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Crece la tensión internacional

Trump eleva sus exigencias a Zelenski mientras Putin plantea apartarlo para negociar

El presidente ruso, Vladímir Putin, en el Kremlin de Moscú.

Icíar Gutiérrez

elDiario.es —

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Tras días de diplomacia estadounidense con pocos resultados tangibles más allá de un tambaleante alto el fuego parcial, Donald Trump eleva sus exigencias económicas sobre Ucrania y Vladímir Putin vuelve a dejar claro que está convencido de lograr los objetivos de su invasión. En su último intento de desafiar la legitimidad de Volodímir Zelenski, el presidente ruso ha planteado que se establezca una administración externa en Kiev bajo la tutela de la ONU que reemplace su gobierno antes de negociar un tratado de paz. 

“Bajo los auspicios de las Naciones Unidas, con Estados Unidos, incluso con países europeos y, por supuesto, con nuestros socios y amigos, podríamos discutir la posibilidad de introducir un gobierno temporal en Ucrania”, ha dicho Putin, añadiendo que esto permitiría al país “celebrar elecciones democráticas, llevar al poder a un gobierno capaz que goce de la confianza del pueblo y luego iniciar negociaciones con ellos para un tratado de paz”. Sin dar muchos más detalles, ha asegurado que esta es “solo una de las opciones”.

La primera reacción de Estados Unidos ha sido enfriar las expectativas. Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ha respondido a la agencia Reuters que la gobernanza en Ucrania la determinan su Constitución y el pueblo del país. El Kremlin se ha apresurado a aclarar este viernes que esta idea no se ha abordado en los contactos con Washington y asegura que aún es prematuro hablar de los detalles. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha descartado la propuesta, asegurando que Ucrania “tiene un gobierno legítimo y, obviamente, debe respetarse”.

Mientras tanto, EEUU ha enviado a Kiev una nueva propuesta que reitera las exigencias financieras máximas del borrador inicial sobre la explotación de minerales ucranianos, que en su momento fue rechazado por Ucrania, y añade nuevas condiciones que podrían lastrar las finanzas del país durante años, según el texto del nuevo borrador adelantado por The New York Times.

La nueva propuesta, según el mismo medio, vuelve a la demanda inicial de Trump de que Ucrania reembolse los miles de millones de dólares en ayuda militar y financiera que Kiev ha recibido desde la invasión de Rusia hace tres años. El nuevo borrador también refleja versiones anteriores al omitir cualquier mención a garantías de seguridad para Ucrania, una disposición que Kiev había exigido y que logró incluir en un borrador el mes pasado, pero a la que Washington siempre se había resistido.

Según este borrador, Ucrania tendría que aportar la mitad de sus ingresos provenientes de explotación de recursos naturales y de infraestructuras relacionadas, como puertos y oleoductos, a un fondo de inversión controlado por Estados Unidos. Las ganancias del fondo se reinvertirían en proyectos ucranianos de recursos naturales, aunque la proporción exacta de dichas ganancias sigue sin estar clara.

El Gobierno de Kiev ha confirmado que ha recibido una nueva propuesta del acuerdo con EEUU sobre la explotación de los recursos del país y que sus abogados la están revisando. Zelenski ha dicho que, en el marco de este pacto, su país no está dispuesto a reconocer como deuda la ayuda estadounidense proporcionada en los últimos años.

“Socavar la legitimidad de Zelenski”

Tras la idea de Putin para sustituir a Zelenski, el mensaje de Kiev se mantiene intacto: Rusia, insisten, está haciendo todo lo posible para “retrasar y descarrilar” cualquier avance hacia la paz porque “no le interesa” poner fin a la guerra. “Por eso no deja de proponer ideas y exigencias descabelladas”, ha dicho Andrí Kovalenko, del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, tras la última salida de Putin. “Es posible reducir su margen de maniobra imponiendo duras restricciones económicas a Rusia y fortaleciendo a Ucrania. Espero que esto quede claro si Rusia no cesa el fuego antes de Pascua”.

