quien prefirió responder un cuestionario vía mail el jueves. El viernes, en un tono amable y agradecido, respondió que “dejaría pasar la oportunidad”.
Alfredo Srur, presidente de Interartis (la asociación de fotógrafos que acompañó a Lezano en la denuncia), atiende a elDiarioAR desde Tucumán. Carga una mochila de quince kilos: allí lleva parte del archivo del fotógrafo Alejandro Del Conte, fotógrafo, periodista, escritor y cineasta, fallecido en 1952. El dato sobre Srur no es sólo descriptivo: una mayoría de fotógrafos y fotógrafas dedicadas al periodismo, documental o al arte sobreviven en un mercado informal y en tiempos de Internet, absolutamente inseguro.
“El derecho de autor es de las pocas herramientas que tenemos, dentro de nuestra extrema vulnerabilidad en el mundo capitalista, siendo trabajadores-artistas-fotógrafos, para hacer valer nuestros derechos. Es una herramienta para que el circuito cultural sea ecuánime y sustentable, en un mundo donde todo se rige en términos materialistas”, dice Srur. Sobre la controversia de la pintura y la foto, para él es un tema cerrado. Sin embargo, representó un oportunidad para hablar de derechos laborales: “Los principales beneficiarios de nuestros derechos vulnerados son las grandes corporaciones y las grandes empresas y medios de comunicación”.
Los principales beneficiarios de nuestros derechos vulnerados son las grandes corporaciones y las grandes empresas y medios de comunicación.
Lucas Rizzo Arrivillaga, abogado, especialista en propiedad intelectual y parte de InterArtis, prefirió responder un cuestionario vía e-mail. Allí enumera los principales reclamos que reciben de parte de los fotógrafos: publicadas o re-publicadas sin autorización; utilizadas para un contexto distinto del que fueron tomadas (y el contexto de esa utilización no autorizada suele implicar una relación económica subyacente en favor de otras personas); o que son alteradas en la calidad de la imagen.
Sobre los recursos que cuentan los profesionales para preservar su trabajo, responde: “Hay una ley de propiedad intelectual, la Ley 11723, que consagra Derechos de Autor y Derechos Conexos. Pero la fotografía se encuentra muy expuesta ya que es el bien más compartido hoy en día en Internet. Es decir, la República Argentina tiene un gran patrimonio cultural en la fotografía pero con una ley de propiedad intelectual sola no alcanza”.
VDM
0