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Contra el ajuste

La represión policial convirtió a la marcha de jubilados e hinchas en un caos: heridos graves y más de 100 detenidos

La Policía reprimió a los manifestantes con camiones hidrantes.

León Nicanoff

12 de marzo de 2025 20:55 h

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La Policía y la Gendarmería reprimieron este miércoles una marcha que no llegó a ser tal. La manifestación convocada por jubilados con el respaldo de los hinchas de clubes de fútbol nunca llegó a concretarse porque nunca pudieron llegar a una plaza del Congreso militarizada por el gobierno del tándem Javier Milei-Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad encargada de la represión en las calles.

Las era el horario pautado para rodear el edifico del Parlamento, como hacen cada miércoles los adultos mayores desde hace más de un año. El reclamo que buscaban hacer escuchar los manifestantes era el de siempre: un jubilado en la Argentina necesita al menos $1.200.523 mensuales para afrontar sus gastos básicos, pero según datos de la Defensoría de la Tercera Edad 6 millones de ellos, los que cobran el haber mínimo, perciben apenas $350.000 mensuales. Pero a esa hora un cordón policial se impuso en la plaza y comenzó a avanzar a fuerza de balas de goma, detenciones y gas lacrimógeno. A partir de ahí, todo fue un caos.

Cientos de hinchas y manifestantes en general que caminaban pacíficamente por Avenida de Mayo tuvieron que darse vuelta y comenzar a correr en dirección contraria. El aire se enrareció a lo lejos y se mezcló el humo de los proyectiles con el gas pimienta, que descendió y ahogó la manifestación. De un momento a otro, lo que era una marcha pacífica y fraternal mutó a un escenario caótico en el que se veían adultos mayores tirados en el piso con personas arrojándoles leche para calmar el ardor de los ojos, individuos corriendo y chocándose entre sí, gritos, sirenas y jóvenes irritados arrojando piedras mientras los cordones policiales avanzaban con sus respectivos escudos, proyectiles y gas pimienta.

Al cierre de la jornada fueron reportados nueve manifestantes heridos, entre ellos uno con lesiones en el cráneo, de extrema gravedad: el fotógrafo Pablo Grillo. También un policía herido con arma de fuego y fractura, hospitalizado en el Argerich. Se contaron 150 detenidos: 89 a manos de la Policía de la Ciudad y el resto de fuerzas federales. 

Los cánticos también cambiaron. Desde la estación Banfield, punto de partida de elDiarioAR para la cobertura de esta nueva jornada de protesta y represión, pasando desde la estación Constitución hasta la caminata junto a las distintas hinchadas que no llegaron al Congreso, las arengas hacían referencias a los jubilados (“policía policía, no te lo decimos más, si nos tocan a los viejos, que quilombo se va a armar”) y a homenajes a Norma Plá, una dirigente social que en los 90 lideró la lucha de los jubilados contra las políticas de ajuste del peronista Carlos Menem, exigiendo pensiones dignas con protestas y movilizaciones.

Pero después, tras la desmesurada violencia en la que también aparecieron camiones hidrantes, tachos de basura y hasta un patrullero incendiado, se escuchó por avenida de Mayo un canto brusco y unánime: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Un símbolo de la crisis política y económica en Argentina durante el estallido social de diciembre de 2001.

“Yo ya no entiendo nada”, dice a elDiarioAR Alicia, una jubilada con los ojos rojos del gas pimienta. “Esto era una manifestación pacífica, estoy desde temprano acá, y empezaron a lastimar a todo el mundo”.

“Se están pegando un tiro en el pie”, opina un hombre de unos 40 años después de arrojarse agua con jabón en la cara que le proporcionó una persona con un botiquín de primeros auxilios ubicada en una esquina de Avenida de Mayo. “Están poniendo a todo el país en contra, no hay un sector con el que no se hayan metido”.

“Esto no va a terminar bien”, dice Jorge, un trabajador de casi 60 años. “Ellos no aflojan y va a llegar un momento en que el pueblo no va a aguantar más”.

