En plena tercera ola, con altos índices de contagio y mayores restricciones, empresas españolas se resisten al teletrabajo
La tercera ola de la pandemia en España, con un alto índice de contagios y el personal sanitario advirtiendo del colapso, hizo que regresaran restricciones más duras. Sin llegar –al menos todavía– al confinamiento domiciliario, los gobiernos de varias comunidades autónomas están limitando las reuniones sociales solo a los convivientes y adelantando las horas de toque de queda, así como del cierre de los bares, cuando no se opta por su cierre total. En este escenario, se multiplican las denuncias de trabajadores que se están viendo obligados a ir a sus oficinas, pese a la posibilidad de teletrabajar.
“Estamos muy cabreados. No podemos visitar a los familiares, pero sí convivir ocho horas diarias con 20 personas en el trabajo”, denuncia Yolanda, una administrativa que pide guardar su anonimato. En el Gobierno afirman que el teletrabajo es solo una recomendación y que “no pueden” obligar a las empresas a aplicarlo, algo que han hecho países como Portugal y Francia, siempre que este sea posible.
Yolanda, administrativa en una cadena de actividades deportivas, explica que teletrabajó sin problema al inicio de la pandemia. “Nos mandaron a casa a trabajar dada la situación que había en relación a la COVID. Estuvimos así hasta septiembre, aparentemente estaban contentos con cómo estábamos trabajando y no veían necesidad de que volviéramos. Pero a final de agosto nos mandaron un correo de que nos reincorporábamos presencialmente en septiembre, ya que los colegios se abrían y no consideraban que la situación requiriera el teletrabajo”, explica la empleada, cuyo centro de trabajo está situado en la Comunidad de Madrid. En ese momento, muchas regiones hacían frente a los rebrotes de la segunda ola.
Ahora, pese a las peticiones de Yolanda y sus compañeros de recuperar el teletrabajo, la empresa se niega. “Los trabajadores estamos bastantes disgustados con la situación, pero los responsables nos dicen que se cumplen todas las medidas de seguridad para seguir trabajando en la oficina”, explica la administrativa, que considera que ni siquiera siempre es así. La empresa les asignó sitios alternos, para cumplir con la distancia de seguridad requerida, “pero cuando viene el personal itinerante no se cumple”.
Una empleada en los servicios centrales de uno de los principales bancos españoles se queja a elDiario.es del método de presencialidad que mantiene la entidad financiera en la actualidad. “Hay dos equipos, un equipo va una semana a la oficina, mientras el otro equipo trabaja desde casa, y a la siguiente semana es a la inversa. Esto demuestra que podríamos todos trabajar en casa pero la empresa no quiere pese a que estamos en la tercera ola. Corremos un riego sin necesidad”, explica. “En abril del año pasado estábamos todos en casa y el trabajo no se resintió”, añade la trabajadora de banca.
Desde los sindicatos explican que la aplicación del teletrabajo está siendo “muy diversa” en las empresas, en parte por la diferente incidencia del virus en el país y las distintas medidas que están tomando las comunidades autónomas para frenarlo. “En el mundo de las empresas, vemos tres dimensiones”, explica Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y nuevas realidades de Trabajo de CCOO. Una primera, de compañías que instalaron el teletrabajo de forma generalizada con la pandemia y que siguen manteniéndolo; una segunda, con empresas que lo implantaron, pero que volvieron al trabajo presencial cuando bajaron los contagios y ahora están retornando de nuevo al personal a casa por el auge del Covid; y por último un último grupo de empresas que, pese a permitir el teletrabajo al inicio de la pandemia, desde que se redujeron los casos de coronavirus pasada la primera ola, ya no han vuelto a instalarlo.
El Gobierno asegura que solo puede recomendarlo
Los mensajes de las autoridades sanitarias, como el doctor Fernando Simón y el ministro Salvador Illa, suelen centrar las llamadas a la responsabilidad individual para frenar los contagios en las reuniones sociales, las quedadas con amigos y familia y otras actividades de ocio. Al contrario de lo que sucedió al inicio de la pandemia, el teletrabajo apenas protagoniza los discursos del Ejecutivo sobre las medidas para combatir el virus. Hay diferencias en algunos gobiernos autonómicos, como el catalán, que sí ha apostado de manera clara por el teletrabajo como medida de contención.
Otra muestra de que el teletrabajo no está siendo una apuesta prioritaria del Gobierno central es que todavía no está siendo generalizado en la Administración Pública en este contexto de elevadas tasas de contagios y presión de las UCI. “Cuando surge una nueva ola de extensión de la pandemia, en cada localidad, los centros de la AGE (Administración General del Estado) pueden actuar y adoptar decisiones de acuerdo con las citadas resoluciones”, responden en el Ministerio de Función Pública a este medio sobre la aplicación del teletrabajo para los funcionarios del Estado. Los últimos datos sobre teletrabajo en la AGE, de diciembre, apuntan que el 75,5% del personal trabajó de forma presencial, un 21% lo hizo a distancia y el resto “no se incorporaron a su puesto de trabajo por contagio o por contacto directo”.
