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La casa de papel
La casa de papel: Parte 5 enciende la mecha de un fin de fiesta que es pura dinamita

Imagen capitular de La casa de papel. Parte 5

Laura Pérez

elDiario.es —
3 de septiembre de 2021 13:42 h

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Todas las miradas se centran este viernes 3 de septiembre en el estreno del primer volumen de la Parte 5 de La casa de papel. El gran fenómeno de la industria seriéfila española vuelve a Netflix para comenzar a entonar su canción de despedida, esta vez definitiva, en el mismo tono de siempre y a un ritmo tan vertiginoso como cabría esperar de un título que ha llegado a la cima de la ficción mundial.

Cuando en octubre de 2017 Antena 3 citó a los medios de comunicación para presentar la que entonces era la temporada final de la serie de atracadores, no dudó en poner las expectativas por las nubes y asegurar que la última tanda era “de lo mejor que se ha visto en televisión”. En ese momento El Profesor, Tokio, Berlín y compañía tenían por delante el reto de cerrar el atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre con éxito en las tramas y de remontar sus audiencias, que por aquel entonces no acompañaban.

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Ni el más optimista podía imaginar que cuatro años después, el mismo equipo de Vancouver Media y el mismo grupo de actores estarían estrenando una quinta parte que esperan en todos los rincones del globo y que les ha permitido elevar a la máxima expresión la idea ganadora de Álex Pina y Esther Martínez Lobato.

Si algo ha demostrado La casa de papel en estas cuatro -desde hoy, cinco- temporadas es que partir de una buena premisa es tan importante como saber ejecutarla. Y que una serie de atracos lleve 31 capítulos poniendo contra las cuerdas a millones de espectadores alrededor del mundo deja claro que han tenido tanto tino como el personaje de Álvaro Morte a la hora de elegir a los miembros de su banda.

Los cinco primeros episodios de la temporada final llegan este viernes a Netflix ya despreocupados por los datos de share y con el único el desafío de cumplir las expectativas de todos aquellos que se han sumado a la fiebre por el mono rojo y las máscaras de Dalí. Y a juzgar por los dos capítulos iniciales a los que hemos tenido acceso en verTele, no va a ser difícil que suceda.

De la 'Jarana' a la guerra, con más acción que nunca

Tras una cuarta tanda que puso el atraco en pausa y se centró en ahondar en las emociones de sus personajes, llegando a dejar la sensación de que el chicle se estaba estirando más de la cuenta, la Parte 5 va a todo gas para desmarcarse como una temporada más intensa y con mucha más dinamita que todas las que hemos visto hasta ahora.

16 episodios en el Banco de España han sido suficientes para preparar la pólvora que necesitaba La casa de papel para explotar definitivamente y convertirse, sin paliativos, en una serie de acción. La tan aclamada 'Jarana' ahora es una guerra y los personajes, soldados entregados a la causa.

En este mismo atraco ya hemos visto cómo han primado por momentos la fantasía y el desenfreno por encima de la verosimilitud. En este desenlace, Vancouver se despega un poquito más de la realidad para apostar por el entretenimiento total -algo intrínseco a su ADN- y por provocar situaciones límite que invitan a disfrutar a lo grande.

El ascenso de Lisboa y el prometedor debut de Rafael

Más adrenalina y más acción no implican que se descuide a los personajes, en los que se sigue profundizando -en unos más que en otros- principalmente gracias a los flashbacks y a la combinación de diferentes líneas temporales tan características de La casa de papel desde la temporada 1.

En el pasado seguimos deleitándonos con Berlín, que promete volver a tomar relevancia con una trama de la que solo nos enseñan unas pequeñas pinceladas. No aparece en ella Nairobi, la ausencia de peso de la temporada tras su fatídico y polémico final en la Parte 4. No en cuerpo pero sí en alma, pues su deseado 'matriarcado' ha llegado para quedarse y está más presente que nunca gracias a la dimensión que adquieren los ya de por sí potentes personajes femeninos.

Especialmente relevante es el crecimiento de Lisboa, que con su entrada al banco y su toma de mando completa el arco del personaje que más y mejor ha evolucionado en la trayectoria de la serie. También da un paso adelante Estocolmo para culminar su particular viaje vital en una secuencia tan esperada como sorprendente.

En la sombra está por ahora Manila, la asignatura pendiente que debería explotar esta última temporada. También apunta a coger peso el 'novato' Rafael, que permite a Patrick Criado explorar otro registro y volver a confirmarse como uno de los mejores actores de su generación. Y poco que decir en el arranque sobre René, el rol de Miguel Ángel Silvestre en esta Parte 5 que llega para completar el arco de Tokio.

Una secuencia que dará que hablar

Los tiros y las granadas tampoco neutralizan otra insignia de La casa de papel: su mensaje. Tras erigirse como “la resistencia” y recuperar un himno antifascista como el Bella ciao, la serie de Netflix incluye en esta nueva temporada un ajuste de cuentas que no pasará desapercibido.

En el interesante debate sobre si el contenido de ficción debe ser o no un referente para las nuevas generaciones, que un producto de éxito mundial como este se meta en el barro y se manifieste contra discursos que lamentablemente siguen pronunciándose y ganando eco a día de hoy es digno de reconocer. Solo con que un porcentaje bajo de su público mundial identifique y asimile que determinadas consignas debieron quedar enterradas años atrás, habremos ganado todos.

Exprime su fórmula, con la promesa de saltarse la ley

La Parte 5 es coherente con la trayectoria de La casa de papel, a la que nadie va a pedir a estas alturas que se reinvente. Tensar a los personajes hasta llevarles a su propio límite, sacudir las tramas con giros y giros de guion y terminar los capítulos al alza son claves de una fórmula que les ha llevado al éxito.

Dinámicas que vuelven a emplear en una temporada final en la que, sin embargo, ya no son tan efectivas como al principio. Por supuesto que el ingenio del equipo de guionistas que encabezan Pina y Javier Gómez Santander sigue sorprendiendo a base de decisiones arriesgadas que pocos se imaginan, pero la trama no deja de seguir una fórmula casi matemática que 31 episodios después resulta repetitiva: cuando parece que el atraco va bien hay un golpe de timón que pone a uno o varios personajes contra las cuerdas y al espectador, con el corazón a mil. Entonces, un plan B, C o D de El Profesor o un golpe de suerte consiguen encauzar la situación.

En esta última temporada el guión parece seguir el mismo esquema y solo una amenaza podría hacer que la serie se salte por fin su propia ley. Con el líder de la banda descubierto por Alicia Sierra, al grupo de atracadores parece que no le queda otra que seguir adelante con la improvisación por bandera. Esta vez, su salvador podría no acudir al rescate y esa sería la gran noticia del desenlace para sorprender sin caer en la fórmula de siempre.

Con todo, y aunque el inicio de la Parte 5 sienta las bases de la que previsiblemente será una gran temporada, se demuestra que la decisión de poner fin a la ficción en este momento es acertada. Ni se sostendría un nuevo atraco ni habría sido coherente seguir alargando un golpe que se extiende ya por demasiados capítulos.

Solo queda desear que el cierre definitivo esté a la altura como lo estuvo el de la segunda temporada. Efectivamente, y como avisaba Antena 3, ese final no solo es de lo mejor que se ha visto en televisión, sino también ha logrado situar a la industria patria en el mapa mundial de la ficción. Ese legado ya es imborrable.

LP

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