El Congreso certifica la victoria de Trump bajo el recuerdo del asalto al Capitolio
La presencia de policías en cada esquina es el único recuerdo que queda dentro del Capitolio cuatro años después de que una turba animada por Donald Trump irrumpiera en el edificio. Las marcas de las paredes han sido repintadas, las ventanas y puertas rotas hace tiempo que fueron sustituidas y no hay ninguna placa que recuerde lo sucedido. Por contra, la misma institución contra la que Trump alentó el asalto, certificó este lunes su victoria como el próximo presidente de Estados Unidos.
El trago más amargo fue para Kamala Harris, quien encabezó el funeral de sus aspiraciones presidenciales. La demócrata presidió la sesión del Senado -función que va con el cargo de vicepresidenta- y formalizó el retorno al poder del hombre de quien dijo que era un “peligro para la democracia”. En la recta final de la campaña también lo llamó “fascista”.
Durante los escasos 40 minutos que duró la sesión conjunta del Senado y la Cámara de los Representantes, Harris escuchó de pie como se recontaban en voz alta los votos obtenidos en el Colegio Electoral. Los 312 que obtuvo Trump y los 226 que la dejaron a las puertas de la presidencia después de una de las campañas más turbulentas que se recuerden en la historia del país.
“Los votos para presidente de los Estados Unidos son los siguientes: Donald J. Trump, del estado de Florida, ha recibido 312 votos”, anunció Harris desde el estrado, quien se vio interrumpida por el aplauso de la bancada republicana. A su lado, el republicano Mike Johnson, que reeditó in extremis su cargo como speaker, no intentaba disimular la sonrisa. Finalizada la interrupción, prosiguió: “Kamala D. Harris, de California, ha recibido 226 votos”. Los congresistas demócratas también se pusieron de pie. Pero el aplauso no era una celebración, sino un intento de arropar a su antigua candidata.
Se leyeron unas cuantas formalidades más sobre los votos a vicepresidente, se dio la sesión por finalizada y el 6 de enero volvió a ser lo que siempre había sido: un mero trámite formal. La vicepresidenta se ciñó a sus funciones constitucionales con la esperanza de dar una lección de principios democráticos, igual que ya hizo el presidente Joe Biden cuando invitó a Trump a la Casa Blanca después de ganar los comicios. Algo que hace cuatro años tampoco hizo el republicano.
La demócrata no fue la primera vicepresidenta en desempeñar un papel tan doloroso como el de certificar su propia derrota. Antes que ella, otros cuatro vicepresidentes que compitieron por llegar a la Casa Blanca, como Al Gore y Richard Nixon, tuvieron que presidir la sesión de la cámara alta. Los otros dos vicepresidentes que certificaron sus derrotas fueron Joe Biden en 2017 y Mike Pence en 2021.
El entonces vicepresidente de Trump certificó la victoria de Joe Biden después de que la turba instigada por el republicano irrumpiera en el edificio y gritara que quería colgarlo. Pence no cedió a las presiones de Trump para impedir la formalización de los resultados. Durante la comisión del Congreso que investigó el asalto al Capitolio, un testigo relató cómo Trump había mostrado su apoyo a los cánticos de “¡Colguemos a Mike Pence!” y dijo que “se lo merecía”.
Aunque Trump presionó a Pence para que impidiera la certificación de los resultados, nunca estuvo en su poder hacerlo. La distorsión que el republicano hizo sobre la función simbólica del presidente del Senado durante la formalización del resultado electoral llevó a que se reformara la Ley de Recuento Electoral. Entre otras cosas, se especificó negro sobre blanco que el papel que desempeña el vicepresidente como presidente del Senado es meramente ministerial.
A pesar de la promesa de una transición de poder pacífica por parte de Biden, fue la victoria de Trump lo que garantizó una jornada tranquila. El retorno a la normalidad fue posible porque el mismo candidato que agitaba el fantasma de la violencia, y cuyos seguidores tenían el lema de “fight, fight, fight”, consiguió lo que quería.
La voluntad de hacer prevalecer los valores constitucionales por parte de los demócratas corre el riesgo de acabar legitimando el blanqueo que hizo Trump sobre los hechos del 6 de enero del 2021. Según el republicano, fue un “día de amor” y los asaltantes eran meros “patriotas”. El republicano quiso reescribir la historia de una jornada en la que hubo cinco muertos y 144 policías heridos como una protesta pacífica.
A pesar de la cantidad de material audiovisual que existe sobre el asalto al Capitolio, Trump logró imponer su relato victimista. Su regreso a la Casa Blanca solo augura la consolidación de su versión y la impunidad para los más de 600 detenidos por el asalto. El presidente electo prometió perdonarlos el primer día de su mandato.
La mañana de este lunes, horas antes de que empezara la sesión, Trump compartió en Truth Social una foto de la multitud que asistió a su mitin en el Elipse hace cuatro años. El mismo acto desde donde arengó a la masa para que marchara hacia el Capitolio mientras empezaba la certificación del resultado de las elecciones que proclamaron ganado a Joe Biden. Entre los activistas a favor del indulto para los asaltantes del 6 de enero se compartió el post como una señal de que Trump cumplirá su promesa.
Biden, que este lunes voló a Nueva Orleans para reunirse con las familias de las víctimas del atentado, publicó el domingo por la noche un artículo en el Washington Post donde recordaba la fractura que representó el asalto al Capitolio. “Se ha llevado a cabo un esfuerzo implacable para reescribir —incluso borrar— la historia de ese día. Para decirnos que no vimos lo que todos vimos con nuestros propios ojos. Para descartar las preocupaciones al respecto como si fuera una especie de obsesión partidista. Para justificarlo como una protesta que simplemente se salió de control. Eso no es lo que ocurrió”, escribió el mandatario en un intento por no perder la batalla del relato.
El próximo 20 de enero será Trump quien pise con sus propios pies las escaleras del Capitolio, donde ahora hace cuatro años tuvo lugar el asalto a la democracia del país que él mismo instigó. Algunos de los condenados por los hechos del 6 de enero de 2021 pidieron permiso a los jueces para asistir al evento.
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