Unas horas después, el Ministerio de Exteriores ucraniano se ha burlado de la propuesta del jefe del Kremlin, con una “contraoferta” de un “gobierno temporal de la ONU en Rusia, empezando por Vorkutá”, una ciudad en el Círculo Polar Ártico. “Parece que los lugareños se beneficiarían enormemente de cualquier gobierno que no sea Putin, que gasta miles de millones de dólares en su guerra criminal contra Ucrania”, ha dicho el portavoz del ministerio, Heorhii Tykhyi, en la red social X.

La narrativa del Kremlin sobre la supuesta ilegitimidad democrática de Zelenski, que fue reflotada a principios de año mientras Donald Trump regresaba a la presidencia, ha encontrado sus ecos en la Casa Blanca. En pleno deshielo entre las dos administraciones, en los días previos a la bronca del Despacho Oval, el presidente de EEUU llegó a llamar “dictador” a Zelenski, para después retractarse mostrándose olvidadizo. Mientras Washington daba muestras de alinearse con Moscú en su intento de apartar al presidente ucraniano, entre bastidores había conversaciones secretas entre miembros del entorno de Trump y los rivales políticos internos de Zelenski, según reveló Politico.

Las elecciones fueron suspendidas en Ucrania bajo la ley marcial declarada tras la invasión rusa en febrero de 2022 y, como consecuencia, Zelenski ha permanecido en el poder después del final de su mandato. Expertos y políticos han señalado cuestiones como la seguridad, los votantes desplazados y la infraestructura como los principales impedimentos para celebrar cualquier tipo de elecciones legítimas en plena guerra. Olga Onuch, catedrática de Política Ucraniana de la Universidad de Manchester, explicó a elDiario.es que los ucranianos “quieren elecciones en algún momento del futuro, pero entienden que en plena guerra no se pueden celebrar”. “Al menos el 70% de la población cree que Zelenski debería seguir siendo presidente hasta que termine la ley marcial, es decir cuando haya algún tipo de acuerdo de paz”, agregó. 

Aun así, el presidente ucraniano ha asegurado anteriormente que está “listo” para renunciar si eso significa traer paz a su país. Aunque sus índices de popularidad han experimentado un declive durante la guerra, el presidente ucraniano sigue gozando de niveles de confianza relativamente altos (del 69%, según una encuesta reciente) a pesar de las críticas internas.

Para Janis Kluge, investigador del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad, la “administración temporal” planteada por Rusia es su plan “para un cambio de régimen en Kiev”. “Como mínimo, Putin quiere socavar aún más la legitimidad de Zelenski. Cualquier intromisión externa en la política ucraniana abriría oportunidades para que Rusia desestabilizara Ucrania y destruyera su democracia”, ha dicho en X. 

Diplomacia con resultados modestos

Las declaraciones de Putin llegan tras una semana de resultados modestos de la diplomacia del equipo de Trump, que tiene la voluntad expresa de poner fin rápido a la guerra frente a una Rusia que quiere obtener el máximo de concesiones posible. A juicio de Alexandra Prokopenko, del Carnegie Russia Eurasia Center, las maratonianas conversaciones entre Moscú y Washington en Arabia Saudí a comienzos de semana “no solo no dieron lugar a ningún avance, sino que parecen haber sido un fracaso general”. 

Mientras intenta mostrarse flexible ante Trump, Putin apuesta por prolongar las conversaciones y ha dado la directriz a sus negociadores de “discutir cada coma” de los borradores para así dar tiempo a las tropas rusas a ganar más terreno en el campo de batalla, según el The Moscow Times. Hasta ahora, Moscú no ha cedido públicamente en sus exigencias maximalistas, que incluyen que Ucrania sea desarmada, que se quede fuera de la OTAN y que se retire de todo el territorio que reclama tras ocuparlo militarmente. Los analistas del think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, consideran que la “persistente dilación e intransigencia de Putin están frenando” los esfuerzos de Trump “por lograr un acuerdo de paz duradero y estable”. 