Para las 19 horas la represión seguía desarrollándose por esta zona. Una adolescente de 15 años que perdió a su familia en la manifestación ingresó a un bar llorando, alcanzada por el gas pimienta. “Tengo miedo, empezaron a tirar balas al lado mío”, dijo. Los dueños y mozos cerraron el bar y desde adentro se podía ver un grupo de policías apaleando a un hombre en el piso. Desde lo alto se escuchaba las hélices de un helicóptero suspendido a corta distancia del Obelisco, mezclado con sirenas de ambulancias y policías. 

La previa

La jornada para este medio comenzó a las 15.30 en la estación Banfield. “Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”, dijo Rubén Buján, 74 años, histórico del club Banfield, citando la famosa frase maradoniana que articuló la jornada de este 12 de marzo: la pasión del hincha con la reivindicación social. A esa hora la hinchada se amontonaba en esta localidad del sur, esperando el tren que sería escenario de unión y fraternidad. El destino final iba a ser el Congreso, donde las personas de la tercera edad contaban con el respaldo de los hinchas de clubes para darle fuerza a su reclamo.

El reclamo: impedir que el 23 de marzo el Gobierno ponga fin a la moratoria previsional, lo que ocasionará que solo una de cada 10 mujeres y tres de cada 10 hombres puedan jubilarse. También el aumento de sus haberes, que se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, el vaciamiento del PAMI, entre otras demandas.

“En el fondo, lo que quieren es que no existan más las jubilaciones”, alertó Ester, docente jubilada, que comenzó a rodear todos los miércoles el Congreso de la Nación desde el 20 de diciembre del 2023. “Desde que empecé a manifestarme, ya murieron tres compañeros: Eduardo Montenegro, Eduardo Correa y Roberto Álvarez, a quien ya le habían arrancado un ojo en 2017 en la marcha por la Reforma Previsional”. 

“Esto es una reacción ante la decadencia de la dirigencia política, vieron que le estaban pegando a un hincha que podía ser su padre y respondieron”, dijo a elDiarioAR Hernán Aisenberg, integrante de la Coordinadora de Hinchas, una organización política y social que nació en 2016 para enfrentar a quienes quieren que los clubes se conviertan en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). “Todos somos hinchas y todos vamos a ser jubilados”.

Ser hincha de un club y envejecer pobre, dos destinos casi inevitables en el país que determinan a los argentinos en el comienzo y en el final de su vida. Un arco existencial que se dibujó en la cabeza de Jorge, fanático de Chacarita, cuando vio a Carlos Dawlowfki, jubilado hincha del mismo club, apaleado y gaseado por la policía afuera del Congreso y minutos después subido orgullosamente a un poste con la bandera argentina y la casaca de Chacarita. 

“Vi que al hombre lo lastimaron y después se colgó de un poste, yo no tengo a mi viejo pero él tendría que estar jubilado ahora. Y si a mí papá le hubieran pegado, ¡yo me vuelvo loco!”, cuenta Jorge a elDiarioAR.

Jorge vio en Carlos la cara de su padre, quien le dio la vida y la felicidad de hacerlo de Chacarita, y quién murió de un infarto en 2001, precisamente en el momento que su familia, desmoronándose por la crisis, realizaba un trueque.

“¿Cuántas gotas más le entran al vaso antes que rebalse?”, le pregunta a elDiarioAR Sergio Smietniansky, de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, que viaja en este tren a punto de detenerse. Porque cuando Jorge vio a Carlos golpeado por las fuerzas de seguridad, recortó las imágenes y las envió al grupo de whatsapp de “hinchas de Chaca”. “Tenemos que reconocer a este hombre y acompañarlo en la siguiente manifestación”, escribió.

La hinchada se solidarizó y acompañó el reclamo de los jubilados el miércoles siguiente, pero nunca imaginó que iba a provocar un efecto contagio que se extendió a decenas de clubes de todas las categorías.

“No lo podía creer, la hinchada de Chacarita estaba acompañándonos, la juventud está despertando. Yo encima había llegado tarde porque había ido a declarar porque la semana anterior me habían tirado gas pimienta. Esto me hace acordar al 76 y 78, cuando era cartero y a la mañana los milicos me hacían poner contra la pared”, dirá más adelante Carlos, el jubilado de Chacarita que cobra $400.000 por mes y que provocó todo este gran movimiento. 

