A partir de la guerra, en la Argentina el pan sube 32% y la harina, 12%, mientras las petroleras presionan por un aumento
Por más que la guerra de Ucrania ocurra a más de 12.000 kilómetros de la Argentina, aquí la población también la sufre. Y no sólo por la solidaridad con el padecimiento ajeno. También en los precios de una inflación que ya estaba recalentada en un 50% anual. El alza de las cotizaciones internacionales del trigo -que producen Rusia y el país invadido- y del petróleo -sobre todo ahora que Estados Unidos prohibió la importación del crudo ruso- ya está repercutiendo por estas latitudes tan lejanas.
Desde que hace dos semanas estalló el conflicto bélico, el pan en la Argentina subió de un rango de $ 180 a 200 el kilo a uno de entre $240 y 300, según el presidente del Centro de Panaderos de Avellaneda, Gastón Mora. Es decir, un incremento de entre el 33% y el 36%. Sucede que a las panaderías se les encareció la bolsa de 25 kilos de harina de $ 1.050/1.100 a $2.100/2.300, o sea, al doble. Se trata de un aumento mucho mayor al 40% del trigo a nivel internacional.
Antes de este salto del cereal, el Gobierno ya venía gestionando la creación de un fideicomiso para que los exportadores del grano y sus derivados subvencionaran con las ganancias extraordinarias del alto valor mundial la venta interna de fideos y harina a precios moderados. El instrumento comenzó a aplicarse la semana pasada. Pero el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, admitió ayer que deberán adoptar medidas adicionales. Es que no alcanza.
La harina al consumidor se encareció en dos semanas un 12%, aunque las evoluciones son dispares según el comercio, comenta Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). En las grandes cadenas de supermercados admiten que la harina y el pan están subiendo por encima de la inflación, pero señalan que en los almacenes rivales, en los que no rige el fideicomiso, los valores se dispararon aún más.
También se encarece el petróleo: un 29% desde que estalló la guerra, hasta alcanzar los US$ 122 el barril Brent. Desde noviembre pasado que se han intensificado en la Argentina los reclamos de las petroleras al Gobierno para actualizar los precios de naftas y gasoil. La reciente suba profundizó las quejas. Las empresas que más presionan son las que carecen de suficiente producción de crudo propio en el país, como Shell, Puma, Dapsa o Gulf. YPF y Axion, que pertenece a Pan American Energy, se encuentran en otra posición porque se proveen de sus pozos.
En invierno sobrevendrá el problema de la falta de gas. La satisfacción de la demanda base está garantizada a precios muy bajos por el plan oficial GasAR. Pero la industria corre el riesgo de pagar mucho más o incluso directamente no conseguir abastecimiento y tener que interrumpir su funcionamiento. El gas natural licuado (GNL, que se transporta en embarcaciones) se importó en el invierno pasado a US$ 8 el millón de BTU (unidad de medida), pero ahora cuesta para julio unos US$62. Además, se prevé que el país, por el crecimiento económico, necesitará importar 20% más de gas en barcos, según el economista Carlos Abihaggle. Por eso, los expertos descuentan que empeore el balance comercial energético y terminen aumentando los subsidios a la luz y el gas, en contraposición al compromiso de rebajarlos asumido en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para 2023, debería estar terminado el gasoducto Néstor Kirchner para poder extraer más gas de Vaca Muerta y llevarlo hasta la provincia de Santa Fe, de modo de abastecer al mercado interno y también exportar en barco, pero recién ahora está abriéndose el proceso de licitación para construirlo.
AR
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