En su informe anual, la inteligencia estadounidense ha constatado que Rusia ha tomado la delantera en su invasión y se dispone a “acumular mayor influencia” para presionar a Kiev y a sus aliados occidentales a negociar “un fin a la guerra que otorgue a Moscú las concesiones que busca”. “Para Rusia, las tendencias positivas en el campo de batalla permiten cierta paciencia estratégica, y para Ucrania, conceder territorio o neutralidad a Rusia sin garantías de seguridad sustanciales de Occidente podría provocar una reacción interna negativa e inseguridad en el futuro”, se lee en el documento. 

“En esencia, la posición rusa no está cambiando”, dice a elDiario.es Anton Barbashin, director editorial de Riddle Russia, que destaca las declaraciones de Putin sobre las “serias” intenciones de Trump en Groenlandia, al igual que su propuesta de un gobierno bajo los auspicios de la ONU. “Esto es una especie de intento de sentar de nuevo las bases para no cumplir con los acuerdos. No hay negociaciones que estén cambiando de verdad la imagen global. No hay alto el fuego y la guerra continúa”.

El propio Trump ha reconocido recientemente que es posible que Putin esté “dilatando”, pero sigue expresando su confianza en la voluntad de Moscú de llegar a un acuerdo. Entretanto, el Ejército de Moscú ha seguido atacando esta semana objetivos civiles en Ucrania. 

Una tregua con detalles por aclarar

Después del rechazo ruso de la propuesta de EEUU para un alto el fuego total al que ya había accedido Ucrania, las partes han anunciado una tregua limitada cuyos detalles siguen sin estar claros. Los comunicados finales publicados esta semana por separado por la Casa Blanca, Kiev y el Kremlin dejan al descubierto lo que Prokopenko llama un “caleidoscopio de posiciones divergentes”. 

De momento, hay más preguntas que respuestas. Los textos sugieren que se ha acordado una moratoria de los ataques contra infraestructuras energéticas, pero, por ejemplo, aún no se sabe cómo se controlará su cumplimiento. Kiev ha apuntado a que todavía se está trabajando a nivel técnico para desarrollar mecanismos de vigilancia y sostiene que EEUU debe tener responsabilidad en ello. 

Existe también incertidumbre sobre la fecha de inicio, que a su vez determinará cuándo se acaba –el alto el fuego en cuestión, a priori, es de 30 días–. Según la parte ucraniana, la tregua energética está en vigor desde el 25 de marzo –dicen que EEUU así lo considera–, mientras que la versión rusa la remonta al 18 de marzo.

Ni siquiera se sabe con nitidez qué objetivos están protegidos durante la tregua. El Kremlin publicó una lista, que dijo haber pactado con EEUU, de instalaciones que quedan cubiertas por el alto el fuego en la que incluye refinerías de petróleo; oleoductos y gasoductos e instalaciones de almacenamiento, incluidas estaciones de bombeo; infraestructura de generación y transmisión de electricidad (incluidas centrales eléctricas, subestaciones, transformadoras y distribuidoras) centrales nucleares; y presas hidroeléctricas. Ucrania dice que esta lista difiere de la que acordó con Washington y el ministerio de Energía se ha quejado de que la versión del Kremlin no incluye las instalaciones ucranianas de producción de petróleo y gas, que, según indica, son las que más ataques rusos han sufrido últimamente.

En plena confusión por los términos, reina la desconfianza entre las partes, que han intercambiado durante los últimos días acusaciones de ataques y violaciones del alto el fuego sobre objetivos energéticos.

Paralelamente, EEUU ha anunciado que las partes han accedido a “garantizar la seguridad de la navegación y descartar el uso de la fuerza” en el mar Negro, pero aún no está claro si el acuerdo puede entrar en vigor pronto, si es que llega a entrar en vigor. Rusia respondió dejando claro que la condición para el inicio de esta tregua limitada sería el levantamiento de ciertas sanciones. 

Washington, que en su comunicado se abre a facilitar varias demandas rusas, asegura estar estudiando las condiciones del Kremlin, pero admite que no va a ser fácil. EEUU no puede conseguir el levantamiento de sanciones exigido por Rusia por sí solo, ya que necesita a la Unión Europea. Y la respuesta del bloque comunitario ha sido clara: un ‘no’ rotundo. La UE apuesta por mantenerlas como medida de presión, asegurando que las condiciones para suavizarlas son “el fin de la agresión rusa” y la retirada de todas las fuerzas militares rusas de todo el territorio ucraniano. 

