Voces LGBTI+ contra la avanzada antiderechos: “Hay que decirle a la sociedad ¡votá cualquier otra cosa de voto bronca!”
Afuera es una noche helada. En la sede de la Asociación Civil y Bachillerato Popular Travesti Trans y No Binaries Mocha Celis, Nicole prepara un cartel que explica el aroma y el calor que emanan de la cocina e invaden toda la escuela: Guiso de lentejas. Ella es salteña y le pidieron que sea vegano. “¿Cómo hago?”, pensó, pero después se dió cuenta que lo importante son los condimentos.
Se ríe, porque se tiene que subir a una silla para revolver la olla enorme, con una cuchara larguísima. Los pantalones rosas le hacen juego con la sombra que eligió para los ojos y con el labial que enmarca una sonrisa grande. Está en segundo año del Bachillerato, y hace diez que está en Buenos Aires. Espera poder conseguir un trabajo cuando se reciba.
Esta noche, La Mocha organiza una mesa de reflexión alrededor del avance antiderechos en la región, con foco en la escritura latinoamericana travesti, trans y no binaria. En los pasillos ya están quienes van a exponer, una hora antes de que arranque, charlando con las chicas del bachillerato y con lxs asistentes. Amara Moira, travesti brasileña, escritora, feminista y Doctora en teoría crítica y literaria se ríe con Jeni, una de las alumnas, que le pide que, como está la cosa acá, la lleve a Brasil. Amara dice que les pasó algo parecido con Bolsonaro en 2018: “Subestimamos el poder de destrucción de la extrema derecha, de la desinformación, de las fake news. Hace diez años, cuando empecé mi transición, el mundo era otro. Ahora tenemos diputadas, cantantes, pensadoras, tenemos personas que influyen en la sociedad, pero el cambio se dió tan rápido que mucha gente simplemente dejó de decir lo que pensaba”. Cree que muchas cosas se modificaron a nivel institucional en diez años, pero que las mentalidades no cambian en diez años. “No es que sea un problema que los cambios sean rápidos pero ahora llega la cuenta”.
gaita nihil (la minúscula es de él) es poeta, trans y editor en Puntos suspensivos ediciones. Tiene el pelo turquesa, las uñas pintadas de negro y tatuajes. Siente que la visita de Amara ayuda a tener una perspectiva latinoamericana. “No es como otras veces que nos sentimos aislades, porque de pronto vemos que Brasil salió de esta situación. La pregunta es por qué cada cuatro años tenemos que volver a dejar de lado el arte, el deporte, la poesía, y volver a la política cruda”.
Marlene Wayar, activista, escritora, Doctora Honoris Causa y presidenta de la Asociación Civil Futuro Trans, dice que le es difícil pensar como tragedia a Milei o Bullrich, “porque hemos estado peor, y nacimos peor”. Hay una historia generacional que muchas chicas y chicos no se imaginan: “Podemos estar acá y que entre la policía, y que la lleve a ella, a mí y a vos delante de todos ustedes, y ustedes no van a hacer nada. Esa es una memoria de lo que aloja nuestra sociedad y que en cualquier momento puede aflorar”.
Aclara que ese ejercicio de memoria se puede hacer desde el privilegio de no ser las que están hoy peleando con la policía en Constitución. Hay que reconocer los privilegios, apunta Marlene, “sino somos como el peronismo, que se autopercibe clase obrera pero siempre termina en la dádiva cristiana: Hoy no te mueras, tomá esta galletita. Necesito mucho más que galletitas. La verdad que prefiero al policía que me acercaba un mate cocido y un pedazo de pan antes que a todo el progresismo universitario que solo quería mi historia para la tesis”. Tenemos que pensarnos como pueblo, dice, por fuera de los frentes establecidos: “Tomá, no quiero el documento, ustedes saben que me llamo Marlene, Wikipedia sabe que me llamo Marlene, la editorial Paidós sabe que me llamo Marlene. El problema es la obsecuencia, porque yo puedo vivir cómoda con el documento que diga Marlene Wayar, el tema son las Marlenes a las que no llego, y no voy a llegar, si no construyo poder. El poder no está afuera, el poder está acá”.
