El cierre de escuelas en pandemia afectó la participación de las mujeres en el mercado laboral
“Tenemos una sociedad con un ánimo muy alterado. No advertí la magnitud del fenómeno en personas que fueron sobreexigidas por la pandemia. Por ejemplo, mujeres madres que tuvieron que afrontar cargas enormes, repartiéndose entre el trabajo y sus hijos, que además no podían asistir a los colegios. El trabajo y esfuerzo que hicieron fue inmenso”, dijo el presidente Alberto Fernández en una entrevista con la agencia Télam difundida el domingo. En efecto, las mujeres con menores a cargo fueron uno de los grupos más afectados por el cimbronazo de la pandemia y hay indicadores que permiten advertirlo.
Según un análisis realizado por Milagros Gismondi, economista y candidata a legisladora de la Ciudad de Buenos Aires de Juntos por el Cambio, en base a los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, la reapertura de las escuelas tuvo impacto en la autonomía económica de las mujeres madres. Si se compara el primer trimestre de 2021 con el segundo, se advierte que en la Ciudad de Buenos Aires —donde se retomaron las clases presenciales el 17 de febrero—, la tasa de actividad de las mujeres madres aumentó: pasó de 54% a 56%. En el Gran Buenos Aires, donde los establecimientos educativos permanecieron cerrados hasta agosto, el indicador tuvo la evolución contraria: cayó de 51% a 50%.
“La razón principal parecería estar en la vuelta a la presencialidad en CABA, que mostró un diferencia de cantidad de días de clase marcada en el segundo trimestre y permitió que las madres se volvieran a volcar al mercado laboral”, analizó Gismondi. Parafraseando a la premio Nobel de Economía Esther Duflo, señaló que “cerrar las escuelas es un impuesto directo a las mujeres”.
Otros datos oficiales le dan sustento a este cruce de variables. Según un estudio de impacto realizado por el Indec entre agosto y octubre de 2020, el 66% de los hogares con niños, niñas y adolescentes en edad escolar incrementó el tiempo dedicado a tareas de apoyo escolar y el 65,5% aumentó el tiempo dedicado a tareas domésticas. El 64% de esos hogares declaró que esas tareas fueron realizadas solo por mujeres o mayoritariamente por ellas.
Según el último Global Gender Gap Report 2021, que publica anualmente el Foro Económico Mundial, en solo un año la pandemia postergó 36 años el cierre de las brechas de género, tiempo que se suma a los 99 años que ya marcaba el mismo reporte en 2020. Esto significa que faltarían 135 años para alcanzar la paridad entre varones y mujeres. “Otra generación de mujeres tendrá que seguir esperando”, concluye el informe, que mide las brechas en la participación económica, política, el acceso a la salud y a la educación, entre otras variables, en todo el mundo.
También la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal) concluyó que Latinoamérica retrocedió una década en términos de la participación económica de las mujeres. El paso a la virtualidad de escuelas y jardines, el cierre de clubes, espacios de cuidado, así como las restricciones a la movilidad tuvieron efectos sobre los hogares y, especialmente, sobre las mujeres que tienen a cargo personas.
Tal como señala un informe reciente de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, a cargo de Mercedes D'Alessandro, la desigualdad de género es un problema estructural. En la Argentina, las mujeres tienen una menor participación en el mercado laboral, mayores niveles de informalidad, perciben menores ingresos y registran mayores niveles de desocupación que sus pares varones. Las menores de 30 años son las que más obstáculos enfrentan, sus niveles de desocupación duplican los de la población total. Uno de los motivos centrales de estas desigualdades es la distribución asimétrica de las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas. El trabajo no remunerado es realizado en un 75,7% por mujeres, que destinan en promedio 6,4 horas diarias a estas tareas; casi una jornada laboral extra.
“En la Argentina está penalizado la tenencia de hijos e hijas”, dijo a elDiarioAR Gala Díaz Langou, directora ejecutiva de Cippec, luego de la publicación de los datos de pobreza con que cerró 2020, que mostraban que casi 6 de cada 10 niños y niñas vivían en esa situación. Según detalló, la mayor propensión de los hogares con menores a ser pobres responde a una primera explicación matemática —tener niños a cargo implica dividir el mismo ingreso entre más personas— pero, sobre todo, a que en la Argentina el tiempo de cuidado y crianza recae fundamentalmente en las familias, que dejan de invertir ese tiempo en el mercado de trabajo.
Este escenario ya estaba definido antes de la pandemia por la debilidad de políticas públicas para “desfamiliarizar” el cuidado, como serían la creación de más espacios para niños en la primera infancia, la ampliación del alcance de la doble jornada en el sistema educativo, la oferta de clubes y otras actividades recreativas. Sobre esta base, la irrupción del Covid-19 y el cierre de los espacios existentes generó una multiplicación del tiempo que destinan las familias a sus hijos e hijas. “Y cuando digo familias digo sobre todo mujeres, lo que también tiene un efecto en la ampliación de las brechas de género”, puntualizó Díaz Langou.
DT
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