Entre otras cosas, Moscú exige que se levanten las sanciones al Rosselkhozbank (Banco Agrícola Ruso) y volver a conectarlo, junto con otros bancos rusos implicados en el comercio de alimentos, al sistema internacional de pagos SWIFT. También reclama que se levanten toda una serie de otras restricciones y sanciones, como las impuestas a la manipulación de cargamentos por parte de las compañías de seguros y los puertos internacionales, y al suministro a Rusia de maquinaria agrícola y otros bienes necesarios para el sector agrario y los productores de fertilizantes. 

“El problema de las exigencias es que no hay sanciones formales contra los productores y exportadores de alimentos rusos. Moscú obtuvo exenciones del régimen de sanciones para alimentos y fertilizantes en 2022 y las ha utilizado con éxito”, dice Alexandra Prokopenko en un artículo en el que desgrana las demandas de Moscú. “En 2023, Rusia exportó fertilizantes por valor de 15.300 millones de dólares, lo que la convirtió en uno de los mayores exportadores de fertilizantes del mundo, incluso a países occidentales (...) Las exportaciones rusas de cereales también batieron récords, alcanzando los 71 millones de toneladas en la campaña 2023/24”, señala.

Según su análisis, lo que realmente irrita a Rusia no son las sanciones oficiales, sino el trato a sus exportadores. “A pesar de las exenciones oficiales de las restricciones, las empresas occidentales evitan hacer negocios con los rusos porque siguen aumentando los costes de cumplimiento y el riesgo de sanciones. Y para los rusos, esta actitud ha elevado los costes de transacción: no todos los puertos quieren aceptar cargamentos rusos, es difícil encontrar cargueros y aseguradoras, y tienen que recurrir a los servicios de intermediarios”. Y añade: “Desde un punto de vista práctico, ahora es mucho más importante para Moscú conseguir que se levanten las restricciones de acceso a la infraestructura financiera occidental: seguros, logística y sistemas de pago”. Y el principal requisito en este sentido, dice la experta, es levantar las restricciones al Rosselkhozbank.

Kiev ha deslizado que desconocía las condiciones rusas y da por empezado el alto el fuego en el mar Negro. También ha insistido en que no permitirá el regreso de la Armada rusa al oeste del mar Negro, que Ucrania utiliza como su principal ruta de exportación marítima. Y dice que la tregua se aplica no solo a los buques, sino también a los puertos, algo que tampoco está claro. Zelenski asegura que el acuerdo cubre las infraestructuras portuarias de Odesa y Mykolaiv –estas últimas no están en funcionamiento actualmente–. “Todo el mundo contaba con ello porque había un acuerdo sobre el mar Negro, pero, de nuevo, sin supervisión no hay nada que decir”, ha dicho el líder ucraniano este viernes. 

También parece haber otras interpretaciones distintas. Rusia ha presentado el pacto como una forma de reactivar la Iniciativa del mar Negro el nombre del acuerdo sellado en julio de 2022 para permitir navegar a los cargueros con cereales por esta ruta y del que Moscú terminó retirándose un año después entre quejas de que no se habían cumplido demandas similares a las que ahora vuelve a poner sobre la mesa. También lo ha descrito así este viernes en su comunicado sobre la llamada de Putin con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que, dada la ubicación geográfica, fue un actor clave en aquel pacto junto con la ONU. La parte turca no hace alusión explícita a la iniciativa del mar Negro en su declaración, en la que, por otra parte, se ofrece a albergar negociaciones de paz.

Ucrania dice que no es correcto hablar de la reanudación de la Iniciativa del Grano del Mar Negro y asegura que no ha hablado con EEUU de nada parecido. El telón de fondo es que el país invadido no muestra un aparente interés en retomar el fallido acuerdo de cereales. Tras la retirada rusa, Kiev fue capaz de asegurarse su propio corredor marítimo al expulsar a la Armada rusa de las zonas occidentales del mar Negro.

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