Qué leer
En qué piensan las mujeres cuando tienen sexo
“No sé cómo explicar mi orgasmo. Es como si se fuera acumulando agua dentro de mí y estuviera a punto de reventar, pero un reventón bueno”. Priscila intenta describir cómo es su clímax cuando tiene sexo con su pareja, que no es muy a menudo porque tienen niños y los dos llevan vidas ajetreadas. Tiene 40 años y vive en Tanzania. “Cuando me besa los pechos y me toca el clítoris al mismo tiempo... me mata, me encanta, pero no me gusta llegar al orgasmo antes del coito”. Su testimonio es uno de los 51 que recoge 'Mujeres en la cima del mundo. Lo que piensan las mujeres mientras practican sexo' (Roca), un libro que llega ahora a España y que, increíblemente, sorprende. ¿Por qué? Porque leer cómo 51 mujeres de todas las edades y procedencias hablan de sexo con total honestidad no es, todavía, lo habitual.
Mi conejito es muy bueno. Cuando tiene las pilas cargadas va muy rápido, brrrrrrr, y el orgasmo me llega como una explosión enorme.
Lucy-Anne Holmes fue la escritora encargada de compilar y editar las historias. No hay introducción, prólogo o epílogo. No hay otras palabras que no sean las que pertenecen a las 51 mujeres de entre 19 y 74 años que forman, juntas, una historia coral sobre sexo en la que ellas son los sujetos. Sus relatos no están hechos para complacer, para excitar a otros, y eso se nota. Son, simplemente, las reflexiones en primera persona de un grupo de mujeres de Austria a Nueva Zelanza, India, Brasil, Canadá, España, Suecia, Palestina, Polonia, Malasia, China, Rusia o Zimbabue.
“Me encanta cuando hacemos la cucharita, los dos de lado y él detrás de mí. También me gusta cuando él se estira y yo me siento encima mirando hacia sus piernas”, Salma, 24 años, Líbano. “El contenido del porno lésbico es tan malo que cuando me masturbo veo porno heterosexual”, Alessandra, 28 años, Italia. “El año pasado di a luz. Desde entonces, no hemos probado mucho lo de practicar sexo. Ni que decir tiene que estoy agotada, pero ha llegado un punto en que es casi una fobia”, Mari, 36 años, Gales.
Después de haber dormido dos veces con alguien, empiezo a hablar de utilizar un consolador con arnés. Mi polla preferida es brillante y tiene una galaxia morada en espiral. Si alguien me la toca cuando la llevo puesta es como si me tocaran íntimamente.
“Siempre he tenido dificultades para utilizar el pene. A muchos chicos les encanta hacer mamadas a las mujeres trans, pero yo no quería eso”, Jennifer, 39 años, EE.UU. “A veces me paso semanas sin masturbarme y otras lo hago cinco veces al día. Lo uso para dejar de pensar, como cuando practico mindfulness”, Lily, 50 años, Suecia. “Pienso en el sexo, veo porno y tengo un vibrador maravilloso”, Coral, 64 años, Canadá.
Los factores en contra
Dice Lucy-Anne Holmes que quería que las mujeres hablaran por ellas mismas y que sus voces eran lo suficientemente claras como para evitar comentarios añadidos. “Me quedé con la profunda impresión de que las mujeres y la sexualidad femenina son poderosas y resilientes. Hay mucho en contra de que las mujeres disfruten de su sexualidad: la falta de educación sexual decente, las ideas culturales que dicen que el sexo es para los hombres, el trauma sexual, el trauma de dar a luz, las ideas religiosas sobre el sexo como pecado... Y, sin embargo, de alguna manera, en medio de todo esto, estamos encontrando una forma de sanar, de seguir adelante y deleitarnos con nuestras sexualidad y nuestro placer”, explica.
El sexo siempre me ha dolido. Tengo endometriosis intensa y el útero en retroversión. Creo que nunca he tenido una relación sexual sin dolor. Solo he tenido una pareja que se preocupara por mí y que me escuchara cuando le decía "ya basta".
Todos esos factores en contra están presentes en muchas de la 51 historias. Aparecen en forma de estereotipos, de dolor físico y emocional, de agresiones, de incomprensión, de desconexión con los deseos personales, de rechazo por el propio cuerpo. “Has de ser capaz de hablar de sexo libremente, pero es un tema muy delicado. Con los chicos pueden pasar dos cosas: que les parezca sexy que te sientas segura en ese tema, o que te llamen puta, o zorra, o ramera”, dice por ejemplo Emily, australiana de 27 años. Noemí, de 33 años y francesa, hace una reflexión parecida: “Tengo mucho apetito sexual, cosa que se ha confundido con 'ser fácil'. A veces soy más discreta con los hombres porque creo que cuando ven lo mucho que me gusta el sexo me pierden el respeto”.
