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Lecturas

Está todo dicho. La historia del rock argentino contada por sus protagonistas

Está todo dicho

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Los precursores: el rock se escribe en castellano

Desentrañar el nacimiento del rock argentino no es fácil. El mito se choca con la realidad, convergen y se instalan las primeras historias contadas por sus protagonistas y testigos de privilegio, muchas de las cuales son transcriptas en este libro. Sin embargo, existen antecedentes concretos sobre ese prerock que construyó los cimientos de lo que se venía. Influenciados por el rock anglosajón y estadounidense, varios grupos y solistas mexicanos dieron inicio al rock en español, seguidos por referentes locales como Sandro y Johnny Tedesco. Cantar en inglés e imitar los movimientos de Elvis Presley, entre otros pioneros, fue solo el comienzo de una contracultura que comenzó a emerger y que encontró en el rock argentino su diferencial e identidad cuando las plumas de compositores como Moris y Litto Nebbia trabajaron un repertorio propio, en nuestro idioma. 

LITTO NEBBIA: Hay un mito que dice que Sandro fue el primer rockero pero… ¿qué es ser el primer rockero? Ni Sandro ni Los Teen Tops sabían escribir letras, tampoco escribían canciones propias, si no las hubieran grabado. ¿Por qué nosotros escribíamos las letras y componíamos las canciones? Porque lo hacíamos.

Entonces tratar de ver quién fue el primer o el segundo rockero, sin considerar los aportes originales que se hacen desde la música, cuando existen, me parece medio loco. ¿Quién fue el primero que bailó un rock?

¿De dónde salió algo que nos represente de alguna manera? Por ejemplo: ¿María Marta Serra Lima fue la primera mujer gorda que cantó?

En Estados Unidos, cuando aparecen Los Beatles, “The King” (el rey, Elvis) empieza a bajar. ¿Cómo puede ser que a un tipo con un jopo de dos metros y medio le dejen de dar bolilla y le empiecen a dar bola a unos tipos que se peinan con el jopo para abajo? Hubo un cambio. Al tipo le dio mucha rabia y fue a hablar con uno de la CIA diciendo que Los Beatles traían cosas satánicas. Es así. Hay gente que no se banca la civilización y la civilización es cuando sale un grupo nuevo con otro aporte. 

JAVIER MARTÍNEZ: El rock en castellano, realmente, lo inventaron los mexicanos, antes que los españoles, antes que cualquiera. En alguna medida, en la escena norteamericana había latinos como Ricardo Valenzuela, Ritchie Valens, que había metido “La Bamba”. Pero no era precisamente el rock and roll clásico, que nosotros sabíamos que venía de Bill Haley & His Comets, de Elvis Presley y Jerry Lee Lewis, de Little Richard, Fats Domino…, los mexicanos son, para mí sin duda, los creadores del rock and roll: Los Loud Jets, Los Locos del Ritmo, Los Teen Tops, Los Hooligans. Los Teen Tops eran el grupo estrella, pero todos pegaron muy fuerte acá.

Cuando apareció el rock en castellano fue un impacto extraordinario, sobre todo para nosotros que decíamos: “¿Cómo? ¿Se puede cantar rock en español?”. Y se podía porque ellos lo hacían muy bien.

La segunda vuelta de tuerca fue el invento nuestro, componer un repertorio de rock en castellano pero propio, con música nuestra, con letras nuestras, que reflejaran nuestra realidad y también los temas universales. Ese fue el paso que dimos más allá respecto a los mexicanos, ya que ellos no componían mucho, hacían algunas canciones pero por lo general eran versiones, covers. Tenían versiones del rock norteamericano, blanco y negro, muy bien escrito en español porque estaban la métrica, el swing, todo.

Ahí ya hubo un primer paso dado que nos enseñó a nosotros cómo escribir una letra para que tuviera swing, gancho, onda, impacto, fuerza, cómo había que cantarlo, en qué acentos del compás y de la métrica había que basarse y demás cuestiones de la técnica compositiva.

Después nació acá una corriente de grupos que nunca se menciona en las historias del rock nacional. Las respeto pero se olvidaron de la prehistoria del rock nacional. Esa prehistoria no la escribió nadie y es a la que yo le quiero hacer justicia. Existían esos grupos como Los Pick Ups, Jackie y Los Ciclones, Los Wonderful, Sandro y Los de Fuego, y muchos grupos más que hacían lo mismo que los mexicanos pero a la argentina. Hacían el rock americano, y algunos empezaban a hacer el rock inglés, por ejemplo Los Tamix, pero cantado en castellano. Eran versiones en castellano, algunas tomadas directamente del rock mexicano y otras eran adaptaciones más argentinas.

Johnny Tedesco, por ejemplo, estaba adentro de El Club del Clan (programa musical de televisión que se emitió entre 1962 y 1964), que tenía un grupo que hacía pop, canciones. Pero Johnny Tedesco no es un artista pop, es un rocanrolero. Un tipo que hacía rock and roll muy bien.

Esos tipos hacían rock en castellano pero todavía no escribían, no componían. Esos fueron los pioneros, los tipos que nosotros vimos y de los que absorbimos su técnica y su manera de hacer, y su manera de cantar en castellano. En eso nos basamos, sobre todo en los más rockanroleros: Jackie, Sandro, Johnny Tedesco, Nicky Jones…, un tipo con un swing impresionante.

