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OPINIÓN

Con criminales en la SIDE no hay Estado de Derecho

Diego Kravetz, cuando estaba a cargo de la Policía de la Ciudad, monitoreando una marcha de la CGT junto a los ministros de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y de la Ciudad, Waldo Wolff, en diciembre de 2023.
7 de enero de 2025 16:43 h

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No tengo encono personal con nadie. Ni siquiera con Diego Kravetz. Sí puedo afirmar que en mi trayectoria como militante social primero y como dirigente político después he visto pocas personas tan impunemente criminales en el ejercicio de las fuerzas de seguridad. 

Voy a referirme sucintamente a su sinuoso camino político por un motivo particular. Diego Kravetz pasó por los movimientos populares, la revolución democrática que proponía Bonasso, el kirchnerismo, el massismo, el macrismo y el mileismo.

En cada espacio en el que estuvo, dejó amigotes y pactos de poder. De cada espacio en el que estuvo guarda secretos y compincheadas. Así se construyen ciertos entramados de la vida pública: por abajo de la mesa y en función de intereses particulares. Por ese motivo, pocas voces se alzaron contra su designación como virtual jefe de los Servicios de Inteligencia del Estado a pesar de una notoria trayectoria de abusos de poder y atropellos a la ley. 

Diego Kravetz fue Secretario de Seguridad en Lanús y Secretario de Seguridad en la Ciudad de Buenos Aires. En ambos casos, tenía el manejo operativo de la policía. En ambos casos, fui testigo directo de un accionar violento, fuera de la ley, psicopático, completamente ajeno a los más elementales principios democráticos. 

Entre los episodios puedo enumerar la utilización de un niño muy pequeño para montar un espectáculo televisivo donde la criatura se autimputaba de robos, asesinatos, etc., colocándolo en un barrio jorobado en un rol del que es fácil entrar pero difícil salir. 

También recuerdo la irrupción de un grupo especial de la policía, con el propio Kravetz armado, a un comedor del Movimiento de Trabajadores Excluidos, mientras las señoras servían y los niños comían. Esa acción hizo que una trabajadora perdiera su embarazo. Esa noche, se produjo una pueblada frente a la comisaría y pocos días después la movilización más grande en la historia de Lanús.

En ese momento, como abogado y militante del MTE, me tocó difundir lo que había sucedido. El secretario de seguridad me ofreció en vivo “ir a tomar un café”. En vivo lo rechacé airadamente porque a esa altura ya conocía bien los métodos de Kravetz. El intercambio de favores para trepar en el poder abusando de sus cargos sin obstáculo ni oposición. Si se me permite una digresión: los dirigentes sociales o políticos pueden y deben negociar con sus rivales, pero nunca realizar acuerdos inconfesables.

En esos días, también se produjo el secuestro y tortura de dos jóvenes, golpeados en un descampado y encerrados por ocho horas en un patrullero con las ventanas cerradas. La detención ilegal de una diputada a quien por vivir en una barriada no se le respetaron sus fueros. Natalia Zaracho, también golpeada y vejada, por intervenir en forma absolutamente civilizada frente a los apremios ilegales contra otro joven. 

El último episodio estuvo enmarcado en el crimen de Morena, en vísperas de las elecciones, donde intentó manipular a los padres de la niña y a pocos minutos del hecho acusó por twitter a dos menores de edad que luego fueron golpeados en la comisaría, acusación que fue acompañada por un raid mediático diciendo que el asesino era aquel menor que Natalia Zaracho había defendido de la golpiza policial. Desde luego, esa mentira también se cayó. Los responsables están presos y no eran esos jóvenes. A pedido de la familia estoy patrocinando la querella como abogado. 

Los episodios más recientes son dos casos de golpizas a personas indefensas reducidas por la policía. No sabemos si cometieron o no delitos. Esa determinación corresponde a la justicia. En cualquier caso, nadie, mucho menos el Secretario de Seguridad, con mando sobre la policía, puede golpear a personas que no representan ningún peligro para sí o para terceros. Es un acto de abuso de poder gravísimo además de cobardía humana en grado sumo. Cobardía del tipo más espantoso: aquella que va junto con la crueldad.  

Hay un patrón en todos estos abusos: se producen contra niños, jóvenes y mujeres en situación de indefensión. Hay otro patrón: todos son acciones ilegales de un funcionario en el ejercicio de un cargo de alta responsabilidad. En al menos dos ocasiones, el accionar criminal de Diego Kravetz está registrado. En otras, existen testimonios audiovisuales de las víctimas. En un país mínimamente civilizado, frente a la evidencia material e indubitable de dos casos de abuso de autoridad enmarcados en los delitos tipificados por los artículos 144 bis y concordantes, que además detenta el poder más que evidente para obstruir la investigación, debería estar purgando prisión preventiva. 

Sin embargo, en Argentina estamos cada vez más lejos del Estado de Derecho. Pareciera que el poder jurisdiccional (decir el derecho, determinar culpables e inocentes) ha pasado de los magistrados a los medios de comunicación para luego ser rubricado a partir de las componendas políticas y pactos de poder. 

Semejante individuo al frente de los Servicios de Inteligencia del Estado representa un peligro gravísimo a lo que nos queda del Estado de Derecho. Los integrantes de la Comisión Bicameral deben evitar a toda costa que esto suceda. En un tema de esta naturaleza, el colaboracionismo es delictivo e imperdonable. 

Por otro lado, el fiscal Hernán Biligino a cargo de la causa que se caratula en una clara maniobra de ocultamiento como D. K. S 249, debe proceder a la tramitación de la misma, investigando al responsable directo de los crímenes registrados que un encargado de edificio, con un coraje que no se ve en la política, entregó a la justicia, así como el otro video registrado dentro de una peluquería. También, como denunciamos ese día, a su superior inmediato, Waldo Wolff, para determinar si el actual Ministro del área ocultó pruebas o encubrió al delincuente.

El día de mañana, como abogado de muchas de las víctimas, como testigo directo de muchas de sus tropelías, junto a organismos de derechos humanos y víctimas directas, expondremos todas estas pruebas -que dicho sea de paso, son de público conocimiento.- frente a la Comisión Bicameral. Esperamos que los integrantes de todas las fuerzas democráticas vengan al menos a escuchar. 

JG/MG

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