Justine Triet, tercera mujer en ganar la Palma de Oro: “La falta de directoras es algo sistémico”
Tres mujeres en 76 años. La cifra asusta y es contundente. El Festival de Cannes tiene una deuda histórica con las directoras. De alguna forma, las cosas empiezan a cambiar. Dos de esas cineastas han logrado la Palma de Oro en los últimos tres años. En 2021 era Julia Ducournau la que, con Titane, se unía a un club que hasta ese momento solo tenía una persona, Jane Campion, que logró el máximo premio del circuito cinéfilo en 1993 con El piano. Este año ha sido Justine Triet la que se hacía con el galardón gracias a Anatomía de una caída, el contundente thriller judicial en el que aprovecha el ‘misterio’ para radiografiar a una pareja moderna.
Un filme judicial en el que las dinámicas de género y de poder de las relaciones sentimentales salen a la luz, mientras se habla de otros temas como el machismo del sistema judicial, que pone en tela de juicio la sexualidad de la mujer, o sus habilidades como madre e incluso escritora para menoscabar su testimonio. También temas como la verdad o la autoficción. Un filme que se encuentra en ese punto intermedio entre lo autoral y el público, el tipo de cine que siempre ha defendido el presidente del jurado que le dio la Palma de Oro, Ruben Östlund. La directora aprovechó su minuto de gloria tras ganar para realizar un aplaudido discurso contra las medidas neoliberales de Macron. Por supuesto, la reforma de las pensiones, pero también su ataque a las medidas de excepción cultural francesa que han permitido a directoras como ella estar ahí.
Triet se ha convertido, con 44 años, en una de las voces más prometedoras del cine francés gracias a filmes como La batalla de Solferino o El reflejo de Sybil, y la crítica ha alabado su capacidad de hacer retratos femeninos complejos, cargados de aristas y nada unidimensionales. Siempre defendiendo su derecho a ser imperfectas, algo que también aparece en Anatomía de una caída en el personaje central que interpreta de forma sobresaliente Sandra Hüller.
Pocos días antes de ganar la Palma de Oro, Justine Triet atendió a un grupo reducido de periodistas donde analizó su película y dejó claro que aunque tenga las formas de thriller judicial, lo que realmente le interesaba era “la pareja”. “Realmente es una película sobre una pareja y sobre las dinámicas que se establecen entre un hombre y una mujer, la caída es la de una pareja que se hace pedazos”, contaba. Eso sí, siempre intentando “hacer lo contrario” a lo que suele verse en los filmes del género.
“Cuando abordas este género, debes estar realmente segura de hacia dónde te diriges. Mi intención, al menos, no era hacer una de esas misteriosas películas judiciales, sino hacerla a mi manera, y esa manera quiere decir que tenía que ser más lenta que el ritmo de mis películas anteriores. Que tuviera algo que fuera muy francés, estilizarlo a mi manera”, dice la directora. Una francesidad que, para ella, se consigue saliendo de los clichés de Estados Unidos: “Crecimos viendo películas de este género. Sobre todo de EEUU, pero también asiáticas, y hay cosas que hemos visto muchas veces y que distorsionan cómo vemos estos tribunales, cómo habla la gente y cómo sucede todo. Tienes una distorsión de la realidad. Yo trabajé muy de cerca con un abogado francés que me permitió volver a la base de cómo son realmente los juicios en Francia. Y eso me permitió también hacerlo a mi manera y a mi propio ritmo aunque sea un thriller”.
En un juicio, cuando hay una mujer y no hay evidencias, inmediatamente sacan su vida privada, su vida sexual, sus hábitos, y lo hacen desde una aproximación que no es neutral, sino misógina
El juicio de Anatomía de una caída muestra cómo a la mujer se la cuestiona por su orientación sexual, por ser diferente, por no ser el prototipo de madre que marcan los cánones, y apunta a un machismo en el poder judicial que Triet confirma cuando se le pregunta si la justicia es misógina. “Sí, es obvio. En la película se ve especialmente en el personaje del fiscal. Ves que tiene un acercamiento a ella muy misógino, y eso es algo que es típico de los mecanismos judiciales, que cuando hay una mujer y no hay evidencias, empiezan a buscar, inmediatamente sacan su vida privada, su vida sexual, sus hábitos, y lo hacen desde una aproximación que no es neutral sino misógina”, zanja.
En la rueda de prensa posterior a la presentación de su película, Triet le dedicó el filme —como posteriormente haría con su Palma de Oro— “a las jóvenes cineastas que están por venir”: “Soy muy sensible con ese tema, con las generaciones que vienen. Quizás porque mi hija tiene 12 años y hay muchos adolescentes en mi casa y les observo. He llegado a donde estoy muy recientemente por el hecho de que la falta de mujeres directoras es algo bastante sistémico. Que no estén ocupando estos puestos es porque no se ha empujado y fomentado. Así que soy muy sensible a ese tema y tengo mucha curiosidad por descubrir películas hechas por mujeres en la próxima década”.
Una mirada femenina que se nota en la complejidad de sus personajes femeninos, que no son heroínas, sino “mujeres en tiempos complicados y mujeres complejas”, que son las que le interesan. También la lucha de la vida personal y los deseos profesionales, otra de las constantes en su cine. Un personaje que muchas personas han llegado a decir que “no es simpático”: “Hay una especie de juicio sobre ella por el tipo de madre que es, pero es que ella es una mujer que no se disculpa, que no pide permiso. Ella cumple sus deseos y defiende sus propias aspiraciones en la vida, y esa también es una forma de ser madre”. Cine con vocación comercial, pero también con ideas formales y temáticas, con ganas de hablar de temas desde miradas diferentes y con una directora de la que se hablará, y mucho.
0