Había tipos que cantaban swing en castellano, Billy Cafaro, por ejemplo, un genio que no hacía rock, hacía canciones de Paul Anka pero ya fraseaba en castellano con un swing especial. Algunos decían: “No, el castellano no tiene swing”. Mentira. Había tipos que lo sabían hacer swingear. Yo les hago honor porque en esa época tomar un género, que era netamente de factura anglosajona, y llevarlo a nuestro querido idioma, era una cosa muy difícil. De ahí tomamos el ejemplo para después empezar a componer en castellano.

Yo soy un tipo ecléctico; a mí me influenciaron los buenos grupos ingleses, sobre todo Los Beatles. No me comparo con ellos pero sí me contagiaron un eclecticismo, un gusto por tratar de practicar y dominar varios estilos distintos.

LITTO NEBBIA: Yo no cantaba lo de los mexicanos. Los conocía porque era lo que tocaban para la juventud en esa época, Los Teen Tops, Los Locos del Ritmo… Yo escuchaba otras cosas. Había conocido el nacimiento de la bossa nova cuando tenía 10 años —João Gilberto, Tom Jobim— y a los 12 años había hecho un curso de guitarra de Paulinho Nogueira donde aprendías bossa nova y los acordes y armonías que, para la edad que tenía, eran muy difíciles. Por eso cuando hice las primeras canciones de Los Gatos, a eso de los 14 o 15 años, si bien muchas de esas canciones son muy simples y pueriles, de cualquier manera tienen un montón de acordes. Y tenía letras en cuadernos y músicas que tarareaba día tras día; entonces me di cuenta de que si unía esas dos cosas tenía una canción terminada. Así empecé. Y cuando esas canciones comenzaron a plasmarse en el primer grupo de mi adolescencia, ahí es cuando se concretó y vi que servían para una banda. 

Cuando conocí a Los Beatles tenía 13 años, me gustaban como a cualquier chico de mi edad. Pero por mi familia de músicos conocía a Chico Hamilton, Gerry Mulligan, Dave Brubeck…, que eran tipos mayores que yo y tocaban una música muy compleja. Disfrutaba mucho de esa música y me iba armando una idea de buen gusto en cuanto a sonoridad e improvisación. Pero como pendejo que era me encantaban Los Beatles, Los Rolling Stones y todos los grupos ingleses que fueron los primeros en salir a la escena musical del mundo. 

(...)

MIGUEL CANTILO: El primer rockero acá fue, indiscutiblemente, Sandro. Lo vi cantando con Los de Fuego, revolcándose con una campera y tirándola al público y las chicas que se peleaban por la campera. Esa fue la primera vez que sentí que algo argentino tenía

auténticamente rock.

NITO MESTRE: Yo creo que Sandro empezó a cantar en castellano realmente y a gritarlo. Simplemente era como parecía en televisión: un transgresor. Un transgresor que empezó a aparecer en televisión. 

CHARLY GARCÍA: Sandro empezó rockero, un rockero al estilo Elvis y era bueno, muy bueno. Después lo que hizo no es lo mío. Y creo que el pasado rockero le dio las bases para ser muy popular y respetado. Es como que le dio una “chapa”, que se merecía, obviamente. Una vez subí al escenario con él y fue alucinante, tocamos un rock y lo invité para cantar “Rompan todo” en el disco Tango 4 (1991). Un tipo increíble, increíble. Me cae muy muy bien. 

OSCAR MORO: En la primera época, antes de que me viniera a vivir a Buenos Aires, vine de vacaciones desde Rosario e hice unos shows con Johnny Tedesco. Empecé a conocer algo que yo soñaba que me pasara en Rosario.

El primer disco que grabé fue con Tedesco. Lo tengo y está sin escuchar. Pero para mí fue buenísimo. ¿Viste cuando vos estás con todas las ganas de que pase (algo) y pasa? ¡Menos mal!

En esa época yo me planchaba el pelo porque si tenías el pelo tipo (Jimi) Hendrix, que todavía no había llegado, no triunfabas. Yo me planchaba con una crema brasilera que me hacía arder el cuero cabelludo. ¡Pero era así! Era la época de la beatlemanía en la que todo era flequillito.

Y, por supuesto, yo quería tener un traje con los pantalones ajustados, el típico saco de tres botones beatle, todo ajustadito. Y mi vieja me dijo: “Tengo un sastre bárbaro, sale dos pesos con cincuenta con la tela y todo”. El traje era de frazada, era todo ajustado pero la tela era gruesa; ponía el saco en el respaldo de la silla en un bar y la silla se caía para atrás; era muy pesado. El sastre era un desastre y la tela era de madera. Era un chiste porque al final tenía el traje que quería pero era para ir a las Malvinas, al Polo Norte. Era gruesísimo y lo usaba porque no tenía otra cosa, me había jugado la vida con ese traje.

CHARLY GARCÍA: La primera vez que escuché una música parecida a la de Los Beatles fue con Los Shakers; que fue el primer conjunto que yo seguí. Era bien cantar en inglés y era grasa cantar en castellano.

HUGO FATTORUSO: En Montevideo no había televisión. En esa época, al no haber televisión, la gente se juntaba más para charlar, para cambiar opiniones, chistes, cuentos…, se juntaba mucho más. Yo tendría 15 o 16 años cuando empecé a frecuentar un lugar que se llamaba Hot Club. En Montevideo también estaban El Círculo Jazzístico y La Peña del Jazz. Eran tres lugares donde los muchachos jóvenes con algunas inquietudes –no el tango o música para tocar en un baile–, iban y tocaban lo que le decían jazz. Yo no sé si un americano lo escuchaba, qué escuchaba, pero tocábamos temas de jazz, escuchábamos los discos, venían los discos de los Estados Unidos y nos juntábamos ahí a aprender un lenguaje que nos sirvió después para poder meternos y apreciar diferentes estilos de música.

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