gaita habla de una memoria de lucha y organización, más allá de las instituciones, “no son los edificios los que nos sostienen”. Marlene responde “para mí, que he vivido muchas tomas, mucho barro, agua fría, es lindo tener un edificio, siempre que no sea de cartón pintado ¿no?, y hay que poderlo defender. Hay que ser capaz de habitar la contradicción, ¿de qué grieta nos hablan?, nosotras estamos en el fondo de la grieta. Nada me nombra, y cuando encuentro el nombre es golpe, es insulto. Eso nos pone en el exilio, pero no podemos caer en la no acción, pensar que no va a pasar que gane Milei, tenemos que salir a la calle otra vez, hay que saber ir a hablar con la heterosexualidad, se puede ir y venir, la cosa es no quedarse ahí”.
Manu Mireles, cofundadora y secretaria de la asociación, migrante, activista trans no binaria, docente e investigadora UBA/UNTREF, sostiene que “no estamos hablando solamente de los pasos de la comunidad LGBTI+, estamos hablando de política, de lo que pasa en términos de igualdad social, de una configuración de mundo”. Cuenta que hace dos semanas se empezó a dar cuenta de que le estaban gritando mucho más en la calle. “Yo disfruto mucho el momento de montarme para salir. No me arreglo con miedo, me arreglo con alegría. Y hace unos días, en Caballito, unos chabones me gritaron ”puto, trolo“, me empujaron y me tiraron al piso. Y yo, en el piso, o con el culo tocado en el subte, soy parte de esta comunidad también”. Piensa que con el shock de los resultados no se termina de entender que hay algo práctico en la vida de las personas LGBTI+ que ya cambió. “La calle no es tan segura, esto está pasando ya, ahora mismo”.
Manu se pregunta cómo responder a la violencia “cómo reacciono a que me empujen, me griten, me jalen el pelo, ¿qué hago?”. No tiene una respuesta. “Si llegan las fuerzas de seguridad, ¿de qué lado se van a parar?”.
Chicas del Bachillerato que están entre el público dicen que se sienten vulnerables como si tuvieran, otra vez, once años. Una cuenta que sus conocidos del gimnasio se ríen del personaje de Milei, hacen chistes.
Yo voy a empezar diciendo gracias, dice otra, porque efectivamente una piensa que está sola, que son cosas que le pasan a una nada más. “Es terrible lo que sucedió en las PASO, y no es lo mismo para todo el mundo”. Cuenta que es docente y salió del closet hace muy poco, que discute con sus alumnos que votaron a Milei, les cuenta que hay muchas formas de protestar, que la gente en una época ponía una feta de salame en el sobre. “Ese tipo me quiere destruir, a mí, a tu profe, a la que vos le venís a pedir que te ponga un seis”. Dice que hay lugares como La Mocha que son casa, refugio: “Yo creo que es el momento de empezar a defender la casa. Y yo no soy de acá, no vengo acá, me cuesta un montón, estoy muy lejos de activar, mi familia es una mierda, mi contexto es una mierda”.
“Compa, perdón, estás acá” responde Virginia Silveria, docente del bachillerato y parte de la comisión directiva.
Yo necesitaba un espacio donde se discutiera esto desde nuestro lugar, dice la docente, no el balance que hizo, no sé, El Destape. “Necesitaba una referencia política propia, porque lo están pensando en términos heterosexuales. Yo sé que a mí me va a pasar algo peor, pero una se siente más protegida cuando sabe que hay comunidad. Hay que decirle a la sociedad ¡votá cualquier otra cosa de voto bronca! No es lo mismo, vienen por nosotres. Vos tenés un amigo gay, vos tenés un pariente travesti, ¿qué celebrás? Villarruel de ministra de seguridad, ¿de qué mierda te reís?”.
Tenemos que preguntar a estos votantes, dice Manu, pero sobre todo escuchar, no solo lo que la persona nos dice, sino los contextos. A “Lo voté porque tengo bronca”, repreguntar: ¿Bronca de qué?, ¿qué te pasa? Una de las respuestas que más la descolocan es “Total en cuatro años, si no sirve, votamos otra cosa”, es como decir “Me voy a tirar de un edificio y si salgo viva veo si no me gustó” apunta Manu. “Y yo no sé cómo es el tiempo para las personas cis, pero el tiempo para las personas travestis, trans y no binarias es muy valioso, y suele ser muchísimo, muchísimo, más corto”.
MR
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