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análisis

A Milei no le alcanzó para ganar en primera vuelta y llega al balotaje con menos votos de lo esperado

Javier Milei.

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Fue hace muy poco, el miércoles, cuatro días no más. En el cierre de campaña de La Libertad Avanza. El estadio estaba lleno, a oscuras. “Mensaje del próximo presidente de la Nación”, rezaba el zócalo. Javier Milei estaba sentado a un escritorio, escoltados por dos banderas argentinas. Un cosplay de cadena nacional. Lo dijo en ese spot grabado, lo reafirmó después, de pie y detrás del atril: “Es probable que podamos ganar en primera vuelta”. La Libertad Avanza la peleó hasta el final de este segundo tramo de la campaña. No le alcanzó: obtuvieron números mucho más bajos de los que esperaban.

Fue la fuerza política más votada en las PASO. Pero esta anoche en el búnker y con poco más del 98% de las mesas escrutadas, los números dan cuenta de que al balotaje llegan debilitados. La fórmula presidencial de La Libertad Avanza obtuvo el 30,6% de los votos y quedó seis puntos abajo de su contrincante, el oficialista Sergio Massa y su compañero de fórmula, Agustín Rossi. No sumaron ni restaron votos. LLA salió a regar una tierra que no daría siembra: el de las PASO sería su techo, por lo pronto no hay lugar para levantar una azotea.

La derrota se sintió, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires. Su elegida, Carolina Píparo, colectó la misma cantidad de votos que en la PASO, 24,6%. Quedó tercera, Píparo no creció. Ramiro Marra, que durante el último tramo de la campaña cambió su foto de WhatsApp por una que decía "vamos a dejar tercero al kirchnerismo" estuvo recluido en el búnker, rara actitud de parte del candidato que siempre gustó de estar entre la gente y entre el periodismo. Al final tercero quedo él, con el 13,9%, atrás de Jorge Macri y de Leandro Santoro.

¿Qué pasó en el medio?

Javier Milei fue un tentempié. Sobrevivió a la acusación pre-PASO de “vender cargos” dentro de su espacio, una investigación que inició la Justicia de oficio y que no llegó -todavía- a ningún lado. Fue el punching ball de algunos medios masivos de comunicación -pocos, pero de gran alcance-, que primero le profirieron el romance mentiroso de la admiración y después lo sentaron en el set para burlarse. O para tomarle examen y reprobarlo. El presidente Alberto Fernández lo denunció por haber agitado una crisis cambiaria. Fue hace diez días. Milei se hizo la víctima, se llamó “perseguido político”, usó para sí una palabra que instaló otra persona: proscripción. Milei estuvo siempre, siempre, en la agenda pública.

Y entre todo eso -o quizás por todo eso-, La Libertad Avanza no le temió, nunca, al tono triunfalista. Juntó gente en cada caravana; incluso en aquellas, como la de Moreno, en la que el candidato a presidente, Javier Milei, recorrió apenas cuatro cuadras. Ahí estuvo su Herzog, el documentalista Santiago Oría, sacándole punta al ojo de pez: cámara de mano, la convocatoria arrasadora; desde el drone, no tanto. Milei hizo equilibrio en la caja de una camioneta. Azuzó motosierras. Firmó frentes, garabatos a mano alzada sobre los ojos de las personas que se acercaban a saludarlo. Nos mostró cómo latía su corazón-calculadora, aseguró que él tenía la fórmula que cambiaría todo. Victoria Villarruel endureció su discurso y se defendió en un debate de vices que fue mediocre: propuso otra memoria respecto de los Derechos Humanos, avisó que había más Seguridad y una Defensa nacional fortalecida. No fue suficiente.