Mi postura favorita es cuando estoy encima del hombre, cara a cara. Mis pechos le quedan a la altura de la cara, así que puede hacer lo que quiera con ellos, y nuestras caras no están demasiado lejos y podemos besarnos. Me da sensación de control"
La psicóloga y sexóloga Arola Poch confirma que los prejuicios contra las mujeres que se muestran sexuales continúan. “Se sigue teniendo la idea de que se las va a criticar o malinterpretar. Cuando una mujer se muestra muy sexual parece que ya vale todo o que hay que cuidarla menos. Es triste que haya que ocultar o disminuir esa parte de una por no tener consecuencias negativas, es un auto sabotaje”, explica. El relato coral de este libro es un antídoto contra esos miedos. “El empoderamiento sexual del que tanto hablamos pasa por ahí, por saber qué es lo que quiero y hacerlo, ser coherente. No es hacer mucho, sino explorar tu propio recorrido y creernos de verdad que la sexualidad es importante”. Poch subraya la importancia de una conversación honesta y sin tapujos ni prejuicios sobre la sexualidad.
Deseo diverso
“Tengo una relación muy profunda y segura con mi pareja. Tras dos años y medio juntos, sentí el impulso de tener una relación abierta. Tengo un nuevo amante y estoy en el proceso lentísimo de permitir que vaya surgiendo algo con él. Hace unas semanas, me quitó la ropa y me hizo sexo oral, me dio espacio para dedicarme a mi placer. Después se fue y tuve la mañana para mí. Entonces llegó mi pareja y saltamos el uno sobre el otro y echamos un polvete maravilloso. Que dos parejas me hicieran gozar en cuestión de 24 horas fue genial; me gusta rememorarlo cuando me masturbo”, cuenta en el libro Jaya, de 25 años, que nació en Ecuador pero migró a Austria. Ni todo el deseo es hetero, ni todo el sexo es el coito, ni todas las relaciones siguen los estándares habituales.
Que dos parejas me hicieran gozar en cuestión de 24 horas fue genial; me gusta rememorarlo cuando me masturbo",
Cal tiene 23 años, es inglesa y cuenta que antes de tener sexo tiene una conversación con sus amantes en la que les cuenta que es no binarie y que no quiere que utilicen con ella palabras como 'bonita' o 'preciosa'. Anja tiene 58 años y es de Alemania. Recuerda la vez que cocinó una ensalada de huevo cocido para un amante: peló los huevos y los introdujo en su vagina antes de servirlos.
Arola Poch alerta de que existe un sexo que se entiende como normal y que eso hace que los gustos y prácticas que se salen de ahí sean percibidos como algo raro. “Mucha gente me cuenta sus gustos eróticos pensando que son una cosa superpeculiar y muy pocas veces me dicen algo que no me hayan dicho antes. Si lo habláramos más le quitaríamos ese halo de peculiaridad y lo iríamos normalizando”, dice la sexóloga. Es la pescadilla que se muerde la cola, no hablamos de ello porque es raro y es raro porque no lo hablamos.
Una vez tuve una relación de cuatro años y le pregunté a mi novio por qué no me hacía sexo oral, a lo que respondió: "No es limpio. Es tu tracto urinario". ¡¿Y qué me dices de tu puto tracto urinario?!, respondí yo.
“Estoy casada pero en este momento estamos atravesando una crisis. Hace unos meses, un viejo amigo contactó conmigo por internet y me dijo que llevaba 30 años enamorado de mí. También está casado y no nos hemos visto, pero sí nos hemos enviado fotos. Jamás en mi vida me había hecho fotos sensuales, pero he descubierto que me hace sentir muy sexy. Me he comprado lencería nueva y a veces le enseño el canalillo, o me hago fotos en la bañera. Han pasado 30 años y solo he estado con una persona. Tengo la sensación de que vuelvo a ser virgen”, cuenta Tereza, de 50 años, desde Brasil.
El sexo oral, dado y recibido, aparece como una práctica placentera pero también rodeada aún de prejuicios. “En una relación hetero parece que el sexo oral a ellos se da por hecho, nosotras parece que lo hemos tenido que reivindicar. Hay muchas mujeres que se sienten incómodas al recibir sexo oral porque siguen pensando que a ellos nos les gusta, o que él lleva mucho rato haciendo cosas...”, confirma Poch. Los tabúes que se nos han impuesto a nosotras mismas sobre nuestros genitales, su olor, su sabor, hacen que muchas mujeres no se sientan a gusto con ellas mismas y que disfrutar de un cunnilingus sea mucho más difícil.
"Me encanta el cunnilingus. Me parece una de las cosas más sensacionales del mundo. Me gusta que me lo hagan despacio, con pausas y con dulzura
No para muchas otras, que se dejan llevar por el placer del sexo oral. Como dice Rehana, de 48 años: “Me encanta el cunnilingus. Me parece una de las cosas más sensacionales del mundo. Me gusta que me lo hagan despacio, con pausas y con dulzura. Me gusta que me toquen y que me agarren, que me abran un poco y que me acaricien. Que me besen las rodillas un poco, que me besen los muslos. Un cunnilingus divagador, por favor”.
ARA
0