“¡Qué hiciste, Jorge!”, le dijo orgullosa su mujer tras ver el revuelo en redes sociales que se escapó de las pantallas y se materializó en ese tren de zona sur, en otros colectivos y subtes que en ese momento se dirigían desde distintos puntos al Congreso sin saber que iban a ser fuertemente reprimidos por las fuerzas de seguridad, envalentonadas durante la semana por la ministra Patricia Bullrich, quien dijo: “Si nos buscan, nos van a encontrar”. 

“Yo por las dudas me traje mis mejores zapatillas para correr”, dijo un hincha de Temperley en la estación Constitución a elDiarioAR. “Es obvio que van a buscar cualquier excusa para darnos palos, si le pegan todos los miércoles a los viejos, mirá que no nos van a pegar a nosotros”, opinó. La mayoría de los presentes tenía en claro esto, ya que en sus mochilas cargaban limones, vinagre, barbijos y leche para mermar el ardor del gas pimienta. 

“Esta unión se está dando porque hay grupos que conviven con la represión. En este caso los jubilados y también los hinchas, que nos viven criminalizando. Fijate que Bullrich nos trata de delincuentes, dice que todos los que vamos al Congreso somos barras, y yo solo tengo mi camiseta de Boca, ellos tienen armas”, reflexiona Aisernberg.

Los números de la represión a la protesta social del gobierno de La Libertad Avanza

En comunicación con este medio, Jimena Frankel, coordinadora del monitor de respuestas represivas de la CTA, reveló que, en el caso específico del movimiento de jubilados, “entre agosto y diciembre de 2024 se produjeron represiones en al menos 7 protestas, donde 91 personas resultaron heridas”.

En términos más generales, según la misma fuente, desde la asunción de Milei hasta el 31 de diciembre de 2024 hubo 49 intervenciones represivas, donde resultaron heridas 1.162 personas debido al uso de armas como gases lacrimógenos, camiones hidrantes, bastones, balas de goma, entre otros. Asimismo, se contabilizaron 121 detenidos, a quienes se les iniciaron causas penales.

“Nunca se sabe cuál va a ser la chispa que encienda el mechero. Rosa Parks en los 50 se negó a dar el asiento del colectivo a un blanco y generó todo un movimiento antiracista en Estados Unidos. ¿Puede que Carlos, el jubilado de Chacarita, sea el inicio de algo? No lo sabemos todavía, pero ya con esto provocó algo grande”, reflexiona Mónica Santino, integrante de la Coordinadora Feminista del Fútbol. 

Dentro del tren todo se vuelve más íntimo. Fernanda, conocida en Banfield como la “Polaca”, dice: “En ésta estamos todos, imaginate que nos vamos a juntar con los de Lanús, este gobierno está haciendo un milagro”. 

Otros pasajeros del tren, trabajadores anónimos, adultos, jóvenes, mayores, minutos atrás sentados cabeceando del sueño de repente se espabilan y aplauden y cantan. Una señora mayor se conmueve y se seca los ojos. Dice: “Policía-policía, que quilombo se va a armar”. Y se abraza con un adolescente de Banfield.

En Constitución, luego de atravesar el molinete, la hinchada de Quilmes esperaba con cánticos y aliento. Todos se mezclan y saltan y homenajean a Norma Plá. Entonces se escucha de lejos los redoblantes y un sonido sordo y aparecen desde todos los ángulos columnas de distintos clubes. Por un momento todo se detiene y el reclamo se concentra ahí, en Constitución. Pero es tarde, faltan 15 minutos para las 17. El aluvión de hinchas se encolumna hacia Plaza Congreso. 

La caminata es larga y pacífica, abarca unas tres cuadras de hinchas de distintos clubes. El tránsito avanza sin ningún problema. Cada tanto, alguien empieza a cantar y muchos se entusiasman y luego todo se calma, caminando y conversando con la persona que está al lado. Hasta que se llega a las inmediaciones de Plaza Congreso, y el aire se mezcla con gas pimienta, y las balas de gomas pasan cerca y todos comienzan a correr. 

LN/JJD/DTC

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