Bolsonaro Hijo, “renunciar a la paternidad” y las ballenas de Benegas Lynch

Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de Brasil y referente del Partido Liberal de ese país, policía y abogado, ultraderechista, vino a dar su apoyo al búnker de La Libertad Avanza. En el año en que Argentina cumple 40 años de democracia ininterrumpida, una democracia joven que se construye (casi) todos los días, con derechos y Estado, acaso la presencia de un funcionario que afirme que el “feminismo es una enfermedad” y que dijo que “las mujeres de derecha son más limpitas que las de izquierda”, acaso su presencia -retomo- sea un poco “piantavotos”.

También estuvo aquí, en este búnker del Hotel Libertador, Lilia Lemoine, candidata a diputada bonaerense, que hace poco días dijo en una entrevista que presentaría un proyecto de ley para que los progenitores puedan “renunciar a la paternidad”. Habló de mujeres que “pinchan forros” para “enganchar” varones. Dijo que en su proyecto de ley las gestantes tendrían “15 días” para “avisar al hombre” del embarazo. Y que los progenitores podían elegir si querían ser responsables de la paternidad o no. Lo de Lemoine generó mucho ruido interno en el espacio. No sólo porque el núcleo duro no adhiere a esa idea sino porque le preocupaba el impacto que tuviera en el resultado de la primera vuelta. Es posible que las declaraciones de Lemoine hayan espantado votantes.

Una seguidilla de errores. El primer candidato a diputado bonaerense, Bertie Benegas Lynch improvisó un ensayo sobre la privatización del mar para que no se extingan las ballenas. Fue también durante una entrevista. Las declaraciones se viralizaron. El líder de La Libertad Avanza niega el cambio climático. Pero la idea del Benegas Lynch de “asignar derechos de propiedad” para combatir la crisis mediomabiental, más que votos sumó memes.

Las otras víctimas y en contra del Conicet

Javier Milei aprovechó el raid mediático post PASO para instalar a Victoria Villarruel en el centro de la escena. La presentó como la mujer que, además vicepresidenta y presidenta del Senado, tendría a su cargo los ministerios de Seguridad y Defensa. Después, Villarruel tuvo semana propia: hizo un controversial homenaje a “las víctimas del terrorismo”. En esos días, se develó el vínculo que la candidata a vice de La Libertad Avanza tuvo con militares detenidos con crímenes de lesa humanidad. En el debate de vices, su contrincante Agustín Rossi le preguntó por qué los visitaba en la cárcel: “Porque estaba investigando para un libro”, respondió Villarruel. Tan cierto como incomprobable. En ese mismo intercambio, Villarruel arremetió contra el Conicet: a su entender, no tiene sentido alguno que esa institución se dedique a la investigación de temas blandos. ¿Conicet? ¡Afuera!

TikTok no pude con la pantalla de la SUBE

Las comunidades digitales en torno a la figura de Javier Milei nacieron y crecieron antes que las redes sociales oficiales del candidato a presidente de La Libertad AvanzaEdición casera, argumentos cerrados, bronca y fe religiosa fueron el combustible que usaron los usuarios y usuarias de Internet para activar motores virtuales. ¿Solo virtuales? No: hubo un desplazamiento al mundo físico, al mundo real. Esa “campaña paralela” explica, en parte, el 30% de votos que coronó al economista como el más votado y a su fuerza, como la primera del país, en las PASO.

Pero la política sigue siendo analógica. Y quizás haya sido la política la que logró lo que el periodismo tradicional no pudo y las redes tampoco: cuando el valor del boleto del transporte público tomó las pantallas de los andenes y las máquinas de SUBE, no hubo TikTok que alcance. Símbolo de época, la virtualidad borra el hecho. Y si no lo borra lo diluye. Más claro que el agua: el boleto que te sale 56 pesos, pasaría a costar 700 con el plan Motosietrra. En un país con 140% de inflación y 40% de pobres: ¿quién quiere renunciar al subsidio que abarata el transporte que debe tomar todos los días para ir a trabajar, para llegar a estudiar? El cielo de plomo todo el día y al final no llovió. Aquí enrollan las banderas. Este lunes arranca otra campaña. Dura cuatro semanas. Hay que estar preparados.

VDM/MG

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