La segunda ola
Acorralado entre el virus y su bandera de la educación, Larreta analiza volver a la presencialidad
El dato de los contagios récord les llegó mientras estaban reunidos. Fue otro mazazo contra el optimismo, por momentos voluntarista, según la mirada de La Rosada, del gobierno porteño: 41.080 nuevos enfermos en las últimas 24 horas. De esa cifra inédita desde el arranque de la pandemia, 3.093 se registraron en la ciudad de Buenos Aires. Este jueves al anochecer, Horacio Rodríguez Larreta analizaba vía Zoom, junto a sus ministros de Salud Fernán Quirós y de Educación Soledad Acuña, cómo seguir adelante, una vez finalizado el cierre estricto de nueve días.
Unas horas antes de la videojuntada, el ministro de Educación nacional le había marcado la cancha: “Es una enorme irresponsabilidad si retoman la presencialidad en la Ciudad”, afirmó Nicolás Trotta. “Cualquier decisión que se divorcie de los datos epidemiológicos es una irresponsabilidad y está cerca de la especulación electoral”, dijo Trotta a FM La Patriada. Y le sugirió a Rodríguez Larreta “escuchar más a Quirós y no tanto a los encuestadores”.
Según los últimos datos, el porcentaje de ocupación de camas a nivel nacional es del 76,2% y en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) del 77,5%. En la Capital, esa cifra en el sistema público y privado alcanza el 80%.
¿Qué decisión tomará el alcalde porteño respecto a las clases? ¿Volverá la modalidad presencial en jardín y primaria, con el sistema mixto en las secundarias, tal como había prometido?
Lo definirá el viernes por la tarde o, más probablemente, el sábado a la mañana. “Vamos a seguir analizando los números”, revelan cerca del ministro Quirós, el más inclinado a incorporar las restricciones promovidas por el gobierno nacional. “Seguiríamos con el plan original de volver al esquema anterior”, aventura un larretista del área de Educación.
Las opciones en estudio son tres: plegarse al formato de clases virtuales que se desprende de los parámetros establecidos en el DNU presidencial (y en el proyecto de ley que todavía no fue aprobado); adelantar el receso de las vacaciones de invierno; o retomar el sistema de jardines y escuelas abiertas, con el secundario virtual o combinado (una semana presencial y otra por zoom). Esta última alternativa podría incluir una nueva concesión hacia la virtualidad: que las clases para tercer, cuarto y quinto año se vuelvan plenamente remotas.
Al momento, la hoja de ruta larreteana se inclina por retomar la presencialidad, con el agregado de la virtualidad completa en la secundaria. Pero no está cerrado aún.
La toma de partido del gobierno porteño cruza los criterios sanitarios y con la identidad política elegida por el alcalde. Según Rodríguez Larreta, el 70% de los contagios se produce en encuentros laborales y sociales. Así lo repitió durante la conferencia de prensa en la que enrrolló la bandera sarmientina de la presencialidad a cómo sea. Pero esa afirmación (que no cuenta con un aval científico indiscutible) también está teñida del discurso en el que se había plantado la administración PRO. Especialmente, los dirigentes amarillos más intransigentes hacia las medidas de restricción tomadas por Alberto Fernández. ¿Quiénes? Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Si bien ninguno de los dos forma parte del oficialismo porteño, ambos le ponen bien el alto el listón de la “resistencia” ante La Rosada.
El acatamiento porteño de la Fase 1 por nueve días fue asimilado a regañadientes por la presidenta del PRO. Aunque Bullrich le puso un deadline a su tolerancia: “Lo importante es que el 31 de mayo vuelva a abrir la Ciudad y no siga la corriente de una política que nos destruyó”, planteó ante radio Rivadavia cuando empezaba el confinamiento. Así, Rodríguez Larreta se encuentra jaqueado por vectores múltiples: el gobierno nacional, el virus, la responsabilidad de gestión, el núcleo duro macrista y su apuesta retórica previa.
AF
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