Tanto Salvador Illa, como la ministra responsable de Trabajo, Yolanda Díaz, respondieron en las últimas semanas que el teletrabajo es una recomendación, pero insistieron en que el Gobierno “no puede obligar” a aplicarlo. Así lo expresó la ministra Díaz hace unos días en una entrevista en Al Rojo Vivo (La Sexta), donde recordó que hay muchas actividades que no permiten el trabajo a distancia. En cambio, otros países, como los vecinos Francia y Portugal, sí están optando por el teletrabajo obligatorio siempre que este sea posible. Francia comenzó a flexibilizar un poco esta exigencia desde enero. elDiario.es preguntó al Ministerio de Trabajo por qué no es posible imponer el teletrabajo en estos casos en los que es viable, pero no obtuvo respuesta.
¿Qué es lo que recoge la legislación española? En la actualidad, el real decreto que regula la llamada “nueva normalidad” establece en su artículo 7 que “el titular de la actividad económica o, en su caso, el director de los centros y entidades, deberá”, entre otras, “adoptar medidas para la reincorporación progresiva de forma presencial a los puestos de trabajo y la potenciación del uso del teletrabajo cuando por la naturaleza de la actividad laboral sea posible”.
Con este texto, el catedrático de Derecho del Trabajo Eduardo Rojo considera que el Ejecutivo está “incentivando” el teletrabajo cuando sea posible, pero no obligando a aplicarlo. En su opinión, jurídicamente sería complejo articular esa “obligación”, dado que hay situaciones muy variadas en las empresas, en las que no siempre es posible organizativa o técnicamente.
Difiere en cambio la profesora de Derecho del Trabajo Anna Ginès i Fabrellas, que opina que la redacción del decreto sí obliga a las empresas a facilitar el teletrabajo. “El decreto sostiene que se debe potenciar el teletrabajo cuando sea posible. Así que entiendo que es obligatorio potenciarlo”, interpreta. En una situación en la que la empresa ha permitido el teletrabajo en los primeros meses de pandemia y ahora niega la medida a todos sus trabajadores, como la que explica a elDiario.es Yolanda, la profesora Ginès i Fabrellas considera que “la empresa está incumpliendo esta exigencia” de potenciar el trabajo a distancia.
Desde la Inspección de Trabajo, Ana Ercoreca explica que el teletrabajo se entiende como una recomendación, por lo que no aplicarlo no supondría una infracción, en su opinión. “Otra cosa es que hubiera un acuerdo con el comité de empresa al respecto o que se infringieran las normas de prevención” en el centro de trabajo, explica la presidenta del Sindicato de Inspectores de Trabajo y de la Seguridad Social (SITSS).
Expertos en salud pública lo consideran necesario
Más allá de que dentro del centro de trabajo se garanticen las medidas de seguridad, Yolanda llama la atención sobre la exposición a riesgos innecesarios en un contexto de altos contagios, en el que se están prohibiendo las reuniones sociales al máximo, con la imposibilidad de ir a visitar a sus padres, por ejemplo. Y en cambio “comemos cuatro trabajadores en la cocina del trabajo, sin mascarilla, obviamente. Cada trabajador tiene sus hijos, maridos, etc... Aunque estemos con distancia, genera incertidumbre”, apunta. La administrativa explica que trabajan con mascarillas, que tienen que llevar los propios trabajadores, y la empresa solo ha puesto unos puntos con gel hidroalcohólico.
Expertos en Salud Pública advirtieron a elDiario.es durante el aumento de contagios de la segunda ola que, siempre que fuera posible, el teletrabajo debería seguir aplicándose. “Reducir cualquier interacción es bueno aun en zonas donde el riesgo parezca bajo”, apuntaba Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Salud Pública de la UMH y exdirector General de Salud Pública.
Ahora que los contagios son mucho mayores, los epidemiólogos dudan entre si es necesario un confinamiento domiciliario estricto o no, pero no sobre que hay que tomar medidas restrictivas más duras que las actuales. Varios se acogen a un estudio de la revista Nature, que analizó las medidas tomadas entre marzo y abril en 79 territorios para clasificar en un ranking cuáles habían sido las más efectivas en términos epidemiológicos. Concluía que lo que mejor había resultado era “restringir los lugares donde la gente se reúne en cantidades pequeñas o grandes durante un tiempo prolongado, incluyendo tiendas, restaurantes, reuniones de 50 personas o menos y trabajo presencial”, explicaba Belén Remacha en esta información .
Respecto a las voces que indican que los centros de trabajo no son los principales focos de contagio, los expertos advierten de que existe un elevado número de rastreos en los que el origen de contagio es desconocido. Ildefonso Hernández Aguado recomendaba en este medio una visión mucho más amplia en la contención del virus para combatirlo: “Todas y cada una de las medidas son importantes, aunque cada una contribuya a una parte pequeña de la contención. En conjunto, todas pueden hacer que sea viable la convivencia con el virus. Siempre lo digo: no vamos a ganar al virus por una medida muy drástica, sino por varias, por un cambio sistémico en la sociedad”.
En UGT reclamaron en un comunicado a comienzos de mes que las empresas permitiesen el teletrabajo para contener esta tercera ola, algo que consideran también “conveniente” en CCOO. “Es importante tratarlo en la negociación colectiva”, sostiene Carlos Gutiérrez, para adaptar el trabajo a la evolución de la pandemia sin olvidar los riesgos que tiene la prestación del trabajo a distancia. Desde CEOE no tienen una recomendación propia al respecto. Fuentes de la patronal apuntan que CEOE “traslada lo que dicta la autoridad sanitaria en cada momento y a partir de ahí cada empresa tiene su particularidad”.
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