Memoria en construcción

Alicia Noli perdió a Enrique, su pareja, en septiembre de 1976. Un patota entró a la casa en la que vivían con su hijo recién nacido, en Tucumán. Nunca más lo vio. Todavía hoy no puede pasar enfrente de aquella casa porque se le estruja el corazón. Lo poco que se sabe de su historia es porque lo contó en el juicio en el que fue testigo.

Irma “Mimí” Tardivo tenía 24 años cuando se la llevaron del aula en la que daba clases. Allí, acurrucados en un rincón del aula quedaron sus alumnos de primer grado. Una de ellos, Fabiana, recién ahora se animó a contar cómo la había marcado esa escena y junto a las hijas de Mimí intenta que la historia de esa maestra no desaparezca.

En Mar del Plata, se lleva adelante un juicio contra los hijos de un integrante de la banda de Aníbal Gordon. Se los acusa por haber blanqueado el dinero que su padre ganó luego de haberse quedado con las propiedades de un militante uruguayo desaparecido en Argentina.

El “Perro” Clemente fue secuestrado y torturado. Terminó incorporándose a la misma policía que cometió esos vejámenes. Para algunos es un traidor. Otros prefieren recordarlo como el hombre que fue sacando poco a poco archivos de la Jefatura, escondidos entre la media y la pantorrilla, para salvar lo que luego se convertiría en una prueba clave contra el aparato represivo de Tucumán y una de las pocas listas elaborada por los genocidas con el nombre de 293 víctimas.

En plena dictadura militar, Juan Vilgré Lamadrid, de por entonces 72 años, recibió un llamado. El interventor militar en Dolores, recién llegado al lugar, le consultó por las actividades de un grupo de jóvenes que se reunía a tomar café en una librería. “En Dolores no hay subversivos”, los defendió Vilgré Lamadrid, sin saber que con esa respuesta, y la confianza que inspiraba su palabra, desactivaría una lista negra y salvaría al pueblo del horror. 

Todas estas historias integran una edición especial de este 24 de marzo. No son las más conocidas, pero fueron elegidas especialmente junto a nuestra redacción federal porque buscamos mostrar que, a 48 años del golpe, todavía hay mucho por contar, mucho por saber. La memoria no es algo cerrado ni una categoría que le pertenece exclusivamente al pasado: en elDiarioAR creemos que la memoria se construye, se alimenta, se transforma y resignifica con cada vivencia que se pone en palabras. Se protege como un insumo para entender y tomar decisiones en el presente. 

Cada 24 de marzo es una nueva oportunidad de volver a encontrarnos de frente con la etapa más sangrienta de la historia argentina, un pozo sin fondo del que no dejan de surgir testimonios del horror. Una práctica necesaria en estos tiempos, porque, como dice Buscarita Roa, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, el pueblo argentino parece haber olvidado algunas cosas. 

En la edición de este fin de semana Nicolás Canedo rastrea los memes vinculados a la dictadura, que contribuyen a reescribir la historia del pasado reciente en un tono liviano. Los mensajes circulados en redes surten un efecto más potente en la destrucción de los consensos democráticos que los discursos abiertamente negacionistas, que ni la vicepresidenta Victoria Villarruel, que construyó su carrera política sobre la defensa de los militares apresados por delitos de lesa humanidad, se atribuye. 

Y Facundo Fernández Barrio indaga en un tema incómodo: las apropiadoras de hijos de desaparecidos, la cara femenina del terrorismo de Estado. Aunque cumplieron un papel clave en el robo de menores, la Justicia les adjudicó un rol más pasivo que a los hombres, en muchos casos afectada por el sesgo de género y su condición de “madres” y “esposas”.

Como dice Mauricio Caminos en su nota, este no es un 24 de marzo más. Las banderas históricas –Nunca Más, fueron 30 mil detenidos-desaparecidos, y Memoria, Verdad y Justicia– “tendrán esta vez como destinatario principal a un Gobierno que, por primera vez en 40 años de democracia, hace explícita su reivindicación a la represión ilegal encabezada por las Fuerzas Armadas, en medio de un fuerte ajuste económico y de creciente crisis social”. 